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Constructoras de paz en Venezuela

Pobreza menstrual en Bolívar: mujeres se las ingenian para hacer toallas caseras

Retazos de telas, pedazos de pañales y cortes de plástico son algunos de los recursos que utilizan para sustituir los productos de higiene menstrual, los cuales son difíciles de adquirir debido a sus costos y al poco ingreso de las mujeres

Por Eilidibeth Córdova – 01/08/23

Foto referencial: Tal Cual

En dos comunidades del municipio Caroní (y tal vez es una situación extendida en el estado Bolívar), las mujeres comparten una realidad común: en silencio crean soluciones caseras durante los días de sangrado, obligadas principalmente por sus bajos ingresos económicos. Dicen que el dinero que tienen lo gastan en comida para sus hijos.

Las Morucas, ubicada en la parroquia 5 de julio en San Félix, uno de los asentamientos campesinos más alejados, se encuentra sumergido en diferentes realidades: falta de asfaltado, ausencia de unidades de transporte público, sin alumbrado en las calles, fallas en la distribución del servicio de agua potable, entre otros.

En medio de esta precariedad, el autocuidado de las mujeres se ve más vulnerado. No pueden trasladarse con facilidad por la falta de transporte y de pasaje, no se asean como es debido cuando están menstruando por la escasez de agua, muchas están solas y sin empleos y, por los altos costos de los productos higiénicos (jabón, toallas, medicinas) prefieren sustituir las toallas sanitarias por bolsas plásticas, papel sanitario, telas de camisas, sábanas o cartón.

 

La menstruación o período, es el sangrado vaginal normal que ocurre como parte del ciclo mensual de la mujer.

Entre camisas y pañales

“Siento que muchas mujeres hemos pasado por eso y más aquí que el comercio más cercano queda a más de 20 minutos en carro y, a veces, no tenemos pasajes para ir y regresar. Otra cosa es que por aquí las bodegas venden un modes al precio de lo que cuesta el paquete”, contó Diamelis López (18).

En la actualidad, el precio de un paquete regular de toallas sanitarias oscila entre 40 a 60 bolívares. En Las Morucas, con ese monto sólo es posible adquirir dos o tres compresas. 

López añadió que, en una oportunidad, agarró una camisa vieja que estaba limpia y la cortó en tiras para utilizarla en sus días. “No es lo más cómodo, pero es mejor eso que manchar la ropa durante los cinco o seis de la menstruación”, expresó.

El no tener acceso a toallas sanitarias o los recursos para adquirirlas, ocasiona, además de molestias, que las mujeres dejen de salir a sus trabajos o estudios durante esos días.  

Crece la brecha

En Venezuela, 40 % de un grupo de 936 mujeres encuestadas, aseguró no tener acceso a productos para la gestión menstrual. Ese dato se destaca en el informe “Mujeres que resisten: Sobrevivir a una Venezuela en crisis”, realizado por la Red de Mujeres Constructoras de Paz, el cual  resume la situación de las venezolanas en temas como la salud sexual y reproductiva, estereotipos de género, violencia de género, participación de las mujeres en la política y acceso a la educación.

También una encuesta de Acción Solidaria revela que 22 % de mujeres consultadas aseguró que pausa su vida debido a la menstruación.

No tener acceso a estos insumos compromete su desarrollo y su desenvolvimiento en el espacio laboral y académico, impide que alcancen su máximo potencial como mujeres, mayor ingreso económico e incrementa la brecha de géneros y la discriminación hacia la mujer.

Como es el caso de Angelimar Vallenilla (23), una madre que indicó que cuando no tiene dinero para comprar toallas, evita salir y utiliza trozos de pañales para no mancharse tanto. 

“De un pañal de mi hijo, puedo sacar uno o dos modes, en mis días más abundantes uso los pedazos de pañales y tela. El otro día corté una toalla, porque esa tela absorbe más”, confesó Vallenilla. 

¿Comida o toallas sanitarias?

De acuerdo al informe, Ser Mujer en Venezuela: Diagnóstico Comunitario y Propuestas para la Acción Humanitaria, presentado por la Alianza Con Ellas, “una de cada cuatro mujeres no tiene nunca acceso a toallas sanitarias desechables”. 

Dicha realidad la conocen de cerca las mujeres de la UD-338 “Villa Caruachi”, una invasión que se encuentra a 15 minutos del sector Core 8 de Puerto Ordaz. 

Fernanda Tamoy (27), madre soltera con cuatro hijos, no trabaja porque está dedicada a la crianza y a las labores del hogar, depende de lo poco que recibe, bien sea de familiares o del padre de sus hijos. Desde hace varios ciclos atrás, ella dejó las toallas sanitarias porque la comida es lo primero y comenzó a usar «las económicas», término que usa para referirse a los sustitutos domésticos que utiliza durante su período. 

“He agotado casi todos los trapos limpios de mi casa. A veces, agarro una camisa que puede absorber. Los primeros días siempre son los más abundantes, por eso intento que la tela esté lo más grueso que se pueda”, dijo. 

Para Tamoy no es negociable dejar de comprar una harina pan para adquirir toallas sanitarias, “Es que no puedo hacerle eso a mis hijos”, admitió. Para ellas atender esas necesidades es una prioridad.

Sin ayuda

Cuando se trata de pobreza menstrual, las madres son las que hacen los sacrificios más grandes. Una situación que vulnera varios derechos humanos, entre ellos los relacionados con la dignidad y la igualdad. 

 

El término pobreza menstrual, hace referencia a “la incapacidad de permitirse productos para la higiene íntima femenina”, de acuerdo a la Organización de Naciones Unidas.

Los días que dura el período, algunas deciden excluirse y vivir en silencio esos días que pueden parecer más largos de los normales, o así los define Katherin Bedolla (23), madre soltera con tres hijos a su cargo. 

Al no tener apoyo del padre de sus hijos, depende casi en su totalidad de las remesas que le envía a su mamá que está fuera del país. “Lo poco que me mandan es para la comida de los niños, los cuadernos de la escuela, ropa, porque yo no gano mucho dinero”. 

Bedolla dejó de comprar las toallas sanitarias u algún otro producto menstrual. También se protege con trapos y en el medio añade algún tipo de plástico para que no se traspase tan rápido la sangre. 

Aunque desconocen el concepto de “pobreza menstrual”, todas estas mujeres reconocen lo que implica. Sumado a la falta de recursos económicos, sienten que su vida se paraliza cada vez que la menstruación llega, que les afecta su dignidad y hasta pierden su autonomía corporal, pues no pueden desplazarse y moverse como quisieran.

A la par, una higiene inadecuada durante la menstruación puede ocasionar diferentes infecciones: irritación, desequilibrio en la flora vaginal y flujo transvaginal, según Angie Valbuena, ginecóloga y obstetra, quien recomendó el uso de la copa menstrual, un dispositivo seguro, higiénico, económico y duradero.

No obstante, en Ciudad Guayana, el costo de estos protectores de silicón es de 350 bolívares a 400 bolívares, no son productos de mucho alcance y distribución y no hay, en la población, cultura para su uso.