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“Sentí que yo era solo un relleno”: el duro camino de las mujeres en la política en Cumaná

Testimonios de mujeres que se dedican a la política en Cumaná y que presentan sus nombres a cargos de elección popular apuntan a que la competencia no es solo por la búsqueda del voto, sino contra los estigmas por ser mujer 

Nayrobis Rodríguez – 28/12/23

La mayor parte de la vida de Natacha Córdova ha estado dedicada a la dirigencia política y la labor sindical. En sus casi seis décadas de vida la política ha sido vital en su formación familiar y social. Como hija de un respetado dirigente sindical y político en Cumaná, su ciudad natal, se le hizo natural desenvolverse en este ámbito. “Genéticamente nací dirigente”, dice con orgullo.

La aspiración de Natacha, quien es profesora de literatura, dirigente del Sindicato Venezolano de Maestros (Sinvema) y militante de Acción Democrática desde su adolescencia, es convertirse en alcaldesa. Para lograr su propósito ha desempeñado, por décadas, una labor como dirigente comunitaria que le ha permitido acumular un caudal social que la respalda.

En 2021 puso su nombre como candidata en el municipio Sucre, en la capital de la entidad. Inicialmente le aseguraron que el candidato unitario se seleccionaría a través de primarias o encuestas. Pero, el candidato fue seleccionado por los partidos políticos a nivel central y a pesar del apoyo que tenía en comunidades, su aspiración quedó a un lado.

Natacha fue la única mujer que, en esa oportunidad, se postuló como candidata por la oposición. En 2008 también aspiró a este cargo de elección popular junto a Luisa Mendoza, otra docente militante de AD. Ninguna de las dos tuvo éxito. Esto, según explicó, no es casualidad ya que para ella el papel de la mujer en la política electoral del estado Sucre es limitado. se les requiere para labores como incentivar el voto u organización en temas de movilización. “En las comunidades donde he trabajado arduamente me conocen, siempre me han visto en labor social y búsqueda del voto, me dicen tú eres de nuestro barrio y nos gustaría verte llegar a la alcaldía o ser diputada”.

Foto: Natacha Córdova Cortesía

Para las elecciones regionales y municipales de 2021, el Consejo Nacional Electoral (CNE) publicó un instructivo para las postulaciones alternas y paritarias de ambos sexos. Con esto buscaba garantizar que, al menos el 50% de los aspirantes a cargos para estos comicios, fueran mujeres.“Exigir postulaciones de candidatas o candidatos en una fórmula de 50% por cada género; y en caso de no ser posible, se aplicará una franja que tendrá aproximadamente el 40% y, como máximo 60% por  cada género”, indica el documento. 

La selección de mujeres para candidaturas a cargos de elección popular no es un icebreg con el que chocan las dirigentes solo en el estado Sucre. En 2020, la ONG Comisión para la Justicia y la Paz (Cepaz) publicó un informe en el que precisó que para 2020 en la Asamblea Nacional solo el 22% de las curules eran ocupadas por mujeres.

“Sentí que yo era solo un relleno, pero seguí la línea de mi partido, trabajé, fui la jefa de campaña del candidato que escogieron a nivel nacional para alcalde y por el candidato a la Gobernación, hombres ambos”, apunta la dirigente, quien advierte que en la política local el sesgo por género es evidente.

 “Yo he sentido que para cargos de representación popular las mujeres en los partidos políticos no hemos tenido el apoyo que nos merecemos o el reconocimiento”, afirma.

La presencia de las mujeres en la política electoral en Cumaná, sobre todo en sectores de oposición, no es muy amplia y esto lo confirma Adela Otaiza Narváez, quien por más de dos décadas se ha dedicado a la dirigencia sindical y cuyo ingreso a la política estuvo determinado por quien fue su esposo, el dirigente político regional de oposición, Ylberth Guilarte, con quien dio sus primeros pasos en el activismo político como una forma de acompañarlo en su labor.

Adela tiene 43 años y, además de una trayectoria como sindicalista también fue diputada suplente a la Asamblea Nacional (AN) en 2015 por el estado Sucre, un cargo que poco ejerció ya que no tuvo amplias oportunidades de asistir al parlamento nacional.

Foto: Adela Otaiza Cortesía

“A las mujeres nos cuesta muchísimo porque es una batalla gradual, primero para luchar -y esto que no se escucha como  trillado- contra los masculinos. Sienten terror con respecto a la mujer porque no nos ven como aliadas sino como un compromiso, una cuota que se debe cumplir porque está en la ley. Nos toman, prácticamente, como muletas porque nos vemos bonitas en las fotos y ellos no, porque representamos la ternura, porque todo el mundo tiene una mamá que quiere y eso vende”, enfatiza.

La experiencia de Myorushka Mejía, una abogada de 35 años y dirigente política ha tenido matices diferentes a las de Adela y Natacha. A Myorushka le ofrecieron desde Primero Justicia, el partido donde milita, la posibilidad de ser candidata a legisladora, algo que por asuntos de salud no pudo concretar en ese momento.

Sin embargo, reconoce que lograr una verdadera igualdad de la mujer con respecto a la participación masculina es una lucha que continúa y que ha tomado muchos años. “Lo que más desencajó a los partidos políticos en Sucre, con respecto a las negociaciones para concejalías y diputaciones fue la normativa de paridad del CNE. Para los partidos es como ponerlos en un tres y dos, les toca asumir una posición forzada elegir mujeres para las candidaturas”, dice.

 El papel que han luchado Vs el papel que desempeñan

La historiadora Inés Quintero apunta a que la situación que viven las mujeres que aspiran a cargos de elección popular en el estado Sucre no es un caso puntual de la entidad, sino que puede replicarse en otros estados. Ella considera  que la evolución femenina en roles importantes dentro de los partidos ha sido lenta y compleja.

Quintero explica que se necesitó mucho tiempo para que las mujeres pudieran acceder a las direcciones políticas de los grandes partidos nacionales. “Eso tiene que ver con muchísimos elementos, principalmente con la resistencia por parte de los partidos a incorporar a las mujeres a cargos de dirección, porque optan por dar un tratamiento tradicional al lugar de la mujer”, indica. 

Este tratamiento tradicional es interpretado por Adela Otaiza como el hecho de que la mujer es designada, por ejemplo, para ejercer secretarías de familia en las organizaciones políticas y que, además, se les inculca un mensaje que busca neutralizarlas. “Nos han metido esos mensajes subliminales del miedo, de la sumisión, de estar tranquilas”, advierte.  

El hecho de cumplir con la cuota de paridad exigida por el CNE es algo que pone en jaque a los dirigentes partidistas y que en muchos casos desata violencia política contra la mujer, según explica Myoruska Mejía, quien indica que designan a la mujer como la que “prepara el café” o la hacen blanco de comentarios violentos y sexistas y la inhiben de ocupar cargos que solo están designados para hombres. 

“Es muy común que si hay una secretaría familiar, designen a una mujer, pero si es un cargo como secretaría general o de organización, eso solo está dado para los hombres. Y en Sucre para cambiar esto veo que el recorrido será largo”, agrega.

En la entidad, en el sector oficialista, las mujeres dirigentes han ocupado altos cargos dentro de la administración pública y, de hecho, la actual presidenta del Consejo Legislativo del estado Sucre (Cles) es una mujer, la legisladora Juzmary Mendoza, quien durante algunos años también se desempeñó como presidenta del Instituto Regional de la Mujer. Sin embargo, no fue posible establecer contacto con ella para fines de este trabajo periodístico. 

Por su parte, tanto Natacha Córdova como Adela Otaiza coinciden en que, aunque los factores oficialistas otorgan cargos de alto perfil a la mujer, esto no se ha traducido en mejoras sociales para la mujer en cuanto a políticas públicas, ni tampoco en crecimiento femenino en roles políticos. 

“El partido de Gobierno le da mucha oportunidad a la mujer, pero son oportunidades porque son mujeres, para que cumplan la cuota de paridad, pero esas mujeres en realidad tienen poco margen de decisión en sus cargos y dependen de lo que digan los dirigentes hombres que están en los altos rangos”, aseveró Otaiza. 

En torno a esto, la historiadora Inés Quintero explica que la poca participación de la mujer en el área electoral se ha tratado de resolver a través de las leyes de paridad en procesos eleccionarios, pero que eso no se expresa necesariamente en el hecho de que sean elegidas ni tampoco en que los partidos tengan una sensibilidad más abierta a incorporar a las mujeres en los cargos de decisión de las organizaciones políticas.

Quintero refiere que la incidencia femenina real en la toma de decisiones en partidos políticos es un proceso lento, que incluye sensibilización y “maduración mucho más activa de lo que representa el lugar que ellas deben ocupar dentro de los partidos políticos”. La historiadora asegura que no es algo sencillo aunque indica que “ha habido un cambio progresivo en la organización de los partidos para ir incorporando a las mujeres en cargos de mayor decisión e incidencia” algo que, no obstante, “es insuficiente, no es masivo y depende de las direcciones políticas”.

El cambio progresivo

Para la politóloga Paola Bautista hay condiciones estructurales que dificultan la participación de la mujer en escenarios de política electoral y estas condiciones estructurales no son solamente institucionales de cada partido político y de la forma como conciben su accionar, sino que se trata de la sociedad de la forma en la que percibe el liderazgo femenino.

“Creo que para superar esas condiciones estructurales, que muchas veces se trata de machismo rancio, debe haber medias institucionales que promuevan y fortalezcan la inclusión de la mujer en espacios de decisión política, más allá de los espacios operativos”, dice.

No obstante, Paola Bautista precisa que además de sortear el problema estructural, para lograr el cambio las mujeres deben diseñar y ejecutar planes de crecimiento en las encuestas.

“Es decir, si la mujer dentro del partido tiene liderazgo certificado en un territorio específico, no hay manera de que esa mujer no sea la candidata. Entonces, creo que las mujeres tenemos que trabajar en política con perspectiva electoral”, dice Bautista.

Con esto, la especialista destaca que esto significa elaborar un plan de crecimiento en un territorio específico, crecer en niveles de exposición, para que cuando se vaya a debatir la candidatura pues efectivamente sea la candidata natural en ese espacio y no dependa de cuotas o de medidas de ajuste de género.

Para la politóloga ha habido cambios en el corto plazo, sobre todo por el hecho de que la líder nacional de la oposición venezolana es una mujer y fue votada por el 90% de las personas que participaron en el proceso electoral primario. “Eso es un signo muy importante, es un momento interesante para el liderazgo femenino”, enfatiza. 

Pero, para que ocurran cambios a largo plazo y que sean tangibles, indicó que es necesario que la mujer se enfoque en pensar en términos de poder real y de cargos de elección popular. A la par, explicó que esto debe ir de la mano con un trabajo institucional en el que se adapte y aplique esta perspectiva. 

“Que entre las mismas mujeres exista un apoyo sincero, porque uno de los daños colaterales de las cuotas paritarias es que muchas veces puede ir en detrimento de la solidaridad entre mujeres, porque se piensa que hay un cupo limitado para la para el liderazgo femenino”, reflexiona.