La escasez de medicinas en los anaqueles precede a los problemas de desabastecimiento general en el país de los últimos cinco años

Un seguimiento de 10 semanas en 271 farmacias de Venezuela reveló que las presentaciones pediátricas de la penicilina, medicamento esencial según las listas de la OMS y el Estado, apenas están disponibles para los padres que las buscan. Eso dificulta el tratamiento ambulatorio de enfermedades comunes de los infantes y los expone precozmente a la llamada resistencia bacteriana. La falta de esos productos además está asociada a un resultado: niños que podían ser tratados en casa, terminan en emergencias

 

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Carencia de penicilina complica curación de niños con infecciones

El último frasco del antibiótico que necesitaba Ivana para curarse de la bronquitis que padecía, se lo vendieron a su madre en una farmacia de Maracay, estado Aragua. Era el décimo establecimiento que Melissa Echandi había visitado en dos semanas en búsqueda de la medicina para tratar a su hija de cinco años de edad. Otra mamá, desesperada como ella, había llegado al local apenas minutos después para comprar el mismo producto para su bebé. Al ver que se agotó delante de sus narices estalló en un llanto frustrado. “La entendí porque yo tenía la misma necesidad y la misma angustia al ver que mi niña sufría con la enfermedad”, dice Echandi de 30 años de edad y quien reside en la localidad aragueña de Palo Negro, donde es dueña de un negocio de charcutería.

La escena parecía extraída de un guión perverso, pero en la realidad venezolana los padres pocas veces ganan y habitualmente pierden cuando se trata de hallar medicinas básicas para sus hijos. Lo que Echandi se llevó en la cartera para su pequeña, que la esperaba en casa con fiebre, tos persistente y dificultades para respirar, fueron dosis de amoxicilina con ácido clavulánico, un derivado de un fármaco que revolucionó la historia de la medicina y de la humanidad con su masificación después de la segunda mitad del siglo XX: la penicilina. El producto ofreció cura a infecciones que durante años acabaron con la vida de millones de personas, aunque paradójicamente fue descubierto de manera accidental por el científico británico Alexander Fleming en 1928. Casi un siglo después, los medicamentos elaborados a partir de ese antibiótico pionero, aún figuran como la principal opción para combatir bacterias que provocan patologías de distinta gravedad en seres humanos y particularmente entre los niños, según protocolos internacionales y nacionales.

Cuatro principios activos derivados de la penicilina, entre ellos el que Echandi no hallaba en su itinerario de madre angustiada, aparecen mencionados en la Lista de Medicamentos Esenciales Pediátricos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), la cual enumera la mínima dotación de fármacos que un sistema sanitario debe garantizar a la población infantil si procura ofrecerle condiciones aceptables para su bienestar. La obligación de hacer disponibles esos cuatro tipos de productos a la ciudadanía ha sido reconocida igualmente por el Estado venezolano que tiene una lista propia de fármacos esenciales, la cual fue publicada por el Ministerio de Salud en Gaceta Oficial el 29 de octubre de 2015. El inventario presenta un marco de obligatorio cumplimiento con respecto a qué medicinas deben existir en los establecimientos de la red pública, pero revela además la valoración de las autoridades con respecto a la importancia de los derivados de la penicilina para la población. Pese a ese reconocimiento oficial, casos como el de Echandi y el de Ivana revelan las graves limitaciones que padecen los venezolanos para acceder a los productos penicilínicos en sus formulaciones para infantes en un país que incumplió la Meta del Milenio de reducir en dos terceras partes la mortalidad infantil para 2015. Cumplir ese objetivo implicaba lograr, entre otras exigencias, una adecuada estrategia de manejo de enfermedades infantiles, hoy muy difícil de articular por la falta de medicinas accesibles para los niños enfermos.

La experiencia de Echandi bien puede tomarse como un reflejo de los hallazgos obtenidos en un seguimiento de 29 presentaciones de antibióticos pediátricos derivados de la penicilina que fue realizado durante 10 semanas en 271 farmacias del país por periodistas de Ipys Venezuela en alianza editorial con reporteros de El Pitazo. Los medicamentos fueron rastreados por sus versiones genéricas y por sus distintas marcas de acuerdo con dos fuentes oficiales que describen detalladamente cuáles son los productos que se comercializan en Venezuela: el reporte Especialidades Farmacéuticas Registradas publicado por el Ministerio de Salud en diciembre de 2015 y la base de datos Especialidades Farmacéuticas Aprobadas en Venezuela del Instituto Nacional de Higiene. El examen de los inventarios que deben estar disponibles para la población se basó en los datos de los buscadores de Internet de tres de las principales cadenas farmacéuticas nacionales: Fundafarmacia, Farmatodo y Locatel.

La evaluación permitió constatar que la mayor oferta de penicilina pediátrica durante dos meses y medio –entre el 6 de febrero y el 14 de abril de 2017– no superó la mitad de las farmacias consultadas, que algunos de los antibióticos presentaron intermitencia entre escasez absoluta y periodos de repentina disponibilidad nacional y que otros nunca aparecieron o solo estuvieron a la venta en no más de cuatro establecimientos, como fue el caso de la ampicilina que sirve para infecciones respiratorias y gastrointestinales recurrentes en niños menores de cinco años. Este medicamento, como también la amoxicilina con ácido clavulánico, la bencilpenicilina benzatina y la bencilpenicilina procaína, encabezan la lista de fármacos necesarios para la atención de niños según el Manual de Antibióticos en Pediatría publicado en 2007 por la Sociedad Venezolana de Puericultura y Pediatría, y otros protocolos de países de la región que amplían sobre tratamientos ambulatorios de infecciones.

El desabastecimiento de estos productos no favorece la posición de Venezuela ante los planes más recientes de la OMS destinados a enfrentar un problema global creciente: la resistencia bacteriana del cuerpo humano por uso indebido de los antibióticos. La última actualización, de principios de este mes, de la Lista de Medicamentos Esenciales Pediátricos añade recomendaciones según las cuales los medicamentos penicilínicos deben permanecer accesibles a la población para ser utilizados como primera línea frente a enfermedades básicas, mientras otros antibióticos deben reservarse para los casos más graves. La propuesta específicamente estableció tres grupos de medicinas a los que bautizó respectivamente como de acceso, de precaución y de último recurso. “La OMS recomienda que los antibióticos incluidos en el grupo acceso estén disponibles siempre para tratar un amplio abanico de infecciones comunes”, señala una nota de prensa oficial del pasado 6 de junio. El organismo internacional apunta con esto a garantizar que los medicamentos estén presentes cuando se necesiten y sean recetados para las infecciones apropiadas, lo que en el país se ha convertido en un imposible, dado el contexto general. Se calcula que existe una escasez de 90 por ciento de medicamentos según datos de la Federación Farmacéutica de Venezuela y en junio la Sociedad Venezolana de Infectología emitió un comunicado en el que señaló que existía en el país una “carencia casi absoluta” de antibióticos de distinta naturaleza. Esa variable, la de la falta de medicinas, ha sido una de las citadas con más frecuencias por quienes señalan que el país atraviesa una emergencia humanitaria, como la que declaró la opositora Asamblea Nacional el año pasado y es negada por el gobierno de Nicolás Maduro.

Sobrevivir en escasez

“Si no consigues el antibiótico vas a tener que traerla y la hospitalizamos”, le advirtió la pediatra a la madre de Victoria, de un año edad. La pequeña requería también de amoxicilina con ácido clavulánico para curar una infección en la piel que le generó ampollas en las piernas y en los brazos a finales de mayo pasado. Ella sintió que la fortuna le sonrió porque apenas tuvo que visitar cuatro farmacias en Caracas para hallarlo. “Sé que otros no han corrido con tanta suerte. Igualmente me aterra pensar que mis hijos se puedan enfermar de nuevo”. Durante los tres meses previos, por ejemplo, en la mayoría de los días hubo menos de 30 establecimientos con el producto entre los 271 analizados en el seguimiento realizado para este trabajo. Hubo picos esporádicos de disponibilidad que no duraban ni una semana.

Custode logró completar las dosis necesarias para curar a su hija con lo que compró y de ello también se sintió afortunada. “No era la misma marca que me recomendó la pediatra, pero funcionó”. La intermitencia en la disponibilidad de los antibióticos y en particular de los derivados de la penicilina ha hecho que padres venezolanos hayan  interrumpido  tratamientos ya iniciados ante la imposibilidad de hallar las cantidades específicamente prescritas. Ello puede acarrear consecuencias, según los análisis médicos. “Los pacientes se complican. En el peor de los casos una infección de piel y partes blandas puede generar una sepsis. Una amigdalitis que no es tratada puede causar fiebre reumática y otras afectaciones a largo plazo”, dice William Meneses, médico adjunto del Servicio de Pediatría del Hospital José María Vargas de Caracas. Una segunda consecuencia está relacionada con la persistencia o agravamiento de los síntomas. “Ciertamente un cuadro clínico leve o incluso moderado que no se pueda tratar de manera ambulatoria por dificultades para adquirir los fármacos apropiados puede derivar en complicaciones posteriores que llevan a que el paciente necesite mayores niveles de atención y que haya gastos más importantes por parte del Estado o de los padres”.  

Los derivados de la penicilina son especialmente utilizados en pediatría para atacar bacterias responsables de infecciones respiratorias, pero también algunas del sistema nervioso, del tracto digestivo, de las vías urinarias y de la piel. La enumeración la hace Juan Félix García, jefe del Servicio de Infectología del Hospital José Manuel de los Ríos en Caracas, centro de referencia nacional. “Es importante que las autoridades atiendan este desabastecimiento porque los penicilínicos son fundamentales para tratar con éxito problemas pediátricos comunes”. La ausencia de ese tipo de antibióticos complica las secuelas de otros problemas como las fallas en la cobertura de las vacunas, que pueden inmunizar a la población contra enfermedades bacterianas como la difteria, y la profusión de los casos de desnutrición infantil, que hace que cuadros curables con terapias ambulatorias simples se agraven. “El niño que no come bien tiene más riesgo de enfermarse, complicarse y tenemos que hospitalizarlo”, dice Livia Machado, jefa de Nutrición del hospital Domingo Luciani de Caracas, quien ha denunciado el repunte de estos casos. 

Los antibióticos penicilínicos usualmente son presentados en líquidos para absorción oral o en inyecciones cuando van a ser usados por niños. Es común, sin embargo, que los padres consigan solo las versiones para adultos que tienen dosis más altas y otras modalidades como las tabletas. Por ello el doctor Meneses considera que la coyuntura actual representa un retroceso a la época de las boticas, pequeños establecimientos en los cuales se vendían medicinas en antaño con preparaciones casi artesanales: “Si las mamás no consiguen las presentaciones pediátricas, los remitimos a farmacias o centros especializados para que allí les realicen la conversión de las pastillas para adultos de acuerdo con características como el peso del paciente y el tipo de bacteria que causa la patología”. La situación se ha convertido en rutinaria: “Hacer esas adaptaciones no es lo ideal, pero en la situación actual nos ha resultado. A los padres se les vuelve una diligencia tediosa porque los farmaceutas piden autorización firmada del médico y las indicaciones precisas antes de proceder”, agrega el pediatra. “Es procedimiento es seguro siempre que lo ejecute un especialista”, afirma Freddy Ceballos, presidente de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven).

La desesperación por la falta de medicamentos ha hecho que algunos padres incluso hayan recurrido a fórmulas caseras a las que se le atribuyen propiedades curativas. En algunos casos, los resultados han sido completamente negativos. El Informador de Barquisimeto reportó el 11 de agosto de 2016 la muerte de 12 niños en tres meses por la ingesta de infusiones elaboradas con hierbas. Jorge Gaiti, director del Hospital Universitario Pediátrico Agustín Zubillaga de esa ciudad, advirtió que los preparados se realizan sin previsiones básicas y son peligrosos de antemano: “No se toman en cuenta los componentes químicos de la planta y la fisiología del niño según la edad que tiene”. Sin embargo, los preparados se han popularizado junto con la percepción de que administrarlos es mejor que la inacción.

Alternativas laberínticas                 Una llamada telefónica a la línea pública 0800SaludYa ofrece un retrato del alcance de las opciones que el gobierno ha implementado para quienes buscan medicinas. Es cinco de junio a las 5:45 de la tarde y un operador contesta las preguntas sobre dónde es posible hallar ampicilina  para un niño con una infección. El funcionario estatal afirma que el producto está agotado en Caracas y pide un número de teléfono al cual llamar una vez confirmara la existencia de inventarios. Sin embargo, 20 días después el empleado no había cumplido el compromiso de contactar a quien le preguntó.

Una segunda llamada, realizada el 14 de junio, presenta una solicitud diferente a otro operador que ofrece respuestas negativas con respecto a la disponibilidad de otro antibiótico penicilínico en redes estatales.

–Quisiera saber dónde puedo conseguir amoxicilina más ácido clavulánico de 600 miligramos en presentación pediátrica oral.

–Lo que se encuentra  disponible es amoxicilina sola en tabletas, pero tengo entendido que esas también se pueden diluir en suspensión.  

¿Usted puede indicarme un lugar donde den el medicamento de forma gratuita?

–En este momento el Servicio de Elaboraciones Farmaceuticas (Sefar), que ofrece el medicamento sin costo, no lo tiene disponible. Te podemos dar la ubicación de una farmacia privada donde sí lo puedes encontrar.

–¿Y… en Farmapatria no hay?

–Farmapatria no lo tiene ahora. Su sistema además no está actualizando como es debido. Donde se sabe que están llegando medicamentos constantemente es a la sucursal que funciona en el Ministerio de Comunicación en el centro de Caracas. Ya quedaría de tu parte si quieres dirigirte allá directamente.

Ese servicio telefónico fue activado en febrero de 2016 por Jorge Arreaza, entonces vicepresidente de la República, y Luisana Melo, ministra de Salud. Arreaza afirmó que era necesario brindar respuestas “al pueblo que sufre la angustia de no tener acceso a un medicamento”. El funcionario dijo entonces que más de 90 personas trabajarían las 24 horas del día. Ocho meses después del estreno, sucedió un hecho que dio la medida del desempeño de la línea estatal: Maduro, un gobernante que no se ha caracterizado por ser autocrítico con la gestión de su gabinete, reprendió públicamente a Arreaza y a Melo por fallas en el funcionamiento del servicio.

El número número 0800SaludYa es la única opción de consulta estatal a la que puede recurrir un padre que busca penicilina o cualquier otro medicamento para su hijo enfermo. A la fecha no existe una base de datos digital de consulta pública que actualice la información sobre los inventarios de todas las farmacias oficiales. La más importante del sistema es el Sefar, organismo dependiente del Ministerio de Salud. La mejor opción para obtener medicinas allí es una visita a la sede de la institución en Las Adjuntas, Caracas. Periodistas de esta investigación la realizaron el 14 de junio y encontraron el servicio cerrado ese día. Una intensa lluvia caída la noche anterior provocó la inundación de parte de sus instalaciones. Una teniente del Ejército comunicaba la noticia sin mayor delicadeza al grupo de personas que iban por medicinas, entre ellos madres con niños enfermos.

–Señores, por favor, ya expliqué: hoy no habrá atención al público, esto está demasiado contaminado. Vuelvan mañana.


Madres en búsqueda de vacunas y medicamentos pediátricos acudieron el 14 de junio al Sefar pero no pudieron ser atendidas 

La noticia de que ese día no habría actividades le resultó como un balde agua fría a María Alvarado, de 31 años de edad, quien se había trasladado ese miércoles desde Caricuao para buscar amoxicilina pediátrica para su hijo de dos años de edad que padecía una infección en la garganta. “Vine a ver si tenía suerte”, dice en tono de resignación. Como los demás, Alvarado había llegado muy temprano para hacer la cola de quienes acuden a la instalación para obtener medicamentos gratuitos. Todos deben llevar un informe médico y un récipe original y una fotocopia de la cédula de identidad. Los documentos deben ser consignados para que solo entonces se confirme si el producto requerido, que en este centro es de entrega gratuita, se encuentra disponible. Aunque hay quienes tienen suerte, la mayoría siente frustración y ve esa alternativa y las demás que ofrece el gobierno apenas como un paliativo.

Las farmacias de Farmapatria también entregan las medicinas sin costo, pero hallar la que tiene inventarios con productos penicilínicos para niños supone tener la paciencia de quien busca una aguja en un pajar, porque los distintos establecimientos de la red no tienen comunicación entre sí, como se constató en un recorrido realizado el 7 de junio. En uno de los locales, ubicado en la avenida Fuerzas Armadas de Caracas, la encargada informó que no había disponibilidad de ningún antibiótico pediátrico. Cuando se le preguntó en qué otro establecimiento de la cadena podría encontrarse alguno, dijo que no sabía. La misma respuesta dio ante la interrogante sobre cuándo aproximadamente podrían llegar ese tipo de medicinas en el futuro.


Farmapatria de Parque Central fue visitada el 7 de junio y tenía productos penicilínicos

Ese mismo día a las 2:40 de la tarde en el Farmapatria de Parque Central el dependiente afirmó que tenía los cuatro antibióticos pediátricos rastreados por Ipys Venezuela e informó que eran entregados gratis a quienes asistieran al lugar con récipe médico entre siete de la mañana y las cinco y media de la tarde. En la Farmacia del Centro de Economía Popular Manuelita Sáenz en el bulevar de Sabana Grande también afirmaron que tenían disponibilidad para la entrega gratuita de amoxicilina y ampicilina pediátricos. Ningún padre, sin embargo, se acercó a buscarlos mientras se hizo la visita a esa farmacia cuyos inventarios son ignorados por la mayoría de los ciudadanos en la actual época de escasez.

La intermitencia de la oferta de penicilina en establecimientos estatales no deja de resultar irónica si se examinan los planes que tenía el Estado para fabricarlos en Venezuela y revertir la dependencia de proveedores extranjeros. El Sefar estaba en el centro de los proyectos. A ese servicio se le iba a adscribir el denominado Complejo Farmacéutico Socialista que produciría, entre otros medicamentos, antibióticos penicilínicos con prioridad. La meta era tener la fábrica operativa en Guacara, estado Carabobo, antes de finalizar 2009. El fallecido presidente Hugo Chávez visitó la sede de la institución en Las Adjuntas en mayo de ese año y durante una transmisión de su programa Aló Presidente se felicitó al ver las maquetas de la industria que le mostró su equipo. “El gobierno bolivariano va a elaborar medicamentos de alta calidad como nunca antes ocurrió en Venezuela”, dijo entonces mientras aprobaba un monto aproximado de 40 millones de dólares para la primera parte de la obra. El destino que corrió el proyecto se hizo evidente con el tiempo. El área de Guacara que había sido reservada para el complejo se advertía presa de la maleza y el abandono seis años después de aquellos anuncios. Una investigación periodística publicada en el portal Armando.info demostró entonces que el espacio de la planta estaba desierto y que alrededor nadie conocía sobre la fábrica de la cual no se hizo mención siquiera en la Memorias y Cuentas del Ministerio de Salud de 2015, la última divulgada por el despacho.

Una iniciativa de características semejantes fue anunciada en 2011, cuando el ministerio firmó un contrato con la empresa de Portugal Laboratorios Atral para la construcción de dos plantas de antibióticos Penicilínicos y Cefalosporínicos en el país. El proyecto, suscrito en el marco de convenios binacionales con Portugal, fue diseñado para que dejara como resultado dos fábricas con capacidad de elaborar 339 millones de unidades anuales de 25 productos diferentes, de acuerdo con reportes oficiales. El proyecto requeriría de una inversión de 96,6 millones dólares para ejecutar la ingeniería conceptual básica, la transferencia tecnológica,  la capacitación, el entrenamiento y acompañamiento y la transferencia tecnológica hasta la producción del tercer lote industrial. En ese entonces se fijó un cronograma de acciones y se determinó que comenzaría a ponerse en marcha en junio de 2011 y se fijó junio de 2014 como fecha de finalización, lo que no ocurrió: las plantas no han sido concluidas.

En la Memoria y Cuenta del Ministerio de Salud de hace seis años los técnicos del organismo se mostraban optimistas sobre la posibilidad de “acortar tiempos de construcción”. Se señalaba en ese documento que para entonces se había realizado la evaluación técnica de cuatro terrenos y que uno localizado en Anzoátegui había resultado con amplia ventaja. En mayo de 2012, Oswaldo Velásquez Caraballo, entonces viceministro de Recursos e Insumos para la Salud, afirmó que para el mes de septiembre la planta estaría lista. La promesa se realizó en época electoral cuando usualmente el gobierno ofrece la conclusión de grandes obras para ganar voluntades del electorado. Para 2015, sin embargo, según datos oficiales, la ejecución física había superado solo 50 por ciento y la financiera era de aproximadamente 8,4 millones de dólares. Una solicitud de entrevista sobre el estatus de este proyecto y las iniciativas gubernamentales para el abastecimiento de antibióticos fue entregada en el despacho del ministro Luis López Chejade el pasado 9 de junio, pero hasta la fecha no hubo respuesta.

La Memoria y Cuenta de 2011 del Ministerio de Salud registra detalles incumplidos del proyecto para fabricar antibióticos

Una planta que ya producía antibióticos del grupo de las penicilinas era Proula Medicamentos, fábrica creada por la Universidad de Los Andes en 1995 y que tras atravesar dificultades financieras quebró en 2009, a pesar de haber solicitado apoyo al gobierno para continuar operaciones. Se había anunciado que esta compañía sería relanzada a partir de noviembre de 2015, pero la memoria y cuenta del Ministerio de Salud ese año reporta que no elaboraron ni una sola unidad. Un nuevo relanzamiento se anunció para el año pasado y se aseguró que la empresa, ubicada en el sector Lagunillas, produciría ocho millones de medicamentos como ácido fólico y acetaminofén. En la nota de prensa oficial que proporcionaba la información, sin embargo, no se hacía referencia a la producción de antibióticos penicilínicos. El proyecto de echar a andar la fábrica merideña, cuyo nombre fue cambiado a Profármacos por el gobierno, recibiría apoyo de aliados internacionales como China, Cuba y Colombia para la dotación de financiamiento, maquinaria y asesoramiento técnico.

Carente de una capacidad autónoma de producción, el gobierno también ha realizado importaciones directas de antibióticos apoyado en convenios binacionales con países como Cuba y Uruguay que sin embargo son principalmente distribuidos en los centros públicos de salud, de acuerdo con los informes ministeriales. Por ello los Centros de Diagnóstico Integral de la Misión Barrio Adentro, destinados a la atención primaria en salud en las localidades, han sido incluidos en el itinerario de búsqueda de algunas madres que afirman haber encontrado en ellos mejor suerte para conseguir medicamentos en comparación con las negativas de las farmacias. Las compras internacionales de medicamentos realizadas por Sefar, para su distribución en hospitales y atención directa al público, han sido reportadas por la Contraloría General de la República por fallas de planificación y programación que causaron la pérdida de lotes completos de medicinas de acuerdo con un informe de 2010.

Sin industrias activas                       Los laboratorios privados establecidos en Venezuela y que producían antibióticos penicilínicos atraviesan además una situación crítica que atribuyen a las políticas gubernamentales relacionadas con los controles de precios y de cambio. “Ese tipo de fármacos no se está produciendo”, dice Guillermo Velutini, representante de Laboratorios Valmor, cuando se le consulta por la caída en la fabricación de productos como la ampicilina. “Es necesario reunirse con el gobierno para que evalúen nuestras estructuras de costos y se puedan volver a comercializar estos medicamentos”. Durante 12 años permanecieron regulados los precios de 35 por ciento de las medicinas que se comercializan en el país, hasta marzo de 2016 cuando Aristóbulo Istúriz, entonces vicepresidente de la República, anunció la actualización de precios en 700 de los más de mil medicamentos regulados, pero no hubo mayores acuerdos con la industria.

Hoy en día hay productos penicilínicos que mantienen precios equivalentes a menos de un centavo de dólar, si se calculan con la tasa de cambio del recién creado Sistema de Divisas de Tipo de Cambio Complementario Flotante de Mercado (Dicom), cuya cotización es la más cercana al precio real de la divisa norteamericana entre las opciones del control de cambio oficial. Dos ejemplos de ello son algunas versiones genéricas de amoxicilina que pueden ser vendidas a 160 bolívares y de ampicilina que mantienen un precio de apenas cuatro u ocho bolívares. Velutini aclara que los nuevos costos no fueron publicados sino que reposan en notificaciones particulares entregadas por el gobierno a las empresas que fueron autorizadas para concretar los aumentos. “Pero son insuficientes, no reflejan nuestras demandas ni alientan la producción”, afirma.

El control de cambio ha hecho que las industrias establecidas en el país no hayan contado con los dólares necesarios para pagar a proveedores internacionales por materia prima importada. Los productores e importadores de medicinas han denunciado que la situación empeoró desde 2012 cuando se desplomó la entrega de divisas en un contexto de baja de los precios petroleros y de surgimiento de denuncias de casos millonarios de corrupción como el desvío de más de 30 millardos de dólares a empresas de maletín. Tito López, presidente de la Cámara de la Industria Farmacéutica, ha precisado que desde octubre del año pasado el gobierno no ha liquidado divisas  destinadas para el sector y que las 24 empresas afiliadas tienen una deuda de más de 670 millones de dólares con proveedores. El dato lo confirma Ceballos, presidente de Ferfaven, quien declaró que debido a las limitaciones cambiarias la capacidad de producción de medicamentos en los laboratorios está por debajo de 50 por ciento y no logran cubrir sus gastos operativos así lo dijo el pasado 20 de junio a la prensa local.

Las estrategias para remediar la situación han resultado fallidas en los últimos dos años. Maduro, por ejemplo, ha mantenido durante un año y medio un decreto de Emergencia Económica que le daba facultades para adoptar, entre otras medidas, las acciones necesarias para asegurar el acceso oportuno a las medicinas esenciales para la población, lo cual no ha ocurrido. Igualmente lanzó una iniciativa para activar el llamado Motor Farmacéutico. Lo hizo el 18 de febrero de 2016 desde el Palacio de Miraflores con presencia de representantes de 52 empresas farmacéuticas y tres cámaras de laboratorios. “Necesitamos producir todo en Venezuela… las medicinas que necesita nuestro pueblo y que podamos llegar a una capacidad exportadora real”. Sus palabras aún gravitan en una órbita de promesas incumplidas que ha llevado incluso a representantes estatales a ser interpelados en organismos como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).

Como ministra de Salud, Luisana Melo afirmó en una sesión de la instancia regional que en Venezuela estaba garantizado el acceso a los medicamentos como un derecho. Eso ocurrió en una sesión de la CIDH el 7 de junio de 2016. La funcionaria aseguró entonces  que si había desabastecimiento de algún rubro se trataba de un problema puntual y no de uno de carácter general. A la audiencia también asistieron representantes de 10 organizaciones no gubernamentales quienes entregaron a la comisión un informe sobre las principales carencias del sistema sanitario venezolano, incluida la de medicinas.

Mientras el tiempo pasa sin soluciones, las redes sociales se han convertido en una alternativa de cientos o miles de padres que buscan en todas partes lo que no se consigue en la farmacia más cercana. Un ejemplo de cómo han funcionado quedó reflejado en un proyecto realizado por el diario El Nacional, que impulsó desde principios de noviembre de 2016 la etiqueta #ServicioPúblico por un período de tres meses en una cuenta de twitter asociada al medio. Con ello analizó 1.948 solicitudes de medicamentos que le permitieron concluir que los derivados de la penicilina estaban entre los tres más pedidos por la ciudadanía. Dairuma González, madre de Matías, de tres años de edad, no utilizó esa etiqueta pero sí se sirvió de las redes sociales para buscar las dosis de amoxicilina con ácido clavulánico que necesitaba su hijo para tratar una faringitis. “Había recorrido todas las farmacias de Guatire y en todas la respuesta de los encargados era de hastío para decirme que no había”. Se apoyó también en los buscadores en Internet de productos que ofrecen las grandes cadenas de farmacias del país. Sin embargo en un par de ocasiones cuando llegaba a la sucursal donde según el sitio web había disponible la amoxicilina, le decían que no había, que la plataforma no había sido actualizada. “En Twitter conseguí una caja de antibiótico pero para adultos. Logré cambiarla por una dosis pediátrica con una compañera de trabajo de mi esposo. También tuve que comprar otro frasco por Facebook pero con sobreprecio”. Así es la vida común de las mamás que no tienen garantizado para sus pequeños un medicamento esencial como la penicilina.

Comentarios:

  1. Excelente articulo, como presidente del çolegio de farmacéutico del estado yaracuy, afirmó que en mi estado igual se vive esta triste realidad.
    Lo peor es que esos días o semanas en las que su estudio demuestra la presencia de antibióticos en esta cadenas de farmacia muy probablemente no era así en el resto de las casi 5000 farmacias que existen en el país que se encuentran en sitios equidistantes de las ciudades y atienden a los caseríos y poblaciones menos desasistidas y que ante esta situación donde el gobierno exige para ellos la mayoría de lo producido y estas cadenas privilegiadas por el pulmón económico pueden adquirir de manera directa la mayor cantidad de los mismos, sin la necesidad de distribuidores llamados en el país droguerias, dejan para estas últimas mencionadas tan poca cantidad para distribuir que se les hacen imposible poder abastecer toda la demanda, lo que ha traído como consecuencia que en estas pequeñas farmacias que si dependen de un distribuidor intermediario se queden sin productos y no pueden satisfacer las necesidades de los pacientes en sus comunidades y en el peor de los casos se han visto obligados a cerrar sus puertas……esto al final terminará con un mercado farmacéutico monopolizado en el país en perjuicio de los pequeños empresarios de pequeñas farmacias privadas y sobre todo perjudicando a las pequeñas comunidades que no podrán contar çon el servicio farmacéutico que siempre había estado alli para satisfacer sus necesidades.
    Retomando el tema en materia de antibióticos les puedo decir que me han manifestado varias madres que los frascos de amoxicilina o azitromicina entregados en los CDI no han hecho el efecto terapéutico deseado y han tenido que recurrir nuevamente al pediatra por reaparición de los síntomas, lamentablemente por miedo las personas impiden que recolectemos sus datos para tener evidencia ni tampoco nos traen el frasco cuyo contenido no funcionó para hacer seguimiento de su procedencia y su denuncia concreta o para tomar el numero de lote y el laboratorio que lo producen varios afirman en decir solamente que son cubanos….esto queda sólo en un comentario que sabemos que pasa, pero que no podemos denunciar por falta de evidencia.
    Con respecto al tema de resistencia bacteriana lastimosamente en más de una década atrás los trabajos de grado en ese tema se basaban en el uso abusivo de los antibióticos ya que eran automedicados y utilizados para patologías como gripes y resfriados para los cuales no están indicados y en segundo grado la suspensión de los mismos antes de tiempo por creerse el paciente ya curado. Ahora este uso indiscriminado en nuestro país por la desgarradora cifra de fallas de los mismos ha volcado la aparición de cepas bacterianas no por mucho uso por la inexistencia en su uso, tanto por no conseguirlo o no poder adquirirlo por sus valor, haciendo que patologías sencillas se transformen en complicadas y los pacientes terminan en la red hospitalaria en las que están propensos de contaminarse por las condiciones de contaminación provocadas por las infecciones nosocomiales que tanta complicaciones generan al paciente hospitalizado. Otra segunda causa de aparición de infecciones con resistencia bacteriana viene dada por que nuestras madres de pacientes pueden conseguir en casa un resto de antibiótico o un resto que es obsequiado por algún vecino o simplemente sólo consiguió un frasco y el resto necesario para culminar el tratamiento no lo consigue o en el peor de los casos no lo puede adquirir por lo costoso, quedando esa bacterias vivas en el cuerpo y aprendiendo como competir con ese antibiótico qué como se dejó de administrar las dejo de matar y las que se multipliquen ya sabrán como defenderse de ese antibiótico y por tanto ya ese antibiótico perderá la efectividad.
    Toda esta situación alarmante de fallas no sólo en antibióticos sino también los necesarios para cubrir las principales morbilidades del país me ha llevado a hacer desde muchos años atrás a denunciar ante los medios de esta situación y como sola no pude lograr nada desde el mes de abril en conjunto con otros profesionales hemos hecho denuncias como coalición intergremial en la Defensoría del pueblo y además me convertí este mes en la coordinadora en el municipio San felipe de defensores activos de los derechos humanos porque en materia de salud integral todos están siendo violados y necesitamos que el gobierno entienda y acepte la necesidad de apertura el canal humanitario en alimentos y medicinas que tanto necesita nuestra población.
    Siento que manifestando lo que se y lo que opino es una manera de aportar mi granito de arena en pro a la Venezuela sana, libre y democrática que una vez tuvimos y que todos debemos empeñarnos a rescatar.
    Por amor a Venezuela, en los que les pueda apoyar desde este estado cuenten conmigo.

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