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Se fue Teodoro, pero nos dejó a Tal Cual

Por Maruja Dagnino

Teodoro Petkoff pasó sus últimos años preso de una enfermedad que lo sacó tempranamente del juego mediático. Un día simplemente no regresó a su programa “Con Teodoro”,  desde donde ejercía duras críticas hacia el gobierno de Hugo Chávez, y era un irreductible defensor de los valores democráticos.

Luego de una doble fractura de cadera y una fractura del húmero, Teodoro Petkoff dejó de frecuentar la calle, pero ya Tal Cual tenía su impronta, y eso era imposible de borrar.

El fundador del diario Tal Cual sufrió junto con el periódico una de las peores persecuciones en la historia de los asedios a la prensa. No pudo recibir el premio Ortega y Gasset en 2015 en España porque sobre él pesaba una restricción de salida del país, como resultado de un juicio por difamación en injuria agravada emprendido por Diosdado Cabello. En el discurso de aceptación del premio (leído por Mario Vargas Llosa) Petkoff dijo que en la Venezuela de hoy en la que el régimen ha confiscado los derechos democráticos de la nación, no pudo salir del país. “Tengo el país por cárcel”.

El motivo pudo ser cualquiera, porque Tal Cual fue una escuela de periodismo independiente y crítico, una figura incómoda. Pero en este caso, Diosdado Cabello acusó a 23 personas de Tal Cual, La Patilla y El Nacional por haber replicado en esos medios una información del ABC de España, donde se involucraba a Cabello en actividades de narcotráfico.

El subteniente que participó con Chávez en el golpe del 4 de febrero de 1992, actual vicepresidente del PSUV, presidente de la Asamblea Nacional Constituyente y conductor del programa “Con el mazo dando”, que se transmite en el canal del Estado Venezolana de Televisión, se convirtió en el principal perseguidor no sólo de Petkoff, sino de la prensa.

Siendo titular de Conatel, en 2009 Diosdado Cabello cerró 32 emisoras de radio que tenían líneas editoriales críticas al gobierno.

El catire Petkoff, que nació en enero de 1932 en El Batey, pequeño pueblo de la región bananera del sur del Lago de Maracaibo, fue un símbolo de un país democrático, que permitió que un exguerrillero se convirtiera en un Ministro bajo un gobierno socialcristiano. Teodoro, el economista, bajo el segundo gobierno de Caldera fue titular de un ministerio sin cartera, la Oficina Central de Coordinación y Planificación (Cordiplan). De esa época, en la que tuvo que lidiar con un país con un barril de petróleo devaluado, es su célebre frase “Estamos mal, pero vamos bien”.

“Protagonista de dos espectaculares escapes de los calabozos en los cuales estuvo recluido, Petkoff, junto a casi todos los políticos de la izquierda venezolana, se acogió, a finales de los años sesenta, a los términos de la pacificación propuesta por los Gobiernos de Raúl Leoni y Rafael Caldera”, escribe Alonso Moleiro para El País.

“El general Marcos Pérez Jiménez cayó en 1958, pero los comunistas fueron excluidos del gobierno por temor del entonces presidente Rómulo Betancourt de despertar dudas en Washington sobre su gestión si compartía el poder con los comunistas y así acabar por correr con la misma suerte de su viejo compañero de partido, el expresidente socialdemócrata y escritor Rómulo Gallegos, que fue derrocado por Pérez Jiménez, quien contó entonces con el apoyo de Estados Unidos”, publica Associated Press.

El presidente socialcristiano Rafael Caldera, que comenzaba su primer gobierno (1969-1974), facilitó la pacificación ofreciendo una amnistía. Y Petkoff abrazó la democracia.

Teodoro Petkoff fue un hombre con una personalidad única que sabía escuchar, pero también hablaba “claro y raspao”. Muchos opositores al gobierno de Chávez no le perdonaron haber advertido que lo del 11 de abril de 2002 fue un golpe de Estado. Que al final tanto réditos le dio al gobierno.

Fue esa fidelidad entre la palabra y el pensamiento justamente lo que lo hizo blanco de persecuciones desde el Poder, hasta el día que lo visitó un juez en su casa para verificar su estado de salud y decretar lo que los abogados llaman su “muerte civil”. Una restricción para tomar decisiones por cuenta propia.

Luego de abandonar la política, Petkoff se reinventó en el periodismo. Desde Tal Cual ejerció su capacidad para analizar e interpretar, con un lenguaje propio. El periódico de Teodoro, financiado en un principio por Hans Neuman destacó por una rigurosidad que, combinada con audacia, llevó a TalCual a convertirse en la voz de una conciencia que ha sobrevivido a multas, demandas, restricciones de papel, declaraciones agraviantes, amenazas, censura y otras modalidades de violaciones a la libertad de expresión.

El miércoles 31 de octubre Teodoro Petkoff finalmente dijo adiós, pero dejó un periódico y toda una obra que invita a pensar sin complacencias.

Lea “La persecución a Petkoff impuso el miedo” por Hugo Prieto, en Crónicas insumisas

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