Tejiendo redes

Constructoras de paz en Venezuela

Mujeres líderes de Nueva Esparta se plantan frente a la violencia política de género

“Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos comprometidos puede cambiar el mundo. De hecho, sólo eso puede lograrlo”. –Margaret Mead, antropóloga cultural.

Deysi Ramos – 13/10/23

Cinco años viviendo de cerca los intríngulis de la política insular han sido suficientes para que Mairym Bruzual, presidenta del Consejo Legislativo del estado Bolivariano de Nueva Esparta (Clebne), constate que falta mucho por hacer para que se materialice una efectiva y real participación política de la mujer en los distintos espacios de toma de decisiones. 

Bruzual, abogada y técnico superior en Turismo, llegó a la política en 2018 procedente de la administración pública, cuando justamente políticos insulares necesitaban completar la cuota de paridad de género para la elección de concejales de ese año en el municipio Tubores, estado Nueva Esparta. Aceptó el reto y fue postulada al cargo por el partido Copei, “el que tiene la tarjeta”, aclara por la situación legal en la que se encuentra esta organización.  

Sin embargo, se propuso ser más que una “figurita” para completar una cuota de género. Asegura que han pretendido subestimarla y hay hasta quienes creen que “actúo porque alguien me asesora o me dice lo que tengo qué hacer. Los hombres desconocen o restan importancia a las capacidades que una pueda tener. Me subestiman y, en general, subestiman a la mujer en la toma de decisiones”, dice.   

Recientemente, la Red de Mujeres Constructoras de Paz dio a conocer el informe “Las más jóvenes, las más vulneradas: el impacto de la crisis venezolana en las mujeres entre 18 y 24 años, dentro del mismo se destaca que “en Venezuela, a pesar de las leyes promulgadas que contemplan la paridad de género y de la constitución que establece el ejercicio en condiciones de igualdad de los derechos y libertades, aún hay barreras que limitan a las mujeres en la política y en los espacios donde se toman las decisiones de peso”.

Entre los hallazgos de este estudio se muestra la escasa participación política de la mujer venezolana, motivado a distintos factores. Entre este grupo de mujeres, de 18 a 24 años, solo el 19% dice participar en alguna actividad comunitaria y, de este porcentaje, el 29% lo hace dentro de algún partido político. 

“Es entendible que la generación de jóvenes entre 18 y 24 años esté muy desencantada con la política. Son ciudadanas que desconocen el funcionamiento de las instituciones, porque éstas se encuentran difusas, así como de los procesos democráticos”, indica el informe.

Durante la presentación de esta investigación, la internacionalista, política y directora de la organización Wommu, Marialbert Barrios, destacó que la falta de referentes femeninos es una barrera para que las mujeres participen en actividades políticas-comunitarias: “Quienes han sido sus referentes son esas figuras masculinas que reproducen las prácticas del sistema patriarcal. Es decir, la discriminación, los estereotipos de género, la asignación de roles muy lejos de las capacidades de las mujeres”, dijo. 

Así lo ha experimentado en sus 7 años de andar en la política, la militante del partido Voluntad Popular en Nueva Esparta, Marie Jane Calcaterra, quien afirma que hay mucho desconocimiento sobre la participación política de la mujer.  Ella también hace énfasis en la cultura machista que es evidente. “A muchos liderazgos les cuesta aceptar que la mujer está preparada para asumir cualquier cargo”, añade. 

De acuerdo con su experiencia, una de las cosas que todavía persisten dentro de los partidos políticos en el estado Nueva Esparta es que le digan a las mujeres“No, así no”, o, «nosotros somos los que sabemos, tenemos tiempo en esto».

Entre sus los momentos más amargos recuerda cuando asumió la coordinación de organización de Voluntad Popular a nivel municipal: “Me dijeron ‘eso es mucho cargo para ti, esto es algo que debería tener un hombre’  y es una guerra que he tenido en lo personal durante estos años”.

La joven de 21 años se resiste a ver los toros desde la barrera y prefiere aportar al desarrollo del país desde otra perspectiva a la forma tradicional de hacer política, que ha decantado en la llamada “politiquería”. 

“Entré en la política por compromiso con mi país, porque me gusta el contacto y conocer la realidad de distintas personas para así saber desde donde comenzar a construir el cambio. Tengo la convicción de que podemos lograr un país distinto y me gustaría que en un futuro, cuando estemos en un mejor país, saber que di lo mejor de mí para lograrlo”, afirma Calcaterra, y sostiene que continuará haciendo valer sus derechos. 

En la actualidad, en Nueva Esparta la participación de la mujer dentro de las organizaciones políticas está muy limitada, dice la dirigente de Voluntad Popular, “normalmente las mujeres que están son asistentes, o en los puestos de logística, pocas dentro de los puestos más importantes”. 

Aunque no hay información oficial, se estima que el porcentaje de mujeres en cargos públicos se ubica entre el 25 y 30%, distribuidas -especialmente- como registradoras, directivas de educación y fundaciones o instituciones de la mujer. En cargos de elección popular en la entidad hay 2 alcaldesas, de 11 municipios que conforman el estado. En el Poder Legislativo hay tres legisladoras principales de 7 cargos posibles. Dos pertenecen al oficialismo y una a la oposición, quien es la actual presidenta de ese órgano legislativo. En cuánto a la representación neoespartana en la Asamblea Nacional (Parlamento) hay dos mujeres de 6 cargos a diputados.

¿Violencia política de género?

De acuerdo al Instituto Nacional Democrático (NDI, por sus siglas en inglés) la Violencia Basada en Género (VBG) en la política, o la Violencia Política de Género como se le llama en muchos países; abarca todas las formas de agresión, acoso, coerción e intimidación contra las mujeres como actores políticos, simplemente, porque son mujeres; esto con el propósito de desalentar a las mujeres de ser o de convertirse en políticamente activas. 

La violencia dirigida a controlar o detener la participación de la mujer en la política adopta diversas formas y se manifiesta tanto en ámbitos privados como públicos, incluyendo espacios públicos «seguros» como los partidos políticos y las instituciones.

A diferencia de otras formas de violencia electoral o política que es, generalmente, ejecutada por opositores políticos; en estos casos los perpetradores pueden ser también familiares y amigos de la mujer, miembros de su partido político, líderes comunitarios y religiosos, fuerzas de seguridad estatales y la policía, entre otros. 

El NDI advierte que los medios de comunicación también pueden desempeñar un papel influyente en la perpetuación de la violencia política de género, ya sea a través de sus propias coberturas o al difundir mensajes violentos sobre mujeres políticamente activas obtenidos de otras fuentes.

Este Instituto ha distinguido seis formas de violencia/acoso que pueden experimentar las mujeres en el ámbito político.

  1. Sexualización: se reduce a la persona a un objeto sexual y no a un sujeto político.
  2. Menosprecio físico: se ridiculiza la apariencia de la persona, asumiendo que es incapaz de ejercer como político debido a su apariencia física. 
  3. Descrédito: se desacredita la imagen política de la persona con información falsa o fuera de contexto.
  4. Instrumentalización: se afirma que el cargo o influencia de la persona se debe a cuotas de género y no a sus capacidades. 
  5. Desprecio: desacreditar a la persona en la actividad política por sus características innatas, como la edad.
  6. Violencia directa: se ataca directamente con amenazas de violencia física.

Calcaterra relata que en su labor como militante de un partido político ha experimentado varias de esas formas de violencia: “Hasta ahora no han aplicado conmigo -ni siquiera me han insinuado- la típica «operación colchón» o algo que se le parezca, pues, creo que esto se lo debo agradecer a mi carácter y mi manera de manejarme dentro de estos espacios. Sin embargo, menosprecio físico sí, bastante, y me ha tocado enfrentarlo e intentando que esto no me afecte en lo psicológico o emocional, aunque debo reconocer que emocionalmente me ha afectado. También he vivido desprecio por la edad, me dicen que «yo debería estar haciendo activismo juvenil y no en la organización municipal de una estructura». 

La violencia política de género en ocasiones se manifiesta de manera silenciosa, a través, por ejemplo, de estereotipos de género, y persigue que la víctima desista “voluntariamente”, y piense que “ella no está para hacer política”. O solo se reconozca en cargos que no involucren la toma de decisiones. 

En Nueva Esparta hay machismo político

La legisladora Mayrim Bruzual, electa por la Alianza Democrática (oposición), contó que este año ha vivido dos episodios de violencia política de género. 

En enero, cuando se realizaba la elección de la Junta Directiva del Consejo Legislativo Regional, Bruzual fue propuesta por el partido oficialista (Psuv) para presidir el Poder Legislativo insular, hecho que exacerbó los ánimos y llevó a sus compañeros de la Alianza a vilipendiarla públicamente. Tal y como se mostró anteriormente, el descrédito es una forma de manifestación de este tipo de violencia.

“Sí, he sido víctima de violencia de género. El 5 de enero, cuando fue la elección de la Junta Directiva del Clebne, los legisladores de la oposición actuaron de manera irracional y desproporcionada en mi contra, atacándome por aceptar la propuesta del Psuv de que yo fuese la Presidenta del Consejo Legislativo”, comenta Bruzual sobre ese suceso.  

Por estos hechos, los tres legisladores y el secretario de Cámara del momento tienen una denuncia ante la Fiscalía Décimo Tercera del Ministerio Público; sin embargo, no ha procedido más allá por la inmunidad parlamentaria que los protege. “Eso ha sido para mí muy difícil. Por la posición de las mujeres en estos puestos de poder, los hombres se creen en el derecho de pisotearnos y mal ponernos. La inmunidad no puede ser utilizada para descalificar y actuar contra los derechos humanos”, afirma sobre este caso en el que aún no se ha hecho justicia, dice.  

Otra situación que la puso en el ojo del huracán este año y, por la cual, también recibió insultos, en su mayoría obscenos, fue la improbación de la Memoria y Cuenta del gobernador del estado, Morel Rodríguez, por parte del cuerpo legislativo que preside. 

“Cuando una sabe dónde está parada y tiene conocimiento sobre la labor que desempeña, no anda tirando flechas. Además, en esta institución soy también presidenta de la Comisión Permanente de Contraloría, Finanzas y Economía, el informe político-administrativo presentado por el ciudadano gobernador se revisó al detalle y presentaba incongruencias; por lo tanto, no podía ser aprobado”, aclara y se apoya en sus 16 años de experiencia en el área de control fiscal durante su desempeño como funcionaria de la Controlaría del estado.  

Al tiempo que resalta que “piensan que una tiene que ser complaciente, que estamos solo para aplaudir (…) Ellos mismos buscan minimizarnos. Es duro porque no te ven como la oportunidad de vamos a hacerlo bien, somos un equipo. Sino que te ven como quien fue la que se montó en el Poder Legislativo y no cumplió con un acuerdo”. 

Bruzual, asegura que lejos de sentirse cohibida o arrinconada, estos hechos le han dado un mayor impulso para luchar por el reconocimiento de la mujer, sus reivindicaciones y la equidad de género real. Además, comenta que, a pesar de estas dos situaciones de ataques en lo personal, su posición política no ha cambiado, ya que sigue siendo opositora al gobierno nacional.  

“El machismo político es fuerte, para las mujeres y su rol en la política ha sido bastante duro que nos vean y nos reconozcan nuestras capacidades y conocimientos. Yo me he hecho respetar, soy una mujer con capacidades y cualidades, con mucha experiencia en la administración pública, eso quizá me ha permitido y me he ganado el puesto que hoy día tengo”, afirma.   

Marcar la diferencia 

Bruzual invita a las mujeres a involucrarse en la lucha política y social con una participación activa, que les permita ser generadoras de cambio. “Las mujeres tenemos que seguir demostrando de qué estamos hechas. Es momento de dejar de ser escalera para que los hombres lleguen y se posicionen. Nosotras podemos cambiar la realidad porque tenemos una visión distinta en organización y planificación», puntualiza.  

En este sentido, asegura que aunque ha tenido que “pagar un alto precio por la misoginia que existe; las vejaciones, los insultos y las descalificaciones”, es el momento de continuar haciendo política “no por capricho ni complacencia, sino para ejercerla desde la equidad y la justicia social”. 

Tal y como lo señaló la internacionalista Marialbert Barrios durante la presentación del informe de la Red de Mujeres Constructoras de Paz: “Tenemos que luchar incluso para poder cambiar consciencias que nos permitan asumirnos como esa fuerza de renovación y cambio que, verdaderamente, representamos dentro y fuera de los partidos y en las bases”.

La líder también recordó que uno de los grandes retos que tenemos aún es generar más redes de sororidad para desde allí “poder cambiar todo”. Por último recordó que “Las mujeres estamos para contar nuestras victorias desde el ser sobrevivientes y no víctimas”.