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Por segunda vez en menos de un año El Carabobeño enfrenta suspensión por papel

  • El impreso cambió su formato a principios de 2016 para continuar en las calles

Luis Alejandro Borrero | Equipo IPYS Venezuela
Fórmula distinta. Mismos resultados. Para El Carabobeño, un periódico regional venezolano, la crisis de papel por la discriminación gubernamental asesta su segundo golpe. En menos de un año, el medio impreso con sede en Valencia —centro, a 130 kilómetros de Caracas— informa a partir del viernes 10 de febrero de 2017 sobre la suspensión de su edición impresa: esta vez un semanario, publicación que sucedió al diario que dejó de circular el pasado 17 de marzo de 2016.

En Venezuela la obtención de papel —materia prima de cualquier medio impreso— depende del Gobierno socialista de Nicolás Maduro. En mayo de 2013 se creó el gubernamental Complejo Editorial Alfredo Maneiro (CEAM). El organismo, apoyado por una resolución del Ejecutivo, se convirtió en el único facultado para la importación y comercialización de papel prensa. Se instauró en Venezuela un monopolio, prohibido incluso por la Constitución que el fallecido Hugo Chávez promulgó en 1999.

Desde entonces a los medios impresos se les suspendió la asignación de divisas para la compra directa de papel en el extranjero. En el caso de El Carabobeño, que viene afrontando dificultades de disponibilidad de papel desde 2013, la deuda que se adquirió —por el impago del Gobierno— con las empresas productoras es de aproximadamente un millón de dólares. Eso hizo que las líneas de crédito se suspendieran.

Con Maneiro como única opción para su subsistencia, la directiva de El Carabobeño acudió a la instancia gubernamental. Solo se lograron cuatro despachos, siempre insuficientes. De las 300 bobinas mensuales de papel que necesitaba, obtuvo máximo 72. Eso obligó a que, en marzo del año pasado, y tras la supresión de al menos cinco suplementos, el periódico desapareciera.

Como lo ha demostrado una investigación del Instituto de Prensa y Sociedad el papel del Complejo Maneiro terminó en el mercado negro. Con la firme intención de no desaparecer, El Carabobeño puso en marcha —hace 17 semanas— un nuevo proyecto: un semanario al que llamaron #LaVerdadImpresa. El nuevo producto editorial, fiel a la línea editorial del medio, proponía temas de investigación regionales, opiniones y variedades: el objetivo era no perder espacio en un mercado que desde la compra de medios se hizo innegable en Carabobo.

Pero mantener el negocio del semanario se hizo imposible. El papel, vendido por kilo en Maneiro a 30 bolívares, se encontraba en redes no oficiales de distribución a más de dos mil 300 bolívares el kilo. Ello significa un sobreprecio de más de 7500%. Eduardo Alemán, director editor de El Carabobeño, ofreció declaraciones y calificó la situación de la empresa como muy lamentable. “Nuestra democracia ha sido atacada abruptamente”. La propuesta del semanario, que inició el 30 de septiembre, quedó sin continuidad el viernes 10 de febrero de 2017.

Carolina González, jefa de redacción del medio regional, dijo que la propuesta de la empresa será continuar informando a su lectoría a través de medios digitales. Con una penetración importante en redes sociales y a través de su página web planean seguir haciéndole frente a la hegemonía comunicacional, dijo. Algo que ya es una realidad decretada en la región, sentenció.

La venta discriminatoria de papel a medios según su línea editorial ha sido la constante del Complejo Editorial Maneiro. A El Carabobeño no se le otorgó papel por ser crítico al proyecto socialista. Tampoco se le permitió importar libremente.

El hecho constituye una vulneración flagrante a los principios de libertad de expresión e información consagrados en la Constitución venezolana y los pactos internacionales como el de San José, que abogan la por la pluralidad en la región.

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