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Mujeres en Lara viajan kilómetros y superan obstáculos para poder parir

Vivir fuera de Barquisimeto, la capital del estado Lara, significa para muchas mujeres grandes dificultades para acceder a la salud. Las embarazadas, que por recomendación médica deben realizar controles prenatales mensuales, deben emprender largos viajes y atravesar diversos obstáculos para recibir atención ginecobstétrica. Nada garantiza que puedan parir en mínimas condiciones

Jennifer Orozco – 15/07/22

41 kilómetros de distancia tuvo que recorrer María Inés Camacho, para ser atendida en el sistema público de salud en Barquisimeto. La joven de 18 años, vive en Bodare, un caserío ubicado en el municipio Iribarren al noroccidente de la capital. De su delgado cuerpo sale una gran curva: la barriga de su primer embarazo.

Julia Colmenárez, de 23 años, tiene 7 meses de embarazo y vive en Santa Inés, municipio Urdaneta, a 127.6 km kilómetros de Barquisimeto. Hace dos meses presentó algunos sangrados por lo que tuvo que viajar de emergencia a la capital. Aunque ahora está estable, recuerda todas las dificultades que vivió para que pudieran internarla y responder a su emergencia. 

En el estado Lara, según registra el Colegio de médicos, un 80% de las mujeres embarazadas, deben viajar hasta la capital, la ciudad de Barquisimeto, para tener alguna atención médica. En los municipios foráneos, donde abundan caseríos y campos, no hay ginecobstetras que las atiendan.

Unas 200 mujeres asisten semanalmente al hospital central de Barquisimeto, que es el centro asistencial más grande del estado Lara, para algún tipo de control prenatal o por emergencias durante el embarazo, de acuerdo con cifras del Colegio de Médicos del estado Lara. De estas 200, al menos la mitad son de municipios foráneos. Todas coinciden en algo: en el esfuerzo que hacen para viajar con sus barrigas, por kilómetros de carreteras, buscando las palabras de aliento o recomendaciones médicas, sorteando todas las fallas que tiene el sistema de salud en el estado Lara y con la esperanza de un parto digno. 

Costos y distancias 

Lara está compuesto por nueve municipios, siete de ellos bastante alejados de las principales ciudades y solo dos, Iribarren (capital) y Palavecino son considerados áreas metropolitanas. El resto son foráneos, en donde abundan los caseríos rurales. En esas zonas alejadas, no solo la salud es costosa, si no que el transporte público, los servicios básicos y la alimentación se hacen cuesta arriba.

Cuando la panza de María Inés se hizo evidente, decidió reunir dinero y viajar hasta Barquisimeto donde, a diferencia de su localidad Bobare, sí se presta atención ginecobstétrica. Ella necesitaba saber cuántas semanas de gestación tenía y si podía parir en el Hospital del Seguro Social Pastor Oropeza. 

“En Bobare no hay ginecobstetra público. Privado hay uno solo, que va una vez por semana al pueblo, pero cobra 20 dólares la consulta. Ese es un dinero que yo no tengo”, contó la joven, que espera ser madre primeriza. En su pueblo hay únicamente un pequeño ambulatorio donde hay un solo médico para emergencias y varias enfermeras. 

María Inés se enteró que su embarazo llegaba a las 32 semanas en su primera consulta prenatal en el  Pastor Oropeza, el 10 de junio de este 2022. Allí le informaron que esperaba un varón y que  tanto ella como el bebé tenían bajo peso. Eso significa que su parto es de alto riesgo, por lo que le recomendaron que en cuanto surgieran los dolores, se acercara  hasta el Hospital Central Antonio María Pineda de Barquisimeto. Ese es el único lugar que cuenta con especialistas de diversas áreas que pueden enfrentar  cualquier complicación.

Foto: Fachada de la emergencia obstétrica del Hospital Antonio María Pineda.

En Barquisimeto, para poder tener una cita en un centro asistencial público como el Pastor Oropreza, María Inés debe hacer una larga cola. Aproximadamente desde la 5:00 de la mañana  empiezan a llegar las pacientes y, si corren con suerte, pueden ser atendidas ese mismo día o recoger una cita para días posteriores. Todo depende de la cantidad de mujeres embarazadas que asistan en el momento y a la disponibilidad del personal médico en las áreas de ginecobstetricia.

María Inés viajó en transporte público de Bobare a Barquisimeto de madrugada. Salió de su casa a eso de las 4:00 de la mañana y llegó casi a las 6:00 al centro asistencial. Estuvo a punto de quedarse sin cita pero lo logró. Para ella, ese viaje ameritó un gran esfuerzo  porque necesitó ahorrar los 5 dólares para el pasaje ida y vuelta, además  pasar el día anterior cocinando lo que comería durante esa jornada. Sabía que podía pasar todo el día esperando en el hospital.

Otra suerte tienen las mujeres que cuentan con más recursos económicos.En una clínica privada la consulta prenatal está entre 35 y 80 dólares, dependiendo del centro médico, del especialista y de la cantidad de exámenes practicados durante las revisiones. Para alguien como Maria Inés, no es posible ese gasto. 

Parir en el interior de Lara

Al norte del estado Lara, a unos 127.6 km de distancia de la ciudad de Barquisimeto (2 horas y media en autobús), está el municipio Urdaneta, con sus muchos caseríos y su capital Siquisique. Las mujeres embarazadas de allí tratan de parir en su mismo pueblo para evitar el viaje, pero algunas presentan complicaciones y deben ser trasladadas a la capital del estado, de manera “rudimentaria”.

Una de las mayores complicaciones que enfrentan las personas de ese municipio al momento de los traslados es la falta casi absoluta de combustible, dijo Marisol Bustamante, defensora de los derechos humanos, nacida en Siquisique.

“Si una mujer se complica primero debemos ubicar un vehículo y luego el combustible para surtir. Hay parturientas y bebés que han fallecido por llegar a Barquisimeto cuando ya el parto está pasado”, explicó Bustamante.

Hace dos meses Julia Colmenarez, atravesó una situación que ameritó la intervención de varias personas. “Comencé a sangrar a las 5:00 de la mañana y tuve que esperar el amanecer para encontrar un carro que me llevara a Barquisimeto, ya que en el CDI ni en el ambulatorio de Santa Inés hay ambulancia. El carro no tenía mucha gasolina y mi esposo tuvo que pedirle litros de gasolina a casi todos los que tienen carros en el caserío, para entonces poder llenar el tanque del vehículo donde me iban a llevar. Así se hicieron las 9:00 de la mañana y yo aún en el pueblo, sangrando sin saber lo que me pasaba”, narró.

A la 1:00 de la tarde, casi desmayada del hambre y del cansancio, finalmente Julia llegó a Barquisimeto. Era una complicación menor y con reposo y hospitalización se pudo mejorar y estar bien. “Ahora estoy a punto de tener a mi bebé y solo pienso en el momento en que vaya a parir, que pueda hacerlo de manera natural y no tenga que viajar a Barquisimeto”, aseguró.  

A diferencia de Maria Inés, Julia ha podido realizar controles previos. Un pasaje desde Santa Inés, hasta Barquisimeto vale 3 dólares y no siempre hay autobuses disponibles, pero ella ha logrado tener 4 consultas prenatales.

Según el gremio médico en Lara, el 70% de las mujeres embarazadas en la entidad no tienen acceso a los 8 controles prenatales mínimos recomendados por la Organización Mundial de la Salud (OMS). Algunas de ellas ni siquiera van a un solo control y tienen embarazos marcados por la falta de vitaminas, exámenes pertinentes y una alimentación balanceada, que les de garantía de salud para ellas y sus bebés.

Del otro 30%, se habla de que tienen controles irregulares, ya sea por falta de dinero para cancelar todas las citas o por vivir en municipios foráneos a la capital larense, lo que dificulta el tener a un médico ginecobstetra de manera permanente para todas sus citas.

Sin gasolina, ni ambulancias

En el estado Lara funcionan sólo ocho ambulancias en sus nueve municipios. Esta cifra fue revelada por Alberto Domínguez, directivo del Sindicato de trabajadores del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales. Uno de los municipios que no tiene este tipo de unidades es precisamente Urdaneta, de donde es Julia.

Pero estas trabajas para movilizarse, no impide que aquellas mujeres decididas a tener cuidados prenatales asistan a sus consultas. Amanda Meléndez, de 28 años, es una de ellas. Reside en el caserío La Escalera, en el municipio Andrés Eloy Blanco, a 60.4 kilómetros de Barquisimeto, y recorre a menudo esa distancia, con su segundo hijo en el vientre, y montada en una moto.

“Me atreví a subirme a la moto cuando tenía cuatro meses de embarazo y viajar a Barquisimeto para buscar cita prenatal por el hospital central y poder parir aquí, porque en mi pueblo no hay especialistas. Mi esposo tiene una moto y es más fácil echarle gasolina, que subirme en un autobús que tarda horas en pasar y que a veces se accidentan en la vía”, contó Amanda.

Con seis meses de embarazo, Amanda ha viajado ya tres veces a la capital de Lara para hacerse exámenes y ecografías. Tiene previsto viajar unas dos veces más antes de dar a luz. “Y lo haré en moto porque la gasolina es escasa en mi pueblo, y cuando hay quieren vendértela a sobreprecio”, exclamó.

Pero Amanda sabe de amigas que han “pedido cola” en plena carretera, a productores agrícolas que se trasladan en camiones, para poder tener acceso a un especialista en Barquisimeto.“Se vienen con la carga en la parte de atrás. Algunas se arriesgan porque quieren hacerse un eco o porque quieren saber qué vitaminas se deben tomar. Uno lo hace pensando en el bien del bebé, así no parezca en un primer momento”, contó.

Pero incluso tomando todas las medidas que las mujeres pueden considerar, no hay certezas de que puedan tener un parto en buenas condiciones. Maria Inés se ha propuesto subir de peso para disminuir los riesgos al momento de dar a luz. Aún no sabe si le tocará parir en casa, en el ambulatorio de Bobare, o en el hospital Pastor Oropeza en  Barquisimeto. 

“Si me dan dolores y me da chance puedo llegar a Barquisimeto y tener a mi hijo en el Seguro, pero si no, pues será en el pueblo. Mi miedo son las complicaciones que dicen que puedo tener porque soy primeriza. He escuchado de muchachas que se les pasa el parto y mueren en el hospital”, dijo. Su cara, entonces, se llenó de preocupación y sus manos empezaron a temblar. “Con el favor de Dios mi bebé y yo saldremos vivos del parto”, concluyó.