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Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa 2017: un mapa del mundo cada vez más sombrío

  • La edición 2017 de la Clasificación Mundial de la Libertad de Prensa elaborada por Reporteros sin Fronteras (RSF) muestra un aumento del número de países en los que la situación de la libertad de prensa es muy grave y revela la magnitud de los males y las plagas que afectan a la libertad de informar en el mundo.

El mapa de la libertad de prensa en el mundo se oscurece. El índice de referencia calculado por RSF nunca había sido tan elevado, lo que significa que la libertad de prensa nunca se había encontrado tan amenazada. En 2017 otros tres países entraron en los bajos fondos de la Clasificación: Burundi (160º, -4), Egipto (161º, -2) y Bahréin (164º, -2). Ahora estos se encuentran entre los 21 países “negros”, es decir, aquellos en los que la situación de la prensa es “muy grave”. 51 países (el año anterior eran 49) están en “rojo”, lo que significa que la situación de la libertad de información es “difícil”. De manera global, la situación se agravó en cerca de dos tercios (62,2%) de los países incluidos la lista.

Fotografía: cortesía RSF

I. Los nuevos en la lista negra

Burundi, que este año retrocedió cuatro lugares, es el primero de los 21 países de la zona negra y se ubica en la 160ª posición. En 2015 el presidente Pierre Nkurunziza emprendió una intensa campaña de represión contra los medios de comunicación que cubrieron el intento de golpe de Estado, registrado después de que Nkurunziza se presentara como candidato para aspirar a un tercer mandato. Más tarde esta campaña se generalizó a toda la prensa. Hoy en día Burundi atraviesa una crisis y la libertad de prensa agoniza. Decenas de periodistas son perseguidos por el gobierno, que los considera “golpistas”, lo que los ha obligado a exiliarse. Para los periodistas que siguen en el país, informar sin seguir la línea gubernamental representa un verdadero reto. El todopoderoso Servicio Nacional de Inteligencia (Service National des Renseignements, SNR), encargado de “corregir” los textos que desagradan, cita, detiene y agrede a su antojo a periodistas y directores de redacciones. En su guerra contra cualquier forma de oposición y de protesta, el gobierno burundés se autoriza todo tipo de golpes: instrumentaliza y manipula la información, la policía golpea a los periodistas, quienes a veces desaparecen, como Jean Bigirimana.

EGIPTO Y BAHRÉIN, PRISIONES DE PERIODISTAS

Otros dos países que entraron en la zona negra pertenecen a la zona geográfica peor calificada de la Clasificación: Oriente Medio. Ambos tienen una característica en común: han encarcelado un gran número de periodistas –24 en Egipto, 14 en Bahréin. Las autoridades suelen dejarlos tras las rejas mucho tiempo.

En Egipto (161º, -2) el fotoperiodista Mahmoud Abou Zeid, alias Shawkan, quien fue detenido arbitrariamente hace más de tres años, sigue tras las rejas sin haber sido juzgado. Su falta: haber cubierto la sangrienta dispersión de una manifestación de los Hermanos Musulmanes, que el gobierno considera una organización terrorista. El periodista independiente Ismail Alexandrani se encuentra en prisión preventiva desde noviembre de 2015, a pesar de que un tribunal ordenó que fuera puesto en libertad en noviembre de 2016. El régimen egipcio dirigido con mano de hierro por el general Abdel Fatah Al Sissi –quien no tolera las críticas– asfixia el espacio público, carcome descaradamente el pluralismo de los medios de comunicación, ataca al sindicato de periodistas y empuja a los periodistas a la autocensura cada día un poco más.

La situación en el reino de Bahréin (164º, -2) no es mucho mejor. Este país vuelve a situarse en la zona negra de la Clasificación donde, con excepción del año pasado, siempre se ha encontrado. Las voces disidentes o simplemente libres, como la del presidente del Centro de Derechos Humanos de Bahréin, Nabeel Rajab, pagan caro el haberse atrevido a criticar al gobierno en tweets o entrevistas. En 2011, por temor a ser derrocado, el régimen intensificó la represión. Cualquier contenido o medio de comunicación que el gobierno considere que puede atentar contra la unidad del país, simple y sencillamente es censurado; los periodistas detenidos pueden enfrentar penas que van hasta la cadena perpetua.

II. Los últimos entre los últimos

En el otro extremo de la zona negra, tres países monopolizan desde hace doce años los últimos lugares. Desde la Clasificación 2005 de RSF Corea del Norte, Turkmenistán y Eritrea demuestran constancia en perseguir hasta la mínima palabra que se salga de la línea oficial, en acabar con el mínimo pensamiento que pudiera divergir de la propaganda del Estado.

El único pequeño cambio: por primera vez en diez años Eritrea (179º, +1) dejó el último lugar de la Clasificación para cedérselo a Corea del Norte, incluso si en esencia la situación no ha cambiado en la vieja dictadura eritrea, donde desde hace mucho tiempo la información no tiene cabida. La prensa, al igual que toda la sociedad, está sometida por completo a la arbitrariedad del presidente Isaías Afeworki. El gobierno de Eritrea sigue imponiendo el servicio militar de por vida y encarcelando de manera arbitraria a decenas de opositores políticos y periodistas. Sin embargo, en el año 2016 el gobierno permitió que entraran al país algunos equipos de periodistas de medios de comunicación extranjeros y los dejó trabajar, bajo estrecha vigilancia, por supuesto.

Corea del Norte (180º, -1), que ahora ocupa el último lugar de la Clasificación, también mostró una gran flexibilidad frente a la prensa extranjera: ha autorizado a un número creciente de reporteros extranjeros cubrir las actividades oficiales y, en septiembre de 2016, la Agence France-Presse (AFP) incluso inauguró una oficina en Pyongyang. Estos gestos podrían dar una impresión de apertura, pero no son la muestra de una verdadera voluntad de cambio. Controlar meticulosamente la información a la que puede tener acceso la prensa extranjera continúa siendo la norma. El régimen sigue manteniendo a la población en la ignorancia y el terror. Escuchar una radio ubicada en el extranjero puede ser motivo de que un ciudadano sea enviado a un campo de concentración. Corea del Norte sigue siendo una dictadura estancada en la época de la guerra fría.

Otro vestigio de épocas pasadas es Turkmenistán, que permanece en el lugar 178 de la Clasificación. En esta ex república soviética, la crítica al “Padre Protector” (Arkadag) de la nación es inconcebible. De cualquier manera, los medios de comunicación están totalmente controlados por el Estado. Los últimos corresponsales de los medios de comunicación independientes (ubicados en el extranjero), que deben trabajar en la clandestinidad, padecen cada vez un mayor acoso, mientras que el gobierno continúa con su campaña de erradicación de antenas parabólicas, privando así a la población de una de sus últimas posibilidades de tener acceso a información no controlada.

III. Predadores en todos los
continentes

En el espacio post-soviético es común encontrar el caso del déspota paranoico que subsiste perfeccionando sin cesar los medios para limitar la libertad de información. Es el caso de Azerbaiyán (162º, +1), donde aún es común que se fabriquen acusaciones para enviar a los periodistas a prisión, y de Uzbekistán (169º, -3), que se ha convertido en un modelo de censura institucionalizada, aunque la actitud del nuevo presidente, Shavkat Mirziyoyev –quien sucedió al torturador Islam Karimov, fallecido en 2016– genera esperanzas respecto a una apertura del país.

En el continente asiático, China (176º), Vietnam (175º) y Laos (170º), además de seguir estancados como Corea del Norte (180º, -1) en la parte inferior de la Clasificación de RSF, tienen en común ser regímenes comunistas totalitarios, en los que la prensa está a las órdenes del partido y que siguen encarcelando –el mejor ejemplo es China– a blogueros y periodistas-ciudadanos que se atreven a criticar directa o indirectamente al Estado-partido.

DEL RÉGIMEN TOTALITARIO A LA AUTOCRACIA

El régimen de Cuba (173º, -2), que también posee la persistencia de un régimen comunista soviético, es el más hostil a la libertad de prensa del continente americano. El Estado sigue monopolizando la información, esto no cambió tras la muerte de Fidel Castro, que pasará a la historia como el padre de la Revolución Cubana, pero también como uno de los peores predadores de la libertad de prensa en el mundo.

Los seis países del continente africano que se encuentran en esta parte de la Clasificación –además de Eritrea y Burundi, ya mencionados– tienen una clara tendencia a ser regímenes autocráticos, incluso dictaduras brutales. Por miedo y rechazo a ceder un milímetro de su poder –adquirido por la fuerza el siglo pasado–, los presidentes de Sudán (174º) y de Guinea Ecuatorial (171º, -3) reprimen constantemente cualquier voz que diverja de su gobierno. En 2016 los presidentes Omar al Bachir y Teodoro Obiang Nguema –ambos considerados por RSF predadores de la libertad de prensa– siguieron impidiendo de diversas maneras que en Sudán y Guinea Ecuatorial, respectivamente, exista libertad de información, de expresión y de pensamiento. En Yibuti, que este año se mantiene en el lugar 172 de la Clasificación, el presidente Ismail Omar Guelleh también usó un gran arsenal represivo contra la prensa. Para el mandatario, que dirige el país con mano de hierro, no fue difícil modificar la Constitución para aspirar en 2016 a un cuarto mandato consecutivo. Yibuti progresivamente se vio privado de sus medios de comunicación independientes y de oposición.

En Oriente Medio las principales violaciones a la libertad de prensa se justifican enarbolando la defensa de la religión y el orden moral, o la preservación de los regímenes establecidos. Calificando de “obscenos” ciertos escritos o afirmando que se trata de información que amenaza la seguridad nacional, la República Islámica de Irán (165º, +4) ha encarcelado arbitrariamente a decenas de periodistas ; las condiciones carcelarias son tan duras, que muchos de ellos han hecho huelgas de hambre para denunciarlas. El régimen iraní también impone condenas inhumanas, como latigazos, al igual que Arabia Saudita (168º, -3). El gobierno saudí condenó al bloguero Raïf Badawi a esta pena degradante y medieval, así como a diez años de prisión, “por insulto al islam”. El rey Salman bin Abdulaziz, que en 2015 tomó las riendas de la monarquía dinástica saudí, y el Líder Supremo de la República Islámica de Irán, Alí Jamenei, también ocupan un buen lugar en la galería de predadores de la libertad de prensa de RSF.

IV. La guerra y las crisis, otros enemigos de los periodistas

Si bien las dictaduras y otros regímenes totalitarios asfixian el pluralismo de los medios de comunicación y a la prensa libre, muy a menudo también las guerras y los conflictos enquistados golpean de manera brutal a la libertad de informar y pueden hacer que los países caigan en poco tiempo en la parte inferior de la Clasificación o que se estanquen en ella durante años. A seis años del inicio de una sangrienta guerra, Siria se ha convertido en uno de los países más mortíferos del mundo para los periodistas y sigue estancado en el lugar 177. No se ha hecho nada para proteger a los periodistas de la locura bárbara de su dictador, Bachar al Asad, ni de la de los grupos armados yihadistas que, fanatizados, están dispuestos a cometer todos los excesos, hasta los más irracionales.

También en Yemen (166º) los periodistas se encuentran atrapados en un fuego cruzado. Aunque en 2016 se registraron menos casos de periodistas asesinados –lo que explica que el país haya ascendido cuatro posiciones en la Clasificación–, los periodistas siguen corriendo el riesgo de ser secuestrados por los rebeldes hutíes o por Al Qaeda, que los usan como rehenes, o de ser víctimas de los bombardeos de la coalición árabe.

El caos libio también es muy peligroso para los periodistas. Libia (163º, +1) está al borde de la implosión, presa de los enfrentamientos de diversos grupos armados. En 2016 tres periodistas perdieron la vida mientras cubrían los combates en Siria y en Bengasi (Libia). Aunque disminuyó el número de periodistas muertos y desaparecidos, los profesionales de los medios de comunicación siguen enfrentando incesantes amenazas debido a la impunidad en que permanecen los crímenes cometidos contra ellos. También en Somalia (167º) el estado de descomposición del país contribuye a que los periodistas trabajen en un clima de inseguridad; estos son víctimas tanto de los ataques y atentados del grupo islamista Al Shebab, como de la represión orquestada por lo que queda del gobierno.

V. Una lista no exhaustiva

Las continuas violaciones a la libertad de prensa observada en la Clasificación de 2017 (leer nuestro comunicado ¿un gran giro?), que se tradujo en un aumento (de más de 7% en los últimos cinco años) de la cantidad de países situados en la “zona roja”, hace temer que muy pronto y rápidamente se amplíe el número de países ubicados en la “zona negra”.”

Un ejemplo: la República Democrática del Congo de Joseph Kabila –incluido en la lista predadores de la libertad de prensa de RSF– experimenta una caída constante desde 2002. El país, que se encontraba en el lugar 113 en la primera edición de la Clasificación de RSF, ha descendido sin parar para ubicarse este año (en que perdió aún dos lugares) en la posición 154, con lo que se acerca un poco más a la “zona negra”. De la misma manera, la guerra civil que asola a Sudán del Sur (145º, -5) ha hecho que el país pierda más de 20 lugares en cinco años y lo lleva inexorablemente a unirse a los peores de la Clasificación.

TURQUÍA, MÉXICO Y AFGANISTÁN, EN ESPIRAL DESCENDIENTE

Turquía, país que se encuentra relegado en el lugar 155 –perdió cuatro lugares en 2016; en doce años ha descendido 57 posiciones–, es uno de los casos más preocupantes registrados en la Clasificación de 2017. El intento de golpe de Estado, en julio de 2016, acabó con las últimas barreras que aún retenían al gobierno en su guerra contra los medios de comunicación críticos. Meses después, las autoridades se sirvieron del estado de emergencia para cerrar de un plumazo decenas de medios de comunicación, reduciendo el pluralismo a un puñado de publicaciones de poco tiraje. Asimismo, encarcelaron a una centena de periodistas sin que existiera un juicio, lo que hizo de Turquía la mayor prisión del mundo para los profesionales de los medios de comunicación.

Otro caso preocupante registrado en 2016 fue el de México. En 2002 este país ocupaba el lugar 75 en la Clasificación de RSF; en quince años ha perdido casi igual número de posiciones: actualmente se ubica en el lugar 147. En 2016 fueron asesinados en el país 10 periodistas, mientras que marzo de 2017 estuvo marcado por ataques en serie contra el gremio. México sigue gangrenado por la corrupción y la violencia del crimen organizado, muy presentes en ciertos estados de la república: en Veracruz, Guerrero, Michoacán y Tamaulipas investigar un tema delicado puede poner en peligro a un periodista rápidamente. La impunidad en que permanecen los crímenes cometidos contra la prensa alimenta un círculo vicioso que se perpetúa.

Por lo peligroso que es para los periodistas, México se encuentra entre Siria y Afganistán (120º lugar), un país en el que los periodistas, que realizan su labor informativa con valor y grandes esfuerzos, también se enfrentan al deterioro constante de la seguridad. Afganistán padece la insurrección talibana y del grupo Estado Islámico, lo que ha provocado que provincias enteras se transformen en “agujeros negros de la información”. Únicamente la voluntad del gobierno de proporcionar herramientas de protección a los periodistas permite que el país detenga su caída en la Clasificación.

 

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