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Constructoras de paz en Venezuela

En Aragua las mujeres gestionan la poca agua disponible para sus hogares

Sin importar el estrato socioeconómico, en las comunidades de Aragua son las mujeres quienes se las  ingenian para surtir a sus familias

Por Carla Carrera Ortiz – 19/07/23

Caminar hasta 10 kilómetros con un coche que suplanta a un bebé por un botellón de agua o con una carrucha adaptada para varios recipientes, es la constante de habitantes de Maracay, capital del estado Aragua donde las fallas de servicios públicos les afecta a diario.

En comunidades como La Coromoto, El Milagro, San José y el centro de la ciudad, en el municipio Girardot, así como Caña de Azúcar y José Félix Ribas, en Mario Briceño Iragorry, la escasez de agua por tubería es común, una realidad que afecta a casi todos los estratos económicos. Las mujeres, a quienes les han sido endosados los trabajos de cuidado del hogar, hacen malabares para sobrevivir y encontrar el recurso que les permita el mínimo bienestar a sus familias. 

“Se planifica dentro de lo desplanificado”

Karin Drescher es profesional y está encargada del condominio de su edificio. Ella hace, mínimo, dos viajes a la semana en su carro para llenar dos o tres botellones de agua, “porque cuando llega, tiene un olor y sabor desagradables y ni teniendo filtro en casa es posible usarla”.

Desde hace más de diez años, el agua de tubería llega a su edificio con poca frecuencia, “sólo dos días a la semana”. Dos días en los tiene que hacer todas las actividades que requieren el uso de agua en casa como lavar ropa y los baños, por ejemplo. El resto de los días, si queda agua en el tanque, se raciona 10 minutos por día.

Esta realidad, ha afectado la vida de Karin y de todas las mujeres que viven esta misma situación, quienes tienen que hacer ajustes en una dinámica que depende de la hora en la que llega el agua y las ha obligado a “vivir de una manera en la que la planificación entra dentro de lo ‘desplanificado’, porque el agua llega sin hora fija”.

Un sábado el agua llegó al edificio de Karin en la noche, tuvo que levantarse, bajar a prender la bomba y subir a su apartamento a hacer todas las labores entre la noche del sábado y la mañana del domingo. “Eso hizo que tuviera que cancelar todos mis planes familiares para el domingo”, lamentó.

Foto: «Cuando llega llega el agua, tiene un olor y sabor desagradables» Crédito: Carla Carrera Ortiz

“Sin agua no se vive”

Ninoska Montero vive con su esposo y sus dos nietos en el Barrio San José. Su hija, como tantas mujeres venezolanas, se fue del país a buscar un futuro mejor. Vive alquilada desde hace más de tres años en una vivienda que no cuenta con toma de agua, por lo que hace de 6 a 7 viajes al día, hasta el llenadero que queda a unas 7 cuadras de su residencia. Se le nota el cansancio, también la resignación.

Mientras su nieta le dice que la están grabando en video, Ninoska comenta con gracia que lo más difícil es cuando le da chicha o avena a los niños, porque van muchas veces al baño y el agua no es suficiente. Los días que va a lavar ropa son los días que más viajes hace, porque no tiene pipote grande. En la carrucha caben tres bidones grandes de 20L y uno pequeño de 5L. 

“Sin agua no se vive, es fundamental para todo, especialmente con dos niños” dice Ninoska, quien asegura que no tiene calidad de vida, al tiempo que reconoce que en dónde está es donde puede vivir.

Foto: Los bidones de agua son transportados en cualquier medio Crédito: Carla Carrera Ortiz

“Hay una tendencia a la irritabilidad cuando no se tiene agua”

Si bien la escasez de agua afecta la psiquis de las personas, en general, por no tener las condiciones para poder cumplir con las tareas básicas, la carga sobre las mujeres tiende a ser mayor por ser quienes “tienen” en casa la responsabilidad de lavar, limpiar y cocinar.

Además de una necesidad tan básica como bañarse, las mujeres deben afrontar la menstruación sin agua, lo que representa un nivel de estrés superior al que pueden enfrentarse los hombres.

 Otra necesidad que se ve afectada es la de socialización, ya que ante la escasez de agua, invitar amigos a casa no es una opción, “la parte social se ve afectada, entonces hay una tendencia a la irritabilidad cuando no dispones de ese recurso” asegura Miryam Acosta, psicóloga y especialista en dinámica de grupo, prevención de adicciones y gerencia de recursos humanos, quien señala que “el índice de calidad de vida se ve afectado cuando no se tiene agua y este está directamente relacionado con el índice de la felicidad o del bienestar general”.

 Uno de los criterios que se tiene para evaluar el Índice de Desarrollo Humano del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) está basado en los Índices de Calidad de Vida (ICV) y los ICV tienen que ver, entre otros aspectos, con la disponibilidad de los servicios básicos. Por lo que, en la medida que existan mejores condiciones, las mujeres, en este caso, pueden tener mayor acceso al bienestar general, a una mayor calidad de vida.

 Acosta asegura que “todo afecta nuestro temperamento y nuestro manejo en el desarrollo de las dificultades”. Así, “la capacidad de resiliencia que tenemos, hace que a pesar de tantos factores adversos, siempre estamos -o procuramos estar- de buen humor, buscamos el lado positivo de las cosas”, elementos y actitudes que “tienen que ver con estilos de crianza y elementos biológicos como la predisposición al suicidio o a la depresión”.

Involucrar a las mujeres es prioridad

La “Guía de Recursos para la Transversalización del Enfoque de Género en la Gestión del Agua” del 2006, sustenta la importancia y necesidad de la participación de la mujer en el proceso de gestión, recolección, uso y distribución del agua, en todos los ámbitos de la sociedad, por lo que “es preciso prestar mayor atención al control de la contaminación y al mejoramiento de la calidad del agua y del saneamiento, en beneficio de las mujeres que recolectan agua doméstica y en aras de mejorar la salud.”

El Principio 20 de la Declaración de Río (1992) estipula que “las mujeres desempeñan un papel fundamental en la ordenación del medio ambiente y en el desarrollo. Es, por tanto, imprescindible contar con su plena participación para lograr el desarrollo sostenible.” En los cinco continentes se debate a diario, con pruebas, estudios, análisis y propuestas, lo imprescindible que es para la humanidad el reconocimiento y empoderamiento de las mujeres, así como su participación activa.

Cada vez, más voces se elevan en el mundo para que las mujeres se involucren, con voz y voto, en todos los aspectos y sectores de la sociedad. En el caso de servicios públicos y recursos básicos como el agua, no es la excepción. En 2016, el Banco de Desarrollo de América Latina y el Caribe ratifica la necesidad de “una gestión más eficiente de los recursos hídricos”, en aras de mejorar “las condiciones de vida de los habitantes de la región (…) que también daría más oportunidades a las mujeres, que son el grupo más afectado por la escasez y la ineficiencia de los servicios de agua”.