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Constructoras de paz en Venezuela

Crisis por la escasez de agua afecta doblemente a mujeres larenses

En Santo Domingo, una comunidad al suroeste de Barquisimeto, se consume agua del río Turbio, no apta para los humanos

Mujeres Constructoras de Paz – 21/03/24

A las mujeres que residen en el sector Colinas de Navarro, ubicado en el barrio Santo Domingo, que se ubica al suroeste de Barquisimeto, estado Lara, les ha tocado la ardua tarea de buscar agua en el río Turbio, afluente que corre por buena parte de Barquisimeto y que no escapa de la contaminación que es producida por la agricultura, urbanizaciones e industrias, lo que hace que su agua no sea apta para el consumo humano.

A las 6:30 de la mañana, un grupo de mujeres se organiza para bajar al río con tobos, con el propósito de cargar agua y llevarla a sus casas. En esa comunidad, hay zonas que tienen más de cinco y hasta 10 años que por los grifos no sale ni una gota de agua, debido a las fallas que se originan en el Sistema Alto Tocuyo (SAT), ubicado en la Subestación Dos Cerritos y que surte a los municipios Iribarren, Morán y Jiménez. 

Por años, los habitantes han exigido respuestas a la hidrológica del estado Lara (Hidrolara), pero quienes están a cargo señalan que hay fallas, como filtraciones en el tubo matriz y los motores, que no permiten el. bombeo de agua

Alrededor de 700 familias del sector Santo Domingo padecen por la sequía, situación que se agudiza cada día debido a que tampoco tienen dinero para pagar por un llenado de pipas o tanques.

El día acarreando agua 

Desde el patio de la vivienda de Carmen Mendoza se observa el río Turbio. Hasta ese afluente ella va con otras mujeres, apenas aclara el día, para empezar a cargar el agua que usan para lavar, bajar las pocetas y hasta para cocinar,  sin aplicar un proceso exhaustivo de potabilización

Carmen cuenta que lo que hacen es vaciar el agua de un envase a otro pasándola por un paño limpio para que queden las impurezas en la tela. 

A ella ya le duelen los brazos y los pies, de tanto cargar los seis tobos que busca a diario.  Aunque su esposo e hijos también acarrean agua, ya no se daban abasto para llenar numerosos envases y el tanque. 

Por eso alternan con un tubo que tuvieron que instalar desde el río hasta el frente de su casa. Es un paliativo al que se han visto obligados muchas familias para aguantar la crisis que atraviesa Barquisimeto por la ausencia de agua potable

Carmen y su esposo idearon una tubería, de unos 100 metros, y con el uso de una bomba hidráulica extraen agua del río hasta el tanque de su casa. 

Para iniciar este proceso, primero limpiaron todo el patio que estaba lleno de maleza. Ella, su hermana y las vecinas echaron pala y pico para sanear el área por donde instalaron la manguera. Eso facilita el suministro cuando hay luz, pero aún así tiene toda una logística.

Antonia Mendoza, vecina de la comunidad, comentó que ya un grupo de mujeres a las 6:00 de la mañana está caminando hacia las riberas del río para chequear que la manguera esté funcionando correctamente, y otras se quedan arriba para vigilar que el agua .Este proceso lo hacen para cerca de 10 familias, que se ubican en los alrededores de la casa de Carmen.

Al menos tres horas duran para lograr conectar la manguera con la bomba. En ese tiempo dejan de hacer sus quehaceres, de estudiar, de trabajar, de hacer el cuido personal

En Venezuela  según el informe del 2020 de la Asociación Venezolana para una Educación Sexual Alternativa (Avesa) 7 de cada 10 mujeres, niñas y adolescentes deben realizar recolectas en camiones cisterna, tuberías comunes, pozos o, en última instancia, comprarla, en vista de no tener acceso al agua mediante tubería conectada a agua corriente.

La conexión lo que hace es acortar el camino, pues de igual manera siguen cargando los pipotes: ya no lo hacen desde el río, pero sí desde la casa de la familia Mendoza. Esto les está causando estrés, dolencias físicas en la parte abdominal y pélvica, en las piernas, brazos y caderas, y un daño emocional porque se sienten atrapadas en las necesidades

«Esto no es vida. Aunque no nos debemos acostumbrar a esta crisis, es la única forma de poder tener agua aunque no es la indicada porque sabemos que no es apta para el consumo», sostuvo Antonia.

Hay mujeres que deciden lavar ropa y hasta lavarse el cabello en las orillas del río, otro factor de riesgo para ellas. Su salud se compromete severamente: alergias, enfermedades de la piel y del cuero cabelludo. Son afecciones a las que se exponen a mediano y largo plazo, sin mencionar el tema de la salud menstrual. 

Según la encuesta de la Red de Mujeres Constructoras de Paz, realizadas para la segunda edición de su informe final titulado “Las más jóvenes, las más vulneradas: el impacto de la crisis venezolana en las mujeres entre 18 y 24”,  más de un tercio de las mujeres informaron que ellas mismas o algún familiar ha tenido que ausentarse de sus actividades laborales o estudiantiles debido a la menstruación. Estas ausencias tienen múltiples causas, siendo el dolor menstrual la razón principal para un alarmante 91 % de las encuestadas. Sin embargo, también se destacan otros motivos significativos, como la falta de acceso a productos menstruales, que afecta al 30 % de las encuestadas, y la falta de agua, que afecta al 25 %.

Pero si no se abastecen del río Turbio, que en sus buenas épocas alimentó un valle fértil, tendrían que pagar por cada pipa de agua, aproximadamente 150 litros, entre 1.5 $ y 2 $. Semanal tendrían que disponer de 10 $para poder tenerla almacenada. 

Niñez marcada por la crisis 

Sin agua no hay higiene, por eso todos en las casas cargan tobos de agua. A las niñas se les ve involucrada activamente y muestran solidaridad con sus madres. Hacen el mismo proceso: bajan hasta cinco veces al río para cargar agua, pero lo hacen con un tobo más pequeño, de 8 o 10 litros. 

Ana Páez, tiene una niña de 10 años de edad y cuando no tiene clases ella la acompaña a llenar las pipas, unos 300 metros hasta su casa. 

“Me duele ver a mi hija haciendo esto, como la crisis por el agua nos ha llevado hasta quitarle horas de recreación y juegos a los niños porque se deben incorporar a los quehaceres. Me ayuda porque solo somos ella y yo”, dijo Ana. 

La pequeña está alejada de la recreación, de los juegos entre vecinitos, de jugar con muñecas o pelotas. Su tiempo lo distribuye en ir a clases (en horario mosaico, tres días a la semana) y cargar potes de agua dos días a la semana.  

“A veces le digo que no me acompañe porque la veo con su tablet jugando tan entretenida que me da dolor interrumpirla”, comentó la madre de la pequeña. 

El año 2023, Lara fue el segundo estado con más protestas por fallas en el servicio de agua, según el Observatorio de Conflictividad Social. 

El informe anual indica que en el estado se registraron 416 protestas, al menos la mitad ocurrieron por fallas en la distribución de este servicio. 

Alcides Pérez, representante del Movimiento Unido por el agua y los Derechos Humanos de Lara, denunció que el año pasado las deficiencias de este servicio aumentaron en los sectores del eje metropolitano, Barquisimeto y Cabudare, destacando a la comunidad Santo Domingo, como una de las más afectadas. 

Pérez detalló que el 78 % de las comunidades de Barquisimeto presentan ausencia en el servicio, esto según una encuestas que hicieron en las parroquias Guerrera Ana Soto, Concepción, Catedral, Unión y Santa Rosa, del municipio Iribarren. 

No solo en Lara sino en gran parte de Venezuela se vulnera este derecho humano, declarado así por la asamblea general de las Naciones Unidas en 2010. Se estima que entre 80 % y 90 % de los venezolanos no tienen acceso al agua.

Se pudieran citar elementos o causas que merecen ser detallados en otro contexto como la culminación de obras, las averías en los sistemas de producción, transporte y distribución; la falta de respuesta por parte de los responsables de la gestión del servicio; los problemas en el suministro de energía eléctrica, los fenómenos naturales. 

Pero lo cierto del caso es que, a pocos días de celebrarse el Día Mundial del Agua, el 22 de marzo,  historias como las de Carmen y sus vecinas refleja el drama de la escasez, la dificultad para recolectarla y las consecuencias que a corto y largo plazo tendrá este problema en sus vidas.

Problema que aleja al país en el alcance de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), específicamente el 6 que habla de “garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos”.