La Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel) interrumpió la transmisión de al menos 40 emisoras durante 2017. Un año después, la mitad mantiene sus antenas apagadas y la otra está nuevamente al aire: en ambos casos esperan a que el Estado responda a sus trámites.
“Ninguna emisora legal ha sido tocada. Quien tenga dudas, que investigue los hechos de forma veraz”, alegó Andrés Eloy Méndez, cuando dirigía la institución que regula las telecomunicaciones en el país, como respuesta a las denuncias de censura en su contra por cierres masivos y procesos opacos para otorgar permisos.
La Ley vigente admite una política de silencio administrativo que atenta contra el derecho humano a la libertad de expresión. La reforma propuesta por la Asamblea Nacional en 2016, con mayoría opositora al Gobierno, no lo solucionaba.
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El viernes 25 de agosto de 2017, a las 10:45 de la noche, Salomón Ron Pedrique Heller iba a bordo de una camioneta rumbo a una zona boscosa del Ávila, la imponente montaña que bordea Caracas. La vía estaba escasamente iluminada. Dentro del vehículo se trasladaban con él cuatro inspectores de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel). Ron Pedrique, pensativo y silencioso, apenas intercambiaba palabras con ellos. Mientras transitaban cerca del Camino de Los Españoles —un profundo sendero ubicado al oeste del cerro—, los funcionarios le aseguraron que se harían responsables de su integridad física. Sabían el peligro que suponía andar por ese lugar a tan altas horas de la noche; pero debían concretar la tarea que se les había encomendado y que no podía esperar: apagar la antena de la emisora La Nueva Mágica 99.1 FM, activa desde 1989.
A Ron Pedrique le tocó ser actor de esta escena porque se desempeñaba como vicepresidente de Comercialización y Mercadeo de ese medio, que habían sacado adelante él y su familia. A las 9:00 de la noche, doce funcionarios de Conatel ingresaron a la sede de la emisora, ubicada en el Centro Comercial Ciudad Tamanaco, al este de Caracas.
—¿Dónde están los dueños? — preguntó una inspectora.
La madre de Ron Pedrique, propietaria de la estación, se encontraba fuera del país ese día. Así que lo llamaron a él: le informaron de la visita y, al poco tiempo, se apersonó.
—Venimos a cerrar
—¿Pero cuál es la razón?
—Una orden de arriba
Le pidieron que firmara un documento que exponía los motivos de la medida. “Decía que somos un monopolio radial, pero nuestra emisora es local, pequeña y no tiene otras frecuencias”, acota ahora Ron Pedrique. Aquella noche, los visitantes ordenaron apagar los equipos de la estación, que esperaba una renovación de concesión —permiso oficial para operar una estación de radio— desde 2009.
—Si vuelve a encenderlos, vendremos por ellos —amenazó la inspectora, antes de informar que debían trasladarse, de inmediato, a El Ávila para el siguiente paso.
Durante el viaje, Ron Pedrique pensaba en qué ocurriría con la frecuencia que por casi tres décadas había ocupado La Nueva Mágica. La respuesta se conoció a los cinco minutos: una nueva señal comenzó a sonar por el dial 99.1 FM al cesar las transmisiones de la emisora. Lo supo porque en ese momento recibió una llamada de Enza Carbone, presidenta de la Cámara Venezolana de la Industria de la Radiodifusión (Camradio), quien le confirmó que aquel espacio radioeléctrico había sido cedido a alguien más.
—¿Ustedes me están cerrando o le están dando el dial a otro operador? —interpeló en ese instante a los representantes de Conatel—. Si me dices que la razón del cierre es porque somos un monopolio radial, al menos deberían darnos chance para hablarlo, ¡para manifestar por qué estamos en desacuerdo!
—No sé, esa fue una orden de arriba
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“Las asignaciones de radio y televisión deben considerar criterios democráticos que garanticen una igualdad de oportunidades para todos los individuos en el acceso a los mismos”
Declaración de Principios sobre Libertad de Expresión de la Comisión Interamericana de Derechos de Humanos, 2000
Ron Pedrique aún no sabía que otros trabajadores de Conatel habían visitado esa misma noche la sede de la emisora 92.9 FM, que también operó por 28 años en Caracas. Tanto La Nueva Mágica 99.1 como 92.9 pasaron a engrosar la lista de al menos 40 emisoras de radio que Conatel decidió cerrar temporal o permanente en todo el país en 2017. Jaime Nestares, directivo del grupo empresarial al que pertenece 92.9, dio a conocer la noticia del procedimiento en las redes sociales, donde recibió mensajes de apoyo de locutores, periodistas, artistas y radioescuchas.
“¿Por qué me sacas, si el espectro radioeléctrico es tan grande como para meter otras emisoras?”, cuestiona Nestares, quien oyó, justo al momento en que se apagaron los transmisores de la 92.9 FM, cómo la emisora “Corazón Llanero” reemplazaba la que por casi tres décadas ofreció contenido dirigido a la juventud caraqueña.
Ambas frecuencias funcionaron con una espada de Damocles sobre sus antenas: esperaban a que Conatel respondiera sus solicitudes de renovar las licencias para continuar al aire, lo cual nunca ocurrió. La Asociación Internacional de Radiodifusión emitió un comunicado en contra de ambos cierres. La Cámara Venezolana de la Industria de la Radiodifusión también se pronunció: era la primera vez que esa organización rechazaba una clausura radiofónica en un año en el que, desde febrero, Conatel había apagado 35 emisoras fuera de la capital.
Estaciones ubicadas en los estados Monagas, Nueva Esparta, Yaracuy, Falcón, Barinas, Cojedes, Mérida y Zulia recibieron órdenes de detener sus transmisiones. Al igual que en Caracas, fueron visitadas por funcionarios de Conatel; y, en algunos casos, también por efectivos de la Guardia Nacional. La cantidad de medios radiofónicos sacados del aire en 2017 sólo es comparable, de acuerdo con los registros del Instituto Prensa y Sociedad (Ipys) Venezuela, con el cierre masivo de 32 radioemisoras ocurrido en agosto de 2009. Denuncias gremiales calificaron entonces la medida de “radiocidio”, pero Conatel alegó que las estaciones presentaban irregularidades en sus concesiones.
La radio venezolana enfrenta un obstáculo administrativo común para tramitar sus permisos: la falta de respuesta del Estado a peticiones de otorgamiento o renovación de concesión, lo cual encuentra amparo en la Ley Orgánica de Telecomunicaciones. La norma admite el silencio de Conatel como una forma válida de negar solicitudes sin ofrecer explicaciones. Los principios de transparencia contemplados en esa misma Ley, así como en la Constitución Nacional vigente y en estándares internacionales de Derechos Humanos, apuntan a que todos los ciudadanos merecen atención oportuna del Estado y acceso a los criterios de sus decisiones; en este caso, en torno a la asignación de frecuencias radioeléctricas.
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Artículo 31
Si el órgano rector o la Comisión Nacional de Telecomunicaciones no se pronuncian dentro de los lapsos legalmente establecidos sobre la procedencia o no de las solicitudes relativas a la obtención de habilitaciones administrativas y concesiones, así como cualquier otra solicitud realizada conforme a lo establecido en la presente Ley, dicho silencio se entenderá como una negativa de la solicitud formulada.
Ley Orgánica de Telecomunicaciones, 2000
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