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Mujeres de Quenepe promovieron “proyecto agua” en La Guaira

Durante aproximadamente dos años trabajaron en un desafiante proyecto que mejoró la calidad de vida de 300 familias

Por Valerie Calderón – 31/07/23

Desde hace varios años el estado La Guaira padece de escasez de agua. A pesar de los intentos gubernamentales de solucionar este problema, con la implementación de pozos de agua y plantas desalinizadoras en su momento, la carencia no ha cesado.

En el caso de los barrios y sectores de bajo estrato social, en donde las familias no pueden pagar semanalmente una cisterna de agua por el alto costo, les ha tocado ingeniárselas y cargar agua desde tanquillas provenientes de la montaña. La comunidad de Quenepe no escapó de esta realidad, pero las mujeres de allí no bajaron sus brazos y lograron un cambio. 

Quenepe es un barrio ubicado en la parroquia Maiquetía, en el estado La Guaira. Conecta el litoral central con el Distrito Capital, a través del llamado “Camino de los Españoles” o “Camino Real”.  

En la comunidad, una decena de mujeres organizó un proyecto en el que conectaron más de 16 rollos enteros de manguera a un río y así lograron surtir a 300 familias. Esta tarea inició aproximadamente hace 10 años. Para entonces había quienes cobraban por cargar bidones y botellones de agua desde lo alto del cerro.

“En la tanquilla se hacían largas colas. Las personas llevaban pipotes para llenarlos y los subían a jeeps para trasladarlos a sus casas. Era un calvario, definitivamente”, contó Sergia Moreno, habitante de la comunidad.

Explicó que quienes cobraban para hacer la labor se dedicaban a ello día y noche. “Era un trabajo de tiempo completo. Hasta en la madrugada se escuchaba que pasaban cargando los bidones y demás”, dijo. 

Tibisay Delgado, una de las fundadoras del llamado “Proyecto del agua”, contó que el mismo se basaba en conectar tubos y mangueras a un río ubicado en la montaña.

Para iniciar con los trabajos, en ese momento le solicitaron una parte de los materiales a la Alcaldía de Vargas. La otra parte la reunieron entre las familias que se beneficiarían. “Hicimos varias recolectas para comprar las mangueras. Las traían de Yaracuy porque salían más económicas, incluso pagando el traslado”, comentó Delgado.

Cada sábado y domingo emprendían un viaje de dos horas aproximadamente por el Camino de los Españoles hacia La Hacienda, lugar donde quedaba el río donde harían la conexión. “Subíamos un gran grupo; mujeres en su mayoría. Allí trabajábamos desde las 5 de la mañana hasta la tarde – noche”. 

Para pasar el día, también hacían recolectas de alimentos para cocinar.  Compraban proteína y verduras para hacer sancochos. “Aunque el principal motivo de toda la movilización era trabajar, nos disfrutámos cada momento. Algunos días hacíamos sopas, otras veces arroz con pollo o arepas con alguna proteína, siempre nos la ingeniábamos”, relató la fundadora. 

Muchas veces sentían que no lo lograrían o que el proyecto era demasiado para ellas, pero nunca se rindieron y persistieron hasta lograr la meta. “No fue fácil, fue un trabajo de aproximadamente dos años. Todos los fines de semana estaban apartados, incluso subían a la montaña en familia, pasaban un día diferente en la naturaleza”. 

Cuando llovía muy fuerte era un riesgo para el proyecto, ya que los tubos se salían, el camino se volvía de difícil acceso y algunas mangueras se despegaban. “Debíamos esperar varios días a que el pantano se secara para poder subir nuevamente y hacer el trabajo. No era una tarea sencilla”, destacó Delgado. 

En el momento en el que lograron hacer todas las conexiones de mangueras sintieron una gran satisfacción. “¡Lo logramos, lo logramos! ¡Abran los chorros que ya tenemos agua!”, gritaban mientras llegaban a sus hogares y abrazaban a sus familiares.

Pero el trabajo no finalizó allí. Para mantener el beneficio organizaron un comité, el mismo se encarga de cobrar mensualmente un dólar por familia para el mantenimiento de los tubos, mangueras y del camino. “Adicionalmente cobramos una comisión por este trabajo, surtimos el agua por horarios para mantenernos organizadas”.

Al finalizar el día deben subir nuevamente al tanque principal para cerrar la llave y evitar que se desperdicie el agua, hasta cuando empiece el siguiente turno al otro día.

Este proyecto mejoró la calidad de vida de las familias de la comunidad, ya que no es necesario que vuelvan al suplicio de cargar agua diariamente sino que el comité les informa los días y las horas en las que la recibirán el servicio.

“Cada familia sabe los días y las horas en que les llegará agua, la idea es que con base en eso organicen su día para que llenen sus tanques, laven su ropa o limpien su casa, lo que necesiten”.