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“Nadie te manda a abrirle las piernas a un hombre”: el drama cultural de la violencia obstétrica en Cumaná

Catorce años después de una investigación que reveló los niveles de violencia obstétrica que padecen las mujeres en el hospital de Cumaná, pacientes y personal admiten que poco se ha hecho para erradicar esta situación

Nayrobis Rodríguez – 05/03/24

Isamar Reyes esperaba que dar a luz a su primer hijo se convirtiera en el mejor día de su vida. Y de hecho, el día que nació su hija Isabel, el 23 de noviembre de 2023, fue un día que esta joven de 22 años y con apariencia de una adolescente nunca olvidará porque recibió a su primogénita. Pero el recuerdo de ese día también tiene matices grises: fue víctima de violencia obstétrica.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) define la violencia obstétrica como “toda acción u omisión por parte del personal médico y de salud que dañe, lastime, denigre o cause la muerte a la mujer durante el embarazo, parto y puerperio”.

Y, de hecho, un estudio dirigido por la OMS y publicado en la revista The Lancet en octubre de 2019 arrojó que “las mujeres más jóvenes y con menos formación son las que corren mayor riesgo de sufrir malos tratos, que pueden incluir el abuso físico y verbal, la estigmatización y la discriminación, la realización de procedimientos médicos sin su consentimiento, el uso de la fuerza durante los procedimientos y el abandono o la desatención por parte de los trabajadores sanitarios”.

Y precisamente varios de estos agravios los padeció Isamar en una de las salas de parto del Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá.

Foto: Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá. Crédito: Cuenta twitter de Mario Buffone @MarioBuffone70.

“Me dolió mucho parir y lloré, no dilataba lo suficiente y los tactos me dolían, pero una enfermera me decía que nadie me mandó a abrirle las piernas a un hombre y salir preñada. Me trataban mal, varios médicos me abrían las piernas y metían dedos y lo sentía muy doloroso. Yo lo decía y me respondían que yo era una floja”, cuenta la joven, delgada, con una estatura que no sobrepasa los 1.55 metros y el cabello rizado y atado en una coleta.

Una “cultura” que se ha instalado por más de una decada

La violencia obstétrica que se vive en las salas de parto del centro sanitario cumanés ha permanecido enquistada en el tiempo. En 2010 quedó evidenciada a través de un estudio que realizó la enfermera, abogada e investigadora Luisa Urbaneja Castillo.

Los hallazgos de la investigación fueron publicados en el libro “Primer Estudio sobre Violencia Obstétrica: Sala de Obstetricia del Servicio Autónomo Hospital Universitario Antonio Patricio de Alcalá”.

Urbaneja logró recopilar y sistematizar información con pacientes y personal de salud y los resultados arrojaron que las parturientas eran víctimas de este tipo de violencia en diversos niveles.

Un 55% de mujeres consultadas a las que se les practicó cesárea sin su consentimiento, 97% de mujeres que dieron a luz a través de parto natural en posición supina con las piernas levantadas, siendo esta la postura menos recomendada para el parto.

Otros resultados indicaron que en la sala de parto, al 56% de las mujeres se les negó acercamiento inicial con el bebé y no pudieron verlo o tocarlo momentos después de dar a luz. A un 50% de las gestantes se les aplicaron técnicas de aceleración del parto sin su consentimiento. El 40% de las encuestadas aseveró haber recibido maltrato verbal y psicológico por parte de personal de salud.

Trece años después de esta investigación, Karina Rojas acudió a este servicio de sala de parto para tener a su tercer bebé. Los dos primeros llegaron al mundo por parto natural y sin complicaciones, pero el tercer embarazo tuvo complicaciones: sufrió preeclampsia, un padecimiento caracterizado por una presión arterial elevada que afecta las arterias que suministran sangre a la placenta, según indica el portal Mayoclinic. y que puede ser potencialmente mortal tanto para la madre como para el bebé.

Karina, de 38 años de edad, requería cesárea. Pero, hasta el último minuto un médico y dos enfermeras indicaron que tendría parto natural. “Si pujaste antes, puedes pujar ahora”, recuerda que le decían mientras ella estaba tumbada en una camilla y se retorcía de dolor. “Si sigues gritando eres tú quien le está haciendo daño a tu hijo”, le dijo una de las enfermeras.

Finalmente, después de más de 10 horas de dolor, le hicieron cesárea y a su hija, quien nació sana el 15 de diciembre de 2023, la pudo ver sólo cuando estuvo en la habitación.

Estela (nombre ficticio a petición de la fuente para evitar represalias) es enfermera con más de tres décadas de servicio en el hospital de Cumaná. Ella colaboró con la investigación realizada por Luisa Urbaneja Castillo y trabajó, por casi dos décadas, en los servicios de Sala de Partos y en el de Post Parto. Para ella nada ha cambiado en catorce años en cuanto al trato que se le da a las parturientas. “Sí, es cultural”.

La profesional de salud es contundente con su afirmación y agrega: “No son solo las enfermeras y médicos, el maltrato a la embarazada está normalizado y empieza desde que llegan al área de admisión y se extiende hasta el puerperio. Ahí participan todos, el del ascensor, el vigilante, la secretaria o la que hace limpieza. No ocurre en todos los casos pero sí en la mayoría”.

Foto: Mujeres embarazadas aguardan para ser atendidas. Crédito: Mónica Salazar, de Crónica Uno

Indica además que “muchas mujeres corren con la mala suerte de no ser atendidas a tiempo, pasan desapercibidos síntomas y signos que presentan en ese momento y que pueden representar un riesgo durante el parto. No hacen buenas evaluaciones ginecológicas de las parturientas y se incumplen las normas internacionales de cómo se deben tratar a este tipo de pacientes”.  

No obstante, asegura que desde la administración del hospital, de forma periódica, ofrecen cursos y charlas en las que el tema principal es el trato correcto a las parturientas. “No lo aplican porque ya está normalizada este tipo de violencia”, afirma. 

El médico ginecólogo Abdón Alayón Esser coincide con la profesional de enfermería. Su paso por el servicio de gineco obstetricia del hospital cumanés culminó en 2005 y afirma que ya en esa época este tipo de violencia era común en las salas de parto. 

“La formación académica para los médicos es más de tipo laboral que técnica en esos aspectos. Seguramente hay charlas o algún tipo de capacitación en la actualidad, pero es más como un adicional, como un anexo y no como algo básico”, indicó.

Violencia obstétrica: la cultura de la cosificación de la mujer

América Villegas ha enfocado su labor como activista de Derechos Humanos en la defensa de los derechos sexuales y reproductivos. Para ella, el hecho de que la violencia obstétrica permanezca arraigada y normalizada, tanto en el hospital de Cumaná como en muchos otros centros sanitarios en el país, refiere a la instalación de una cultura de cosificación de la mujer y de convertir el hecho fisiológico del embarazo y el parto en una patología.

Villegas, quien además es docente e investigadora, fundadora del colectivo Parir con Placer y facilitadora de parto y nacimiento humanizado, deja ver que el maltrato institucional contra la parturienta tiene, entre otras características, un componente académico que ha pasado por alto las recomendaciones que dio la OMS en un documento que data desde hace 34 años y que establece cuáles protocolos de rutina que se deben aplicar y cuáles no, para prevenir la violencia obstétrica y tener una experiencia de parto positiva.

“A pesar de esas evidencias, el cuerpo de ciencias de la salud, medicina y obstetricia lo pasan por alto porque ellos tienen un currículo determinado, que en realidad se traduce en que yo atiendo así a las mujeres porque así fue que me formaron”.

Para ahondar en esto, explica que en Venezuela, en 2005 con Hugo Chávez en la presidencia, el mandatario “autorizó que todo el país fuera una escuela y que en todos los hospitales los médicos practicaran con los cuerpos de las pacientes. Hay como un respaldo de Estado hacia el intervencionismo, es lo que se llama el fenómeno de los pensum  o el currículo culto”.

Con esto, la activista añadió que hay un tema “estructural social y cultural” en la forma violenta en la que el sistema de salud asume el parto como si se tratase de una emergencia o un problema por resolver.

“La medicina patologiza el embarazo y el parto y eso es malísimo porque el embarazo no es una enfermedad sino un proceso natural fisiológico del cuerpo. pero cuando lo veo como algo patológico, la visión va a ser evitar la muerte en el parto y no en que se está trayendo una vida al mundo en un proceso en el cuerpo femenino, el cual se debe acompañar” explica.

Esta perspectiva que ofrece Villegas apunta que, aunque la protagonista es la mujer, el médico se apropia del proceso porque él es el quien está al frente del proceso quirúrgico o sanitario.

“Entonces, eso es cultural y, además, tiene una raíz histórica que data de hace 250 años, época en la que las mujeres eran las que parteaban y que se estableció que son los barberos cirujanos eran los que podían utilizar instrumentos y los que podían operar, les arrebatan el rol a las parteras y se apropiaron del cuerpo de las mujeres”, detalla la activista y docente.

Bajo perfil

Más allá del desahogo entre familiares y conocidos, ni Isamar ni Karina formularon denuncias sobre lo que les ocurrió durante sus partos. No acudieron a la administración del hospital, tampoco a organismos como el Instituto Regional de la Mujer o algún ente gubernamental. “¿Para qué? No fuí la única que pasó por eso y seguramente habrá más mujeres” se lamenta Karina.

Desde la organización “Ni Una Mas”, la activista Bella Justiniani afirma que ha recibido testimonios de casos de violencia obstétrica, pero que los mantienen en anonimato. “Las víctimas y los familiares, aún sabiendo la injusticia, han decidido callar y se debe respetar esas decisiones y no divulgarlos. Por tal motivo en estos momentos los casos que han sido de mi conocimiento los llevamos de muy bajo perfil”, comenta.

En julio de 2017, la administración de Nicolás Maduro hizo el lanzamiento de Plan Parto Humanizado, la premisa principal fue reivindicar los derechos de las mujeres a decidir sobre sus procesos de embarazo, parto y post parto, así como privilegiar el parto natural.

Aunque hubo intentos de conocer la situación de implementación del  plan en el estado Sucre y específicamente en Cumaná, no fue posible obtener información desde la Fundación Regional para la Salud (Fundasalud). Sin embargo, una fuente que solicitó que se omitiera su identidad indicó que este proyecto se cristalizó a través de charlas al personal de salud.