Tejiendo redes

Constructoras de paz en Venezuela

Mujeres de La Guaira van contra la marea para abrirse paso en el mundo de la pesca

Hay oficios que a la vista de la sociedad parecen estar cargados de estereotipos de géneros. Sin embargo, cada vez son más las mujeres que se preparan e incursionan en trabajos que antes eran tabú, como la construcción, la pesca, la minería, el transporte, entre otros

Luisana Herice – 14/03/24

“A pesar de que me ha tocado trabajar en otras cosas, porque hay temporadas que no son muy buenas, no dejaría jamás la pesca, porque me permite ser libre, ser quien soy y me ha ayudado a mantener mi hogar”.

Con esas frases sencillas Maribel del Rosario Suárez Mayora, de 53 años, comienza a contar lo que la pesca significa para ella, y cómo decidió ir en contra de la marea, demostrar que es capaz, aguerrida, valiente y que puede desempeñarse cualquier trabajo sin importar la fuerza física y el riesgo que represente.

Tirar una red de 70 metros de longitud o pegar una pared de bloques, aunque signifique el mayor de los esfuerzos físicos, la hacen un vivo ejemplo de igualdad e inclusión en lo laboral. Ella es el rostro de una de las tantas mujeres que se levanta mucho antes del amanecer para salir a la faena que realizan sobre lanchas en Chichiriviche de La Costa, estado La Guaira. 

Esa rutina la hace desde que tenía 8 años de edad y, en la actualidad, considera que esa forma de vida ha sido su camino para empoderarse y participar abiertamente en los espacios de decisión de su sector productivo, el pesquero.

A pesar de que su vida no ha sido fácil, Maribel ha luchado para salir adelante, y desde muy pequeña aprendió a valerse por sí sola. Fue abandonada por su madre a los dos meses de nacida, por lo que quedó bajo el cuidado de su padre, un hombre trabajador, pero con problemas de alcoholismo

“Mi papá me llevaba a todos lados, dormíamos donde nos agarraba la noche y desde muy temprana edad me tocó hacerme cargo de las labores del hogar, luego él tuvo otra pareja con la que concibió dos hijos a los que más adelante cuidé y crié, pero, lamentablemente, los dieron en adopción. Todas esas vivencias me han enseñado que puedo lograr lo que me proponga”.

No es fácil crecer sin la figura de la madre, dice. “Sé que no he sido la única. Me tocó aprender muchas cosas por mí misma y otras no de tan buena manera. Sin embargo, nunca le guardé rencor a mi mamá. Tiempo más tarde regresó y me enteré de que sufría de esquizofrenia y por eso me abandonó. Hoy doy gracias a Dios que las cosas sucedieron así porque no sé cuál sería mi destino si ella se hubiera quedado”.

Suárez no pudo culminar su bachillerato, cursó hasta segundo año debido a la falta de recursos para trasladarse del pueblo al centro educativo. Sin embargo, eso no fue una limitante para salir adelante e inculcar el amor por los estudios y la importancia del trabajo a sus hijos, quienes finalmente decidieron unirse a la tradición de la pesca.

“Tengo cuatro hijos: dos hombres de 32 y 26 y dos mujeres; una de 29 y la menor de 20 años. Todos pescan, ellos aman este oficio tanto como yo. Es que sin duda, esto nos ha dado todo lo que tenemos”.

Asegura que no le tiene miedo al trabajo, pues desde muy pequeña ha tenido que hacerlo para ayudar a su padre. “Soy la prueba viviente de que el trabajo no deshonra y que para una persona que quiere salir adelante no hay impedimentos. Sé pegar bloques hasta cerámica, siempre busco la manera de resolver porque es lo que aprendí”.

Expresa que ha vivido momentos de angustia y terror en el mar, pues en cuatro oportunidades la embarcación donde ha salido se ha quedado varada hasta por cuatro horas,  a veces por las fallas de los motores, cuyo mantenimiento cuesta mucho. 

“Gracias a Dios hemos podido regresar sanos y salvos. En esos momentos uno piensa en la familia, en los hijos. Son situaciones inesperadas que por más que se tomen las precauciones, pasa y es ahí donde te das cuenta de lo peligroso de este trabajo”. 

Foto: Con 53 años, Maribel no solo pesca sino que participa en la cadena de producción y comercialización del producto

Romper estereotipos 

Venezuela tiene 2.816 km de costa marina, en la que destacan regiones como Miranda, Cumaná, La Guaira, Nueva Esparta. También se desarrolla la pesca, de manera artesanal,  en los ríos de mayor caudal, embalses y represas. Las cuencas en donde se realiza la pesca de agua dulce son la del río Cuyuní, la del río Orinoco, la del golfo de Paria, la del río Negro, la del mar Caribe, la del lago de Valencia y la del lago de Maracaibo. 

En muchos de estos sectores, actualmente, un gran número de mujeres ahora forma parte de los consejos de pescadores y pescadoras, acuicultores y acuicultoras (Conppa), desempeñando un papel importante en la toma de decisiones.

En el caso específico de La Guaira, la región cuenta con 24 Conppa distribuidos a lo largo y ancho de nueve de las 11 parroquias. Todos tienen mujeres inscritas como pescadoras, procesadoras, unas son parte del comité, otras se encargan de la parte social y organizativa y hay quienes, además de sacar rubros del mar y procesarlos, los comercializan, asegura Luis García, presidente del Consejo de Pescadores y Acuicultores de Caraballeda.

García destaca la importancia de la figura femenina dentro de este oficio, que este 14 de marzo celebra su día nacional decretado en 2010, pues a su criterio son más cuidadosas a la hora de procesar el producto, de reparar las redes y al momento de organizar cualquier actividad social. “Le dan valor agregado a la materia prima, hacen diferentes presentaciones. Sin duda, son un pilar fundamental en cada uno de estos organismos”.

Admite que aun cuando esta actividad continúa representando un riesgo para quienes la ejecutan, y es considerado un “trabajo pesado”, en estos momentos hay más de 800 mujeres involucradas directamente con la pesca de captura

Foto: En La Guaira más de 800 mujeres forman parte de los Consejos de Pescadores Pescadoras y Agricultores de la entidad (Conppa)

“Hay algunas que tienen años pescando y la práctica les resulta muy sencilla, pero a otras, aún con tiempo en el oficio, se les dificulta. Pero esto no ha sido un impedimento para quienes han elegido este oficio como forma de vida y sustento de su hogar. A todas las admiro porque no solo se desempeñan en esta labor para mantener a sus familias, sino que a la par educan, cuidan a sus hijos y crecen como ciudadanas”.

García expresó que si hay diferencias entre el hombre y la mujer a la hora de realizar este trabajo, éstas son mínimas y están relacionadas con el tiempo de ejecución de las faenas. “Los hombres suelen ser un poco más rápidos y las mujeres son más cuidadosas y delicadas, y eso es lo que complementa la tarea”.

Ganan espacios en el mar

La Guaira está dividida en tres ejes: el central conformado por los Conppa de Playa Verde, La Guaira, Macuto y Caraballeda; el eje este, que une los de Naiguatá y Caruao; y el oeste que agrupa La Zorra, Arrecife, Las Salinas (Catia la Mar), Chichiriviche, Puerto Cruz y Puerto Maya de la parroquia Carayaca, siendo los últimos dos ejes los que acumulan mayor número de mujeres pescadoras, pues es la principal actividad económica de estos pueblos.

“En el Conppa de la Zorra tenemos alrededor de 25 mujeres y a todas las vemos pescando. En Arrecife y Las Salinas hay caladoras y otras que pescan con palangre, esta técnica se usa para capturar atún, cazón y pez espada”, explica Maike Palma, vocero institucional del Conppa y vocero estadal por el Estado Mayor de Pesca.

Foto: Según Palma, en el año 2009 hubo un aumento significativo en el número de mujeres involucradas directamente con la actividad pesquera

Entre ellas también están las que realizan actividades conexas como el mantenimiento, descarga, carretilleo, procesamiento y comercialización.

“A penas llega el producto a la orilla es descargado por las mujeres, quienes se los llevan para limpiarlo y procesarlo utilizando cuchillos especiales o machetes, escamadores. Usan mucho un cuchillo que tiene forma de pala, de acero inoxidable, que se emplea para cortar el pescado en rueda. Y, por último, lo ponen en las cavas cuando se trata de pedidos grandes; si no ellas mismas salen a venderlo y, como parte de la responsabilidad social de los consejos cooperan con el abastecimiento de casas hogares, hospitales, geriátricos, entre otras instituciones”.

Cuenta que muchas veces se sorprende al ver la fuerza que ejercen en este trabajo, que en ciertas oportunidades también resulta complejo para los hombres. “Me quedó atónito cuando las veo halando con facilidad un mecate o una red, instrumentos pesados. Me siento orgulloso de ver cómo se les ha ido incluyendo en estos espacios, donde antes no eran tomadas en cuenta y, ahora, se les da su mérito y se les reconoce el trabajo. Eso las motiva mucho».

Asegura que sí se han dado cambios significativos para las mujeres dentro de la pesca, pues en la actualidad tienen participación activa en todos los espacios de los consejos de pescadores y acuicultores, sobre todo en la toma de decisiones. “Hemos tenido mujeres presidentas. Por ejemplo en éste, hace dos vocerías atrás, la presidenta era una mujer y el Conppa de La Guaira es dirigido por una mujer desde hace años, es el único Conppa que tiene barcos y pescan a mediana y gran escala. Aquí la vocera de juventud pesquera, es una mujer también”.

Pese a la apreciación de Palma, Maribel señala que aún es discriminada, pues sus compañeros de faena tienden a subestimar sus capacidades por el simple hecho de ser mujer. 

“Piensan que no puedo lanzar una red que mide 70 metros de longitud y 1.50 metros de anchura o sacarla del mar, se impacientan cuando me tardo más que ellos preparando el anzuelo o al momento de retirar la red del agua. El hecho que sea más cuidadosa les molesta, pero a mí nada de eso me detiene, yo tengo lo que se necesita para realizar este trabajo: paciencia, agilidad y mucho coraje”.

Desde 1997 cuando entró en vigor la reforma de Ley del Trabajo, que trajo consigo mayor protección en cuanto a condiciones laborales para la mujer, éstas comenzaron a entrar con más fuerza al mercado laboral remunerado, a pesar de las segmentaciones y discriminaciones de esa época y que aún persisten en algunos sectores como la minería, el transporte, el pesquero, la construcción, entre otros.

Asegura que aún hay hombres que piensan que sus parejas se deben quedar en casa cuidando a los niños y atendiendo las labores del hogar, en lugar de salir a trabajar o estudiar. 

“Esa manera de pensar retrógrada, es sin duda, la mayor barrera que tienen algunas mujeres. No tienen la fuerza o decisión para elegir lo que quieren hacer con su vida, no saben de todo lo que podemos hacer y hasta dónde podemos llegar si nos lo proponemos”, comenta.

Del mar al éxito 

Maribel es uno de los tantos ejemplos que el que persevera vence y que con trabajo todo es posible. Lo que un día la niña que creció en la calle vio lejano, hoy es un sueño materializado. 

“Soñaba con tener una casa propia, comodidades, dormir tranquila en una cama cómoda. Por eso me he esmerado para conseguir lo que tengo y con mi trabajo pude construir un patrimonio para mí y mis hijos: mi casa, ubicada en Chichiriviche de La Costa.

Y agrega “soy fiel creyente de que los sueños sí se cumplen, siempre y cuando trabajes duro. Mi motivación son mis hijos y a ellos les he inculcado la importancia de ganarse la vida honradamente, ese será mi legado. Quiero que las mujeres de mi pueblo entiendan que no importa de dónde vengas o que tan humilde eres, avanzar y ser alguien en la vida depende de uno mismo».

Y es que los objetivos de Maribel siempre estuvieron claros y con una sola opción: trabajo y dedicación. 

Hoy los resultados obtenidos son satisfactorios y motivo de orgullo, pues todas las veces que se levantó antes de que saliera el sol, los incontables bloques que pegó en diferentes obras y hasta los tobos de cemento que le tocó cargar, la ayudaron a cristalizar otra de sus metas que es tener su propio negocio, cómo lo es Mi Esfuerzo, una pequeña posada que construyó en el pueblo de Chichiriviche, donde en temporadas altas recibe a los turistas.

“Quiero ser un buen ejemplo. Que vean que todas podemos, que solo es cuestión de intentarlo. No es fácil, es muy agotador, sentí que quería renunciar a todo, pero mis ganas de avanzar y superarme fueron más fuertes y gracias a eso tengo mi posada. Es por ello, que no me avergüenza decir que soy pescadora o que pego bloques porque eso me ha dado lo que tengo. Cuando no estoy en el mar, estoy atendiendo mi posada o trabajando la tierra”.

Cuenta que hay mujeres en su pueblo que le preguntan cómo ha logrado tanto. “Me encanta que me pregunten eso porque es ahí donde les digo que nada en esta vida se logra quedándose en casa de brazos cruzados. Si queremos algo debemos salir, buscarlo, trabajar por ello hasta conseguirlo. Yo siempre estoy haciendo algo, a veces ni tiempo de sentarme a tomar un café me da”.

Destaca que valorarse, respetarse y conocer sus cualidades, son claves para alcanzar el éxito y que con o sin pareja cualquier mujer puede salir adelante. “Eso lo aprendí de mi padre, a quien le tocó asumir el rol de padre y madre y en medio de su problema de alcoholismo, me protegió, cuidó y me enseñó a valerme por mí. De él aprendí que de cualquier manera hay que continuar, solo debemos saber de qué somos capaces y elegir el camino correcto”.

Suárez afirma que hoy en día las mujeres son responsables y capaces de desempeñar cualquier papel en la sociedad. “Muchos dicen que la pesca no es para mujeres, la mecánica tampoco, pero la realidad es que aunque no lo crean cada día somos más fuertes, más decididas y valientes, donde nos pongan vamos a destacar porque no le tenemos miedo al trabajo».

Acota que ya no existe eso de que no lo voy a hacer porque es un trabajo de hombre, ahora es yo lo haré porque yo puedo y necesito resolver. Creo que si los hombres aceptarán que las mujeres no están solo para atender el hogar, sino para hacer equipo, tendríamos una sociedad más justa e igualitaria. Todavía hay hombres que discriminan y subestiman por ser lo que somos”.

“El mundo de la pesca es mágico”

En La Guaira la pesca que realizan los 24 Conppas es artesanal, por lo que las embarcaciones utilizadas son de baja escala. Sin embargo, cuando el recorrido pasa las 12 millas náuticas, se considera pesca de altura. 

Foto: La Guaira cuenta con 24 Conppa distribuidos en 9 parroquias y todos tienen mujeres inscritas

Por lo general estas lanchas se alejan de la orilla 40, 70 u 80 millas náuticas y el tiempo que pasan en el mar depende de la especie que buscan. Si es mero o pargo pasan todo el día en el mar porque es más difícil, pero si se trata de carite es más rápido porque es troleo, salen a las 6:00 de la mañana y al mediodía están en tierra. Trolear es lanzar un nylon con carnada, hay que mantenerla dentro del agua al mismo tiempo que el bote navega a una velocidad baja y constante que va desde 4 a 8 nudos.

En esa zona hay una mujer que hace faena con un capitán y un marinero, ellos salen a las 3:00 de la madrugada y a las 9:00 de la mañana ya están de regreso porque pescan a remo, eso se llama pescar a canalete.

El número de pescadores en una embarcación también depende del tipo de faena. Hay embarcaciones que salen con dos mujeres y dos hombres, otras donde solo va una mujer, una de ellas Johana Dita, de 40 años, para quien este oficio es su pilar.

Inició en Puerto Cruz, cerca de Carayaca, a los 20 años de edad. “Para mí es mágico”. Señala que aprender las técnicas solo le tomó un par de semanas, pues su esposo, también pescador, se encargó de enseñarle cada detalle para que el trabajo le resultará más sencillo.

“Comencé echando manga. Eso es cuando lanzas una parte de la red, esperas a que lleguen los peces, luego arrojas la otra parte que también la llaman copo y, por último, halas las presas a la lancha. Eso lo hice por casi 20 años, es un trabajo maravilloso que ahora no puedo realizar porque sufro de la cervical”, cuenta Dita.

Sin embargo, no se alejó del todo de este oficio, pues ahora vende los productos a orillas de la playa. “Me toca hacer esto, que cansa igual porque debo pasar todo el día bajo el sol. Lo mejor de ir al mar era disfrutar de las grandezas de la naturaleza, ver los peces, los delfines y hasta tiburones. Aprender las técnicas y ver qué lo haces a la perfección es muy satisfactorio, ahora solo me queda la bonita experiencia”.

Johana tiene dos hijas, aunque intentó inculcarles el amor por la pesca ninguna siguió su camino. “Ellas viven en la ciudad, era difícil que les gustara. Allá tienen más oportunidades de trabajo que no son tan fuertes como este, además que tiene que gustarte porque es complejo y amerita de mucho tiempo y paciencia”.

Cuenta que en Puerto Cruz, las mujeres limpian los pescados más pequeños, mientras que los hombres se encargan de las lanchas que llegan con mayor cantidad y los animales más grandes. “Ellos se encargan de buchar, es decir, sacarle todo lo que el pescado tiene por dentro y eso se hace a orilla de mar, si llega una buena cantidad pueden pasar todo el día en eso”.

En busca de la igualdad

La FAO, organización de las Naciones Unidas para la alimentación y la agricultura, estima que cerca del 50 % dentro del sector pesquero en el mundo son mujeres, es decir, alrededor de 54 millones de mujeres se dedican a la pesca artesanal. 

También dice la Fao que muy pocas ocupan posiciones de liderazgo y todavía la mayor parte de ellas trabajan con unas condiciones inferiores a las que disfrutan los hombres.

El informe de Prodemu (2023), titulado, Género y sustentabilidad: las mujeres en el ámbito de la pesca, señala que a pesar de que las mujeres representan el 47 % de la fuerza laboral pesquera mundial, en especial en las actividades de pre y postproducción, sus aportes son ignorados y no reconocidos.

“Pese a esta invisibilización social, la participación de las mujeres ha ido en aumento en el ámbito mundial y particularmente en Chile, donde están mucho más organizadas, demandan reconocimiento simbólico, político y económico de su labor, lo que ha significado un cambio en la agenda política de las instituciones que guardan relación con el ámbito pesquero”, se detalla en el informe.

En Venezuela, desde el 2009 cuando el fallecido presidente, Hugo Chávez Frías, eliminó la pesca de arrastre como resultado de la entrada en vigencia de la Ley de Pesca y Acuicultura, muchas mujeres de los estados costeros de Venezuela comenzaron a involucrarse directamente con la pesca de captura, la acuicultura y las actividades posteriores a la captura.

El mar para ellas está siendo atractivo quizás por la recesión de otros espacios laborales, como el turismo el cual, según el Consejo Nacional del Turismo, citado en un reportaje de la Agencia de Noticias Spunik, titulado “Pescadoras venezolanas navegan en un mar de desigualdades”, publicado en 2021, ha mermado 85 %.

También la pandemia generada por el Covid-19, fue otro de los detonantes para que decidieran unirse a este oficio como forma de sustento.

En el caso de la región guaireña, en los consejos de pescadores, como vimos líneas atrás, hay registradas más de 800, que trabajan con un conglomerado de aproximadamente dos mil 200 hombres.

Ahora, la lucha de mujeres como Maribel y Johana es seguir ganando terreno e igualdad en las condiciones, tanto para el desempeño de la actividad como en el lucro. 

Lo que ganan, si pescan codo a codo con los hombres, puede significar la misma cantidad en dinero. Si no van al mar y solo procesan, cargan o limpian el ingreso es inferior. Por eso, muchas compensan con tareas adicionales, como la venta, para redondearse. 

Estas mujeres sienten que hay mucho camino por recorrer, les gustaría tener acceso a créditos para tener sus propias lanchas, reforzar sus negocios y para añadir valor a sus productos para poder competir en el mercado. 

Por ahora, señalan que visibilizar sus logros y cómo permean este oficio con perspectiva de género ayuda a documentar la escasez generalizada de datos desagregados por sexo en el sector de la pesca y la acuicultura. Ellas son las voces de las mujeres que van contra la marea, buscando un lugar en el negocio de la pesca.