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Constructoras de paz en Venezuela

El valor de la apariencia: la violencia estética puede llevar a la muerte

La presión social por encajar lleva a miles de mujeres, como Lariana y Ana María, a optar por una cirugía estética. Algunas no viven para contarlo 

Ariana Agreda – 16/02/24

Los estándares de belleza siempre han estado presentes, y para las venezolanas se le agrega el peso de haber nacido en el país con “las mujeres más bellas” o con más coronas universales. Desde pequeñas nos forman con la idea de cumplir patrones que nos indican que existen medidas, color de cabello y ojos, vestimenta o incluso una forma de caminar que se relacionan con el éxito de la feminidad. 

Desde niñas se siente la presión de encajar en cualquier entorno, en ser la más bella del salón de clases, la más destacada en las disciplinas que práctica, pero sobre todo, ser la mejor vista dentro del círculo familiar. De acuerdo a esto, las mujeres crecen idealizando tener una apariencia perfecta, envidiada  o admirada, alejadas de aceptar su imagen y la transformación propia que el cuerpo tiene conforme avanzan los años.

En el análisis sociólogo, Nolmelys Rojas, especialista en el área, asegura que este fenómeno basado en estereotipos físicos, relacionados con la perfección de la mujer,  está desencadenando consecuencias que se ven reflejadas en el autoestima, salud mental y bienestar social de las féminas. 

“Vivir bajo la presión de los estándares de belleza puede llevar a la mujer a la adopción de comportamientos y prácticas perjudiciales como la obsesión por la imagen corporal, la búsqueda de la perfección física a cualquier costo y la comparación constante con los estándares irreales de belleza, y que además contribuye a la perpetuación de estereotipos de género y a la desigualdad de oportunidades para las mujeres en diferentes ámbitos de la sociedad”, puntualiza. 

“Se debe promover la diversidad de cuerpos porque es de aceptar la belleza en todas sus formas, la valoración de las mujeres por sus logros, capacidades y cualidades más allá de su apariencia física. También es fundamental fomentar la autoaceptación, el autoestima y el empoderamiento de las mujeres para poder desafiar los mensajes negativos sobre su cuerpo y valor como persona”, agrega. 

Al rechazar cualquier parte del cuerpo, la cirugía plástica se convierte en la primera opción para mejorar estéticamente ese “algo” que no le permite a la mujer encajar en un mundo de perfección estética. 

Esta idea de mujer perfecta persiguió durante mucho tiempo a Lariana Núñez, una joven periodista y modelo, quien a sus 23 años relata que durante años añoro el aumento de sus mamas para dejar de ser señalada por su apariencia, sobre todo, por aquellas personas que eran muy queridas por ella, y quienes irónicamente, ejercían mayor peso en el señalamiento y la estigmatización sobre su cuerpo. 

“Siempre recibí comentarios de mi cuerpo que me hacían sentir mal, porque cuando estás creciendo, cuando eres adolescente cualquier cosa te la tomas personal y desde los 14 o 15 años empezó mi anhelo de hacerme un aumento de mamas. Hubo un punto donde estaba prácticamente obsesionada porque seguía todas las cuentas de cirujanos de Venezuela y de Colombia y deseaba esa transformación”, reflexiona. 

Lariana recuerda que durante su paso por bachillerato fue víctima de cyberbullying, un fenómeno asociado al acoso o abuso psicológico a través del uso de herramientas como las redes sociales, internet, telefonía móvil, videojuegos, entre otros.

Una vivencia que según su relato, marcó recuerdos oscuros de una etapa que le hubiese gustado recordar con cariño.

“Recuerdo que crearon una página en Facebook con un meme donde aparecían personajes de una película y los fragmentos de textos decían: ‘¿Sí tú no tuvieras pies usarías medias?’, mientras que el otro personaje respondía: ‘No”, y la otra parte decía: “Y si no tienes senos, por qué usas brasier”, y me etiquetaban con frases como ‘Larianita eres tú’. Después de esto me senté a llorar porque no entendía por qué me hacían esto si yo no me metía con nadie”, agregó.

Ella relata que aunque tenía el apoyo de su madre, quien siempre le daba ánimos no cambiaba el hecho de que le afectara. “Yo llegaba a mi casa llorando. Siempre vivía estos ataques. Cuando iba al colegio, me atacaban, cuando iba a casa de mi abuela, me atacaban. Mi lugar seguro era mi cuarto”, indicó entre risas, asegurando que actualmente valora cada experiencia y la madurez que estas le han dejado.

Lariana, quien también ha participado en concursos de belleza, logró su intervención quirúrgica a los 22 años como un regalo de su papás, de quienes asegura fueron su respaldo durante los momentos de acoso, de lágrimas y de experiencias negativas. “No tengo la intención de operarme otra parte de mi cuerpo, hay un límite y no podemos caer en la obsesión. Ya me siento bien con mi cuerpo y mi autoestima, me operé para complacerme a mí y no para complacer a los demás”, finalizó. 

El camino hacia la perfección 

Según estimaciones de la Sociedad Internacional de Cirugía Plástica Estética, ISAPS por sus siglas en inglés, en su última encuesta realizada en el año 2021, Venezuela se ubica en el puesto número 20 de los países con más cirugías plásticas realizadas. Lista liderada por Estados Unidos, Brasil y Japón.

La Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica en su portal web reseña que en el país existen 654 profesionales de la medicina que están preparados y certificados para realizar este tipo de procedimientos quirúrgicos, sin embargo, alertan el incremento de personas no médicas que están usurpando esta profesión para realizar procedimientos estéticos sin conocer la responsabilidad y los daños que pudieran ocasionar al paciente.

La doctora Ana Bravo, reconocida cirujana plástica y reconstructivo de la ciudad de Cumaná, asegura que desde la Sociedad Venezolana de Cirugía Plástica evalúan constantemente las necesidades de cada paciente, más allá de lo que éstas solicitan a nivel físico, asegurando que existen otros factores que deben ser considerados antes de someter a una mujer a un procedimiento estético. 

“Dentro de la sociedad se nos ha sugerido, se nos aconseja muchísimo que estemos pendientes de la parte psicológica del paciente. Muchas pacientes vienen por depresión, porque tienen conflictos con la pareja y creen que operándose o aumentándole los senos eso va a cambiar su situación familiar. Lo ideal sería que esta paciente sea evaluada por un psicólogo como mínimo antes de la cirugía, pero aquí eso no se cumple, aquí somos psicólogos, cirujanos y muchas veces hasta terapeutas”, dice.

“Las mujeres que más han asistido a consulta son las mujeres que desean ‘repotenciarse’,como dicen ellas. Consultan mucho por el aumento de senos o de glúteos, incluso reconstrucciones a nivel facial, pero una cosa es tu querer hacerte un retoque y querer vivir en un consultorio con cirujanos plásticos,  y otra es poder hacer por los gastos”, finalizó. 

Durante sus 10 años como cirujana plástico, Ana Bravo asegura haberse enfrentado a casos inesperados, como jóvenes que desean transformarse antes de la edad estimada, mujeres que después del post parto buscan retomar la forma de su cuerpo, incluso aquellas que asisten al consultorio por interés de otros y no de ellas mismas. 

“Tenemos muchos casos de esas mujeres que el esposo las trae a operarse. Llegan aquí y ellos me dicen doctora quiero que me la ponga así, me le ponga esto o me le quite aquello, y cuando el esposo sale para hacerle la evaluación a la paciente, ellas mismas me indican que se sienten bien con su cuerpo. Y son esas pacientes, de las tantas que he operado, que se complican porque no se operan porque quieren operarse sino para complacer a alguien”, añadió.  

Desde este punto, la socióloga Nolmelys Rojas, resalta la importancia de destacar el principio fundamentado en los Derechos Humanos que establece el respeto por la autonomía y la integridad corporal de todas las personas. Destaca la importancia de reconocer que nadie tiene derecho sobre el cuerpo de otra persona. 

“La idea de que los hombres tienen algún derecho sobre el cuerpo de las mujeres es una creencia profundamente arraigada en estructuras patriarcales y sexistas que han existido durante siglos, en muchas sociedades. Esta creencia se basa en la idea de que los hombres tienen poder y autoridad para controlar y decidir sobre el cuerpo de una mujer, lo cual es una forma de dominación y opresión”, sentenció.

El precio de mi muerte 

En el estado Sucre no existe alguna institución u organización no gubernamental que lleve un registro del fallecimiento de mujeres durante cirugías plásticas, a nivel nacional estas cifras también escasean. Sin embargo, en los diferentes tribunales del país reposan expedientes de mujeres que fallecieron en el sueño de lograr esa figura perfecta.

Según la Gaceta Oficial de la República Bolivariana de Venezuela N° 42.068, de fecha 12 de febrero de 2021 emitida por el Ministerio de Salud, se prohíbe el uso y aplicación de sustancias de relleno (Biopolímeros, Polímeros y otros afines) en tratamientos con fines estéticos, sin embargo, ante las restricciones impuestas por el Estado, los consultorios clandestinos continúan a la luz del día.

Lograr la apariencia soñada a un menor costo, para algunas mujeres suena tentador, aun considerando los riesgos que esto puede traer a sus vidas y a sus cuerpos, se arriesgan a vivir la experiencia, aunque muchas de ellas no viven para contarla. 

Muere una mujer tras someterse a una liposucción en Venezuela” fueron los principales titulares de la prensa para el mes de febrero del año 2023, la muerte de Ana Rosa Mavarez, de 31 años de edad, se viralizaba en redes sociales. La cirugía plástica se realizó en un reconocido centro comercial de la ciudad de Cumaná, estuvo a cargo de un cirujano que ya presentaba cargos judiciales por la muerte de otras mujeres.

Petra Rivero, la madre de Ana Rosa, con un retrato de su hija. Foto: Ariana Agreda

Ana Rosa vivía en Grecia, al sureste de Europa, migró como millones de venezolanos buscando oportunidades para ofrecerles calidad de vida a sus hijos de nueve y doce años, quienes permanecían en su ciudad natal Cumaná, junto a sus abuelas. Ana regresó después de cuatro años en el exterior con el objetivo de perfeccionar su figura, según el relato de su madre, Petra Rivero, la primera opción para su cirugía fue una reconocida clínica de la capital sucrense, sin embargo, por comentarios de amigas y considerando que el precio era más tentador, accedió a visitar un consultorio de la ciudad conocido por muchos como “La Carnicería”. 

Para el 25 de febrero, las ansias de Ana Rosa superaban cualquier comentario que pudiera escuchar referente al lugar.  Aunque el consultorio no contaba con bombas de oxígenos, con salas postoperatorias, ni una ambulancia, ella accedió a la operación. 

A través de las redes sociales se viralizó un video que retrataba la escena: a las 3:00 am del 26 de febrero, familiares bajaron las escaleras del centro comercial con la camilla y el cuerpo de Ana Rosa, quien presentaba complicaciones luego de someterse a una lipoláser. Esta es una técnica para reducir la grasa abdominal a través de una leve incisión, pero que según la autopsia durante el procedimiento se le perforó uno de sus pulmones. 

El centro estético se encuentra actualmente clausurado. Foto: Ariana Agreda

“Yo no sabía de la existencia de ese centro. La acompañé porque era mi hija y confiaba en ella. Su operación inició a la una de la tarde, pero fue hasta las tres de la tarde que pasé contra la voluntad de la secretaria porque la escuchaba desde lejos llamándome y escuchaba su voz de dolor, cuando entré la vi bañada en sangre”, narró Petra Rivero, madre de la fallecida.

“La secretaria me dijo que no me dejaba pasar porque ella pensaba que yo me iba a poner nerviosa, o sea que eso me indica que ellos sabían lo que estaba pasando y nadie me informó ni hizo nada por ayudarla. Mi hija estuvo agonizando desde que terminó la operación y en el consultorio no había nadie que pudiera socorrerla”, agregó. 

Por el caso fue detenido Alexander Larrochelle, y fue clausurado el centro estético “Dr. Pedro Emilio Nassar” ubicado en el centro comercial Marina Plaza, en Cumaná. A nueve meses del suceso, Petra Rivero, madre de la víctima, continúa exigiendo justicia por la muerte de su hija y de al menos cinco mujeres más que también le añaden historial al acusado.

“A mí me han contactado familiares de otras pacientes que también fallecieron ahí y que continúan esperando que se haga justicia. Esto lo hago en el nombre de mi hija, de la abogada Teresa que también murió en manos de ese doctor. Pero también continuó esta lucha porque eran 13 personas que estaban ese día en ese consultorio y solo está preso una. Qué pasa con el resto si ellos le negaron la ayuda a Ana Rosa”, sentenció.

Alexander Ernesto Larrochelle Mocadan enfrenta cargos por los delitos de Homicidio Intencional a título de Dolo eventual bajo mala praxis médica, estafa agravada continua, omisión al socorro, intrusismo médico y agavillamiento. 

Ni una más

A pesar de no existir un registro oficial sobre el deceso de mujeres tras someterse a cirugías plásticas, la documentación de la prensa y las denuncias de sus familiares continúan haciendo valer la voz de justicia para estos casos que pudieran salvar la vida de otras tantas mujer que también sueñan con lograr la perfección estética de sus cuerpos. 

Entre esos casos de duelo, también se reseña la muerte de una joven de 24 años oriunda de la ciudad de Carúpano, en el estado Sucre, y madre de dos niños. Carmen Julia Méndez Montaño, soñaba con recuperar la figura que tenía antes de ser madre, por esta razón, se sometió a una liposucción en la clínica Bello Monte de la localidad, el pasado 03 de noviembre de este año.

Sus familiares señalaron que tras su cirugía fue trasladada al área de trauma shock donde presentó varias convulsiones, horas después de su procedimiento estético perdió la vida.

Su caso reposa en la Fiscalía Séptima Regional del Ministerio Público, y por este suceso se encuentra detenido el médico cirujano Pedro Rafael Meneses Ruíz.