jueves , abril 18 2024

El tuitómetro de la intolerancia en Venezuela

La quinta edición del Tuitómentro de IPYS Venezuela analizó los rasgos del discurso de odio, desde cuatro perfiles de actores políticos con destacada influencia tanto del oficialismo como de la oposición. Los sectores que acompañan a Nicolás Maduro así como a Juan Guaidó, mantuvieron una jerga inflamatoria en los primeros cuatro meses de 2019. La agenda en Twitter la construyeron con mensajes que alentaban la confrontación, la intolerancia. Desde ambos polos se valieron de acusaciones sin pruebas que promueven el odio, uno de los peligros que enfrenta la libertad de expresión.

 Mariengracia Chirinos y Abril Mejías
Especial para IPYS Venezuela

 

Terrorismo, usurpador, criminales, ataque, guerra, violencia, miedo, odio, lucha, traidores, golpe. Este fue parte del repertorio narrativo al que recurrió un grupo de altos líderes políticos venezolanos, entre ellos Nicolás Maduro y Juan Guaidó para mantener una atmósfera de intolerancia y confrontación en la agitada agenda pública de Twitter en Venezuela, durante los primeros cinco meses de 2019.

Con estas palabras construyeron un campo de confrontación dominado por un verbo incendiario para impactar la tuitósfera, entre el 10 de enero y el 10 de mayo, cuatro meses marcados por dos mandatos presidenciales en simultáneo en Venezuela.

Los argumentos para justificar el conflicto político, los apagones y las discusiones sobre la ayuda humanitaria determinaron la conversación del oficialismo y la oposición en Twitter, con narrativas inflamatorias, término con el que la UNESCO define las prácticas comunicativas que propagan contenidos perturbadores y amplifican los discursos de odio. Este organismo alerta sobre este fenómeno en vista de que son acciones que derivan en retóricas violentas y peligrosas para la deliberación pública con el objetivo de causar resultados violentos, intolerancia o discriminación, lo cual afecta la convivencia pacífica y el entendimiento en las sociedades.

Catalizadores de la violencia

La Unesco ha dicho que “el discurso del odio como concepto también ha sido cuestionado por ser demasiado amplio y abierto a la manipulación, y se ha avanzado en concepciones más limitadas, incluyendo el ´discurso peligroso´ y el ´discurso de miedo´ para enfocarse en la capacidad del habla de causar daño y conducir a resultados violentos. Si bien el discurso de odio se encuentra, de alguna forma, en casi todas las sociedades, incluidas aquellas en las que el riesgo de violencia es limitado, el concepto de discurso peligroso tiene como objetivo aislar los actos que tienen una probabilidad significativa de ´catalizar o amplificar la violencia por un grupo´ contra otro”.

El marco de referencia de esta organización también apunta que la valoración de peligro viene determinada por diversas variables “i) el carácter y la popularidad del hablante; ii) el estado emocional de la audiencia; iii) el contenido del discurso actúa como un llamado a la acción; iv) el contexto histórico y social en el que se produce el acto; y v) los medios utilizados para difundirlo.

Con base en estos criterios, IPYS Venezuela emprendió una nueva medición del Tuitómetro. Abarcó el lapso entre el 10 de enero al 10 de mayo de 2019 y se estudiaron los mensajes de intolerancia, discriminación política, enmarcados en un discurso violento, que se fundamentaban en expresiones peligrosas e inflamatorias, que a juicio de la Unesco forman parte del amplio fenómeno del discurso de odio.

En esta oportunidad, el marcador  del TuitómetroIPYSVe caputuró una muestra en 121 días, en momentos de alta conflictividad política en el país. El estudio reveló que en los primeros cuatro meses del año que se lanzaron a Twitter 261 mensajes con contenidos de intolerancia y un verbo violento, por parte de Nicolás Maduro, Juan Guaidó y así como de otros seis personalidades políticas y funcionarios públicos, que forman parte del equipo que los acompañaban, en ese momento, a determinar la agenda pública.

En este repertorio de mensajes violentos también se encontraron los contenidos posteados por líderes de la Asamblea Nacional, Edgardo Zambrano, Stalin González y la opositora María Corina Machado. Por parte del oficialismo se unieron en la misma línea Diosdado Cabello, Delcy Rodríguez y Jorge Rodríguez.  Esta es muestra pero refleja parte de la representación del liderazgo político en el país a lo largo de 2019.

Sus perfiles en Twitter permitieron analizar la construcción de una retórica violenta, que es un punto de discusión y de preocupación en la agenda global en materia de libertad de expresión. La relatoría especial de Naciones Unidas para la Libertad de Expresión destaca que “los funcionarios públicos tienen una responsabilidad especial” rechazar y no amplificar “el discurso de odio”.

La Unesco, en sus análisis sobre el discurso de odio, ha considerado que “las conversaciones de Twitter organizadas en torno a temas de tendencia pueden facilitar la difusión rápida y amplia de mensajes de odio, pero también ofrecen la oportunidad para que los oradores influyentes eviten los mensajes y posiblemente terminen en los hilos populares que incitan a la violencia”.

Amplificadores del verbo inflamatorio

La reciente Estrategia y plan de acción de Naciones Unidas para la lucha contra el discurso de odio, publicada en junio de 2019, estableció que “el discurso público se está convirtiendo en un arma para cosechar ganancias políticas con una retórica incendiaria que estigmatiza y deshumaniza a las minorías” y “todos aquellos etiquetados como “los otros”. La ONU también alertó que “el odio se está generalizando, tanto en las democracias liberales como en los sistemas autoritarios y, con cada norma que se rompe, se debilitan los pilares de nuestra común humanidad”.

Venezuela no es la excepción. Desde los cuatro perfiles de Twitter de voceros del oficialism que se analizaron en esta investigación se preparó una artillería con 164 tuits con contenidos peligrosos. La mayoría de estos mensajes, entre enero y mayo, los utilizaron para rechazar el conflicto político y las acciones emprendidas por la Asamblea Nacional, con la que llamaban al “Cese de la usurpación, gobierno de transición y elecciones libres”, así como la supuesta intervención del gobierno de Estados Unidos en la soberanía de Venezuela, que fue acompañada por diversas sanciones.

Pero entre marzo y abril, los perfiles de Twitter de Nicolás Maduro, Delcy Rodríguez y Jorge Rodríguez afilaron su estrategia inflamatoria en torno a la crisis eléctrica, a propósito de apagones generales que afectaron al país. En 35 tuits reforzaron la tesis de una supuesta “guerra eléctrica imperial”, “arremetida criminal”, y de un “ataque terrorista”. Esta narrativa muestra un verbo veligerante e incendiario, que son determinantes en lo que la Unesco ha calificado como matices del discurso de odio como riesgo para la libertad de expresión.

Por su parte, en seis mensajes, Juan Guaidó se sumó en la línea de responder y amplificar los mensajes agresivos en torno a los apagones. Señaló a Nicolás Maduro y a su gestión como “usurpador”, “mentirosos” y “corruptos”. La líder del partido Vente Venezuela, María Corina Machado también vociferó que en el país había grupos “terroristas”.

Este fue uno de los temas de la conversación en Twitter de algunos emblemas de la oposición venezolana, la cual se redujo su narrativa al conflicto político, la presión militar, los apagones y las diligencias políticas en torno de la ayuda humanitaria para Venezuela. Pero también los cuatro perfiles de este sector alimentaron el discurso agitador y utilizaron una narrativa violenta e incendiaria.

Desde las cuentas de Juan Guaidó, Edgardo Zambrano, Stalin González, quienes representan al parlamento nacional, así como por parte de María Corina Machado, se contabilizaron 87 tuits con discursos agresivos, discriminatorios e intolerantes que alimentaron una atmósfera incendiaria.

La agenda de este sector estuvo concentrada a increpar al gobierno de Nicolás Maduro y dirigir mensajes de confrontación que retaban al sector militar que acompaña al madurismo. En Twitter, estas personalidades se dedicaron a destacar, con un verbo agraviante e inflamatorio, las acciones que ellos emprendieron en torno al intento de la ayuda humanitaria durante el mes de febrero.

La Unesco, desde 2015, ha llamado su atención por la construcción de diversos tipos de discursos de odio, que van desde los mensajes peligrosos, que se utilizan como “catalizadores” o “amplificadores” de la violencia, hasta los mensajes que incentivan el miedo y también derivan en violencia.

Con estas prácticas de los primeros cuatro meses de 2019 tanto el oficialismo como la oposición en Venezuela alimentaron la polarización política, una variable determinante que ha caracterizado a Venezuela en los últimos 20 años, según el análisis de la historiadora Margarita López Maya. Este juego se intensifica en Twitter y, por lo menos los ocho perfiles analizados, reflejan expresiones “que alimentan un ambiente de prejuicio e intolerancia”, de acuerdo con los estándares contra el discurso de odio de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), organismo que ha dicho que este fenómeno incentiva también “la discriminación, la hostilidad y los ataques violentos dirigidos” a ciertos sectores, lo cual erosiona la democracia.

Tanto para la CIDH como para la ONU la gravedad de la implementación de los rasgos de los discursos de odio aumenta cuando son funcionarios públicos de alto perfil y líderes políticos los que promueven “la intolerancia, los estereotipos discriminatorios y los casos de discurso de odio”. Pero en Venezuela estos estándares pasan inadvertidos y desde los dos frentes de poder político se promueve y amplifica los mensajes violentos y peligrosos, como parte de sus estrategias políticas.

La lista de los violentos

En Twitter, en este tiempo, abundaron los mensajes violentos desde ambos polos políticos. Desde la oposición afirmaban que el régimen, en alusión a la gestión de Maduro, “asesina por acción y omisión”, que representa un “Estado criminal”. Mientras tanto, Nicolás Maduro y sus tres funcionarios del tren de alto nivel alegaban que enfrentaban un “intento de un golpe de Estado tutelado por el imperio estadounidense”.

Con una intensa agenda de mensajes violentos, el territorio de confrontación lo dominaron los dos máximos líderes tanto del oficialismo como de la oposición. Nicolás Maduro mostró su carácter agresivo desde esta trinchera y acumuló 39 tuits, entre enero y mayo, lo cual lo posicionó como el perfil con mayores mensajes violentos en las mediciones del TuitómetroIPYSVe. Le siguió Juan Guaidó, por parte de la oposición, quien publicó 26 tuits con contenidos violentos, en el mismo lapso. Esta misma cantidad la acumuló Delcy Rodríguez, quien jugó del lado del madurismo.

En el cuarto puesto de por sus mensajes violentos, intolerantes y discriminatorios estuvo Diosdado Cabello, con 20 publicaciones; y en el quinto puesto se ubicó Jorge Rodríguez, con 17. Con 4 tuits, le siguió María Corina. Mientras tanto, Stalin González y Edgar Zambrano se mostraron en sus perfiles de Twitter un ánimo de menor confrontación y violencia.

En esta lista, Nicolás Maduro y Diosdado Cabello mantuvieron en Twitter una jerga de irrespeto a la disidencia, a través de mensajes peyorativos y discriminatorios. Mientras que Juan Guaidó destacó por mensajes de presión, sobre todo con exhortos a los militares, así como acusaciones en contra de la gestión oficialista.

Estos ocho perfiles compartieron la misma agenda de mensajes peligrosos en Twitter. El principal tema se redujo, desde esa esfera, a criminalizar al sector adverso y abonar el conflicto político. Las cuentas analizadas del círculo de Nicolás Maduro también construyeron una retórica de victimización frente a los episodios de apagones, y el grupo del sector de Juan Guaidó se dedicó a apalancar los mensajes inflamatorios en función de las iniciativas que ellos asociados a la ayuda humanitaria, cuyos hechos también derivaron en violencia en distintas zonas del país.

País en conflicto

Estos patrones conflictividad digital también se reflejaron en el territorio nacional. Estos mensajes agresivos y de intolerancia se dieron en un contexto de frecuentes movilizaciones de calle, no solo por demandas políticas sino también por el deterioro de las condiciones sociales y económicas, principalmente, en los servicios públicos y la garantías fundamentales de derechos humanos. El Observatorio de Conflictividad Social contabilizó 9.685 protestas, de enero a mayo de 2019, “que se diseminaron en todo el territorio nacional, en zonas rurales y urbanas” y se dieron a través de concentraciones, cierre de calles, marchas, entre otras acciones de manifestación.

A este coyuntura se suman las ”graves violaciones de derechos humanos en Venezuela”, según el monitoreo que ha realizado la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

Medidor del discurso

Este análisis de los rasgos del discurso de odio, que se traducen en mensajes inflamatorios y peligrosos, derivó de las mediciones que realizó IPYS Venezuela en su quinta edición del Tuitómetro. Esta vez, este análisis del discurso público en Twitter, se concentró en revisar mensajes violentos, intolerantes y discriminatorios, que se enmarcan en línea del discurso de odio, y que además, rompen con los criterios de respeto, tolerancia y convivencia pacífica, que deben ser practicados para asegurar la libertad de expresión, sobre todo, por los principales actores públicos del país.

Adama Dieng, asesor especial de la ONU, declaró sobre los peligros del discurso de odio, y afirmó: “En las Naciones Unidas también creemos que la libertad de opinión y expresión es sagrada y que la lucha contra el discurso del odio no debe confundirse nunca con la supresión de estas libertades. El combate contra el discurso del odio no significa la limitación o prohibición de la libertad de opinión y expresión. Significa acotar el discurso del odio y evitar que degenere en algo más peligroso, especialmente, en incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia”.

Fueron de utilidad los lineamientos tanto de la Unesco, como de Naciones Unidas y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, así como las producciones sobre discurso de odio del Centro de Estudios de Libertad de Expresión de la Universidad de Palermo y la organización Artículo 19 de México. Con base en ello, IPYS Venezuela avanzó en su análisis desde la herramienta del Tuitómetro, en el que los mensajes identificados como parte del discurso inflamatorio, respondieron a las variables de estudio que se definieron para la medición que fueron: 1-. Envía mensajes violentos; 2-. Dirige amenazas y presiones contra diversos actores; 3-. No respeta a la disidencia; 4.- Difunde mensajes que promueven el miedo; 5.- Difunde mensajes de burla; 6- Hace acusaciones sin pruebas que promueven el odio.

El periodo de medición respondió a los cuatro meses de mayor conflictividad del país, determinado por dos gobiernos en paralelo, representados en las figuras de Nicolás Maduro y Juan Guaidó.

El criterio de selección de las ocho cuentas de Twitter que conformaron la muestra de medición respondió a la influencia de los actores que dominaban la agenda política nacional para ese momento tanto del sector oficialista como de la oposición, especialmente, en cargos de representación del parlamento nacional para ese momento.

El análisis se fundamentó, fundamentalmente, en la concepción de la estrategia contra el discurso de odio impulsada por la ONU, en la que explican que este fenómeno “se aplica a cualquier tipo de expresión” que “refleja en un comportamiento, que ataca o emplea un lenguaje peyorativo o discriminatorio contra cualquier persona o grupo”. Este organismo ha establecido que “estas expresiones suelen basarse en el odio y la intolerancia, y al mismo tiempo generan ambos fenómenos, y en determinados contextos pueden resultar humillantes y causar división”.

Con este plan de acción, también, se ha advertido que “hacer frente al discurso de odio no significa limitar la libertad de expresión ni prohibir su ejercicio, sino impedir que este tipo de discurso degenere en algo más peligroso, como la incitación a la discriminación, la hostilidad y la violencia, que están prohibidas por el derecho internacional”.

Adama Dieng, asesor de la ONU, dijo que en la lucha contra el discurso de odio, los países deben “aumentar la comprensión y el monitoreo del discurso de odio y su impacto en las sociedades; identificar y diseñar programas para abordar los impulsores y las causas profundas del discurso de odio”.

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