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Constructoras de paz en Venezuela

De lo virtual a lo real: El impacto de las redes sociales en el desarrollo de las niñas

Victoria y Fernanda son dos niñas venezolanas, que enfrentan la presión de vivir en la era tecnológica, y de experimentar su pre adolescencia en medio de la premura por encajar

Ariana Agreda – 23/04/24

Victoria* tiene 9 años y estudia quinto grado de educación básica en un colegio privado de Cumaná, capital del estado Sucre. Desde muy pequeña sueña con tener una melena abundante, pero su cabello no le ha crecido tanto por factores genéticos. Así lo relata su madre, Rosanna Rodríguez, quien manifiesta que por generaciones las mujeres de su familia han vivido lo mismo.

La niña, que no entiende de genética, no solo sueña con una cabellera larga, también desea utilizar aparatos y tratamientos para alisarla, adquirir diferentes productos para el cuidado del rostro, pintarse las uñas, y así lograr verse un poco más coqueta y mayor. Victoria no ve necesariamente que esto deba ser la preparación para un día especial, ella solo quiere ser así, asistir al colegio lo más linda que pueda, y unirse a varias tendencias que se esparcen por redes sociales. 

“Muchas veces no entiendo por qué a mí no me dejan y a otras niñas sí. Mi mamá siempre me dice que queme etapas y que viva feliz, pero por ejemplo, Lucía y Camila (compañeras de clases) sí pueden pintarse las uñas o llevar mechones de colores que a mí me gustan. Mi mamá dice que no porque soy una niña”, indica desilusionada.

Fernanda* también tiene 9 años. A su edad, sueña con ser una influencer o creadora de contenido para redes sociales. Desea poder viajar por el mundo, grabar en diferentes países, y adquirir productos de las diferentes marcas de maquillaje y cuidado facial, tal y como ve a chicas y mujeres en las plataformas en línea.

“A mí me encanta ir a Farmatodo (cadena de farmacias y otros productos), sobre todo al pasillo donde está el maquillaje, pinturas de uñas, accesorios. Ahí hay de todo, pero voy solo a mirar porque mi mamá o mi abuela siempre están con el cuento de que soy muy pequeña para usar esas cosas”, exclama.

El hecho de ser hija única, dice Fernanda, le impide tener un mayor apoyo para pedir a sus mayores algunos productos, y poder unirse a los retos virales que circulan en las redes sociales. 

“Da rabia que no pueda tener mis cosas”, insiste. Sin embargo no se queda de brazos cruzados: “Yo igual invento mi cuidado. A veces mis tías me dejan usar sus cosas, pero no es lo mismo, mis amigas sí tienen sus productos, y ellas se ven diferentes. Yo siempre le digo a mi mamá que no le voy hacer daño a nadie, que eso es para mí cuidado”.

El desafío de educar en tiempos de redes sociales

Rosana Rodríguez, la madre de Victoria, ve con preocupación los intereses de su hija por productos de belleza a tan corta edad.  Ella asegura que esta situación no solo la vive en su familia, sino también en el salón de clases, donde se desempeña como maestra, y en el colegio en general. 

“La celebración de carnaval dejó de ser un evento de disfrute, para convertirse en una competencia entre quién está más maquillada, con las pestañas más largas o con algún accesorio extravagante”, relata. 

Desde su perspectiva considera que de esta forma, las niñas pierden “la esencia de ser niñas” porque buscan imitar alguna conducta de mayores o “lo que está de moda”. 

Hacerle frente a las redes sociales desde casa, con su hija; y en la escuela, con alumnos y alumnas, ha sido un reto para la maestra.

“Aunque trato de controlar esta situación, quizás limitando el uso de estas plataformas, de una u otra manera mi hija termina viendo eso”, dice la madre y reflexiona: “Incluso en las comiquitas o películas, el prototipo de niña es con cabello largo, maquillada, entre tantas otras cosas que hacen que mi hija quiera parecerse a ellas”. 

Mientras Rossana se las ingenia para alargar la infancia de su hija, Victoria, señala que la parte más difícil de vivir bajo las prohibiciones, es estar rodeada de amigas que la observan feo por “no estar a la moda” y la catalogan como “niña” de forma peyorativa.

“Para mis cumpleaños me hacen pedir algo acorde a mi edad. Eso siempre me dice mi mamá, aunque yo quiero hacer una fiesta en un spa, con mascarillas, tomando té, un día de relajación de chicas, pero mis papás dicen que no estoy en edad, nunca estoy en edad”, agrega la niña con frustración. 

Con una mirada apagada, Victoria asegura que no encaja en su círculo de amigas porque es señalada como “la niña” del salón. Es paradójico pues sus compañeras de clases tienen la misma edad. La diferencia es que experimentan una flexibilidad más amplia de parte de sus padres para imitar lo que ven en redes sociales.

Mundo de fantasía 

Desde su llegada, las redes sociales juegan un papel importante dentro del desarrollo de las sociedades. Si bien han servido para ser un canal de información, de cercanía con familiares o amigos y una fuente de distracción, también se han convertido en un arma de doble filo para quienes las utilizan con otros propósitos.

Este fenómeno, según la psicóloga Sandra Belisario, está asociado a la hiperrealidad en los niños, que se define como la imposibilidad para diferenciar la fantasía de la realidad, una situación que asegura es alarmante para el desarrollo infantil. 

“Tenemos que estar claros de que no vamos a tener a niños con comportamientos como los tuvimos en años anteriores, pero ahora tenemos una particularidad, y es que ya no tenemos a niños jugando en las calles, los tenemos encerrados, pegados a una pantalla y consumiendo información que no les permite crear su propia identidad”, añade.

“La obsesión por ser perfectas o por encajar en los parámetros que ellas mismas (las niñas) consideran reales, es cada vez más frecuente, y aunque esto ha sido desde siempre, ahora podemos verlo más cercano, podemos sentirlo incluso en nuestro círculo familiar”, dice la psicóloga.

Hilianni Vásquez, periodista y madre de Fernanda, de 9 años, también relata lo difícil que es experimentar junto a su hija, la presión que ejercen las redes sociales y la influencia de tener niñas que quieren convertirse en mujeres para encajar entre su grupo de amigas.

“A mí me gusta que ella sea coqueta, pero siempre respetando su edad. Le he impuesto límites, porque incluso mi hija me ha intentado quitar mi maquillaje o productos de cuidado. Muchas veces salimos y si nos encontramos con una tienda donde venden estos productos, empieza a pedirme que por favor la complazca, que le permita utilizar este o aquel producto porque es tendencia en tik tok, por ejemplo”, narra. 

“Recuerdo que en una oportunidad, un familiar le regaló dinero por su cumpleaños y ella de inmediato me expresó que quería utilizarlo para comprar mascarillas para su cara. Por supuesto hubo una negativa de mi parte y una desilusión de ella, ya que aseguraba que no la dejaba verse como las demás”, apunta.

Tendencias peligrosas

Para diciembre del año 2023, la marca de maquillaje y cuidado personal Sephora se convirtió en tendencia tras el lanzamiento de los artículos de su línea “Sephora Kids”, productos de esta cadena internacional, que prometían el cuidado facial de las niñas. Sin embargo, el rechazo de algunos usuarios ante esta idea, generaron nuevas acciones de la marca.

Esta tendencia, hizo que Alex Mago, reconocido maquillador y estilista de la ciudad de Cumaná, expusiera a través de las historias de sus plataformas digitales (textos o videos que tienen una duración de 24 horas) su alarmante preocupación, ante los mensajes de clientas que le solicitaron su orientación para comprar productos de cuidado facial para niñas.

“En diciembre viví la experiencia de recibir mensajes de madres que me pedían recomendaciones de skincare (productos de cuidados para la piel) como regalo para sus hijas”, detalla el experto. 

Las preguntas de las clientas señalaban un desconocimiento importante. Por ejemplo, mujeres le pedían recomendaciones de productos con retinol (activo para estimular la producción de colágeno y elastina), para niñas de 11 o 10 años, cuando lo que recomiendan especialistas en dermatología es su uso a partir de los 30.  

Patricia León, cosmetóloga y cosmiatra, indica que el uso de productos que contienen elementos como retinol, ácidos exfoliantes fuertes, hidratantes, o tónicos, deben realizarse bajo la supervisión de especialistas. Además insiste en que no está recomendado para niñas, aún cuando la marca indique que está elaborado para el público infantil. 

“Es necesario que se estudie lo que se va a utilizar en las niñas, sobre todo, si son nuestras hijas. Tengo clientas que vienen con sus hijas porque quieren que inicien tratamientos o inyecciones para evitar la flacidez”, añade.

Esto coincide con lo que identificó la psicóloga Sandra Belisario en pacientes que asisten a su consulta por la obsesión de llegar a cánones imposibles de belleza. Sobre ello resalta: “Esta obsesión no es solo de las hijas, sino de las madres también, porque si yo me veo bien, mi hija también se tiene que ver bien para no ser criticadas, y más cuando se imponen competencias nada sanas entre quien tiene más o quien se ve mejor”, puntualiza.

De lo virtual a lo real

Según el último informe presentado por la Organización No Gubernamental de Venezuela, Centros Comunitarios de Aprendizaje (Cecodap), durante el año 2023, se contabilizaron 191 casos de riesgo suicida en niños y adolescentes en el país, lo que significó un aumento del 17,9% respecto al año 2022, cuando la organización documentó 162 casos.

Para la psicóloga infantil, Diana Barraez, supervisar los teléfonos de los niños o niñas, es una práctica que considera sana y necesaria para conocer qué tipo de contenido consumen a través de las redes sociales, o aplicaciones de mensajería instantánea. 

“Es importante saber con quién hablan, qué están viendo, que están imitando, sobre todo para proteger a las adolescentes, porque las niñas no deberían andar con teléfono. Así de sencillo”, agrega.

Las preocupaciones de todas las personas adultas consultadas para este reportaje se basan en verdaderos peligros que trae consigo la presencia de niñas en redes sociales. 

Y es por eso que Barraez enfatiza en las graves consecuencias: “El uso de teléfonos a temprana edad no solo alteran patrones de conducta, también modifican la identidad de la niña que está expuesta a esta herramienta. Y aquí no solo hablamos de la exigencia de querer comprar un producto que está en tendencia, o de querer adelantar los procesos de su desarrollo, también he visto en la consulta, el tema del inicio de la sexualidad para las niñas y adolescentes por la distorsión que se consigue en redes”, añade. 

Países como Francia, han empezado a regular a influencers, a través de leyes que prohíben la promoción de productos “cuestionables”. Mientras estas soluciones no lleguen, queda en la familia y la escuela la responsabilidad de guiar a las niñas y niños en el uso responsable de las plataformas, y ser conscientes de que éstas también replican cánones de belleza inalcanzables, que puedan afectar negativamente la salud mental de las infancias. 

*Los testimonios fueron grabados bajo el consentimiento de sus madres, quienes al momento de la entrevista, estuvieron acompañándolas sin emitir comentarios, a fin de no invalidar las emociones de las niñas.

Información adicional no sumada al reportaje: 

Para la doctora Nilda Betancourt, dermatóloga de la ciudad de Cumaná, el uso de productos faciales para niñas representa un daño con consecuencias irreversibles.

“Las niñas no deben usar lociones como maquillaje, tónicos o estos productos que abundan en el mercado para la rutina de skincare, esto le quita la lozanía a la piel, y más cuando se utilizan de forma prolongada, sin supervisión o en exceso, esto puede ocasionar más daños que beneficios. Nosotros como especialistas podemos recomendar ese tipo de cuidados después de los 20 años, y aun así bajo supervisión profesional, ya que no todas las pieles son iguales ni con las mismas necesidades”, indica. 

“A pesar de que me dedico al maquillaje, me he mantenido al margen y he sido un poco estricto con esto de los concursos de las niñas que quizás están incursionan a temprana edad en este mundo, lo respeto y respeto a las madres que lo saben manejar, pero yo veo una línea muy delgada entre niñas que quieren que parezcan mujeres ajuro, y niñas que siguen siendo niñas, para mí, debe prevalecer siempre la inocencia, porque vivimos bajo una presión social que está teniendo repercusión”, finaliza.

El desafío de educar

Rosanna Rodríguez es una madre, que al igual que muchas, está lidiando con la exposición de su hija a las redes sociales. El uso de estas plataformas ha generado que su niña de 9 años, intente imitar ciertas conductas y estilos que van más allá de los límites que considera para su edad. 

“Ella siempre me ha manifestado que quiere tener su cabello largo, porque así lo ven en las redes, y porque ella misma me dice que no encaja entre sus amigas”, comenta. 

Rosanna también es maestra, y asegura que esta situación no solo la vive en su familia, sino también en su salón de clases y en el colegio en general. 

“Recientemente acabamos de vivir la experiencia de carnaval, y eso dejó de ser un evento de disfrute para los niños, para convertirse en una competencia entre quien estaba más maquillada, con las pestañas más largas o con algún accesorio extravagante”, relata. 

Desde su perspectiva considera que de esta forma, las niñas pierden “la esencia de ser niñas” porque buscan imitar alguna conducta o “lo que está de moda”. 

Hacerle frente a las redes sociales desde casa, con su hija; y en la escuela, con alumnos y alumnas, ha sido un reto para Rosana Rodríguez. 

“Aunque trato de controlar esta situación, quizás limitando el uso de estas plataformas, de una u otra manera ella termina viendo esto, porque incluso en las comiquitas o películas, el prototipo de niña es con cabello largo, maquillada, entre tantas cosas que hacen que mi hija quiera parecerse a ellas”, enfatiza. 

 “A nosotros como docentes nos tocó imponer reglas donde establecimos que para el día de la coronación, las niñas tenían que ir como son, como niñas. Sencillas, inocentes, genuinas, porque de eso se trata, de quemar etapas, de saber que su momento de experimentar cambios va a llegar. Y es que tenemos que hacerlo, porque ellas mismas son las que se esconden en los baños durante el receso para maquillarse, pintarse uñas y ver videos para tratar de imitar lo que está en redes”, agrega.