Tejiendo redes

Constructoras de paz en Venezuela

Niñas en busca de aceptación: la violencia estética está presente en las escuelas

Lo que empieza con agresiones dentro del aula, puede alimentar a jóvenes inseguras urgidas por cambiar sus cuerpos

Dayrí Blanco – 24/01/24

Malena se ve en el espejo varias veces al día, acerca su rostro, se aleja, detalla su nariz y, aunque no ve nada extraordinario, en su mente se repiten las voces de sus compañeros de clases: “nariz de guante”, “pinocho”, “tucán”, “pico de garza” … Así le dicen y se burlan de ella en la escuela. 

Tiene nueve años, está en cuarto grado y, mientras la mayoría de los niños de su edad usa el teléfono y la computadora para jugar en línea o ver videos, ella investiga sobre la rinoplastia. Sabe que aún no se puede realizar la cirugía porque sus estructuras nasales no se han desarrollado por completo, pero le pidió a su mamá que la lleve al cirujano plástico apenas cumpla los 15 años y que no quiere fiesta, celebración ni viaje, solo la operación.

La niña ha visto fotos de cómo sería su nariz ideal, ha seguido historias y resultados de famosas que han pasado por lo mismo, y hasta usó inteligencia artificial para saber cómo se vería de adolescente si lograra hacerse el cambio de perfil que desea. 

Su madre, Eloisa Pinto, está preocupada. Varias veces la ha sorprendido viendo tutoriales de cómo perfilar la nariz con maquillaje y ha notado que , cuando se toman fotos,  su hija trata de ponerse del lado izquierdo, pues es la forma en la que se siente más cómoda con su imagen.

En diversas oportunidades, Eloisa  ha ido al colegio, ubicado al norte de la ciudad de Valencia, a exponer el caso y para hacerle seguimiento al expediente de su hija. El equipo de orientación del plantel se ha mostrado dispuesto a apoyar. “En las clases de educación emocional hablan de la aceptación, del respeto, del bullying, les dan charlas, hacen dinámicas… Pero la situación parece ser cada vez peor”, dice. 

Haber identificado a los niños y niñas que insisten en burlarse de la nariz de Malena y haber organizado reuniones con sus representantes, no ha sido suficiente. Mientras que algunos han colaborado para frenar la situación, otros son indiferentes. Más allá de la intención de los padres y madres en forjar valores, la realidad es que se enfrentan a una sociedad donde el nacer mujer implica una serie de barreras que empiezan desde muy pequeñas.

La perpetuación de desigualdades de género a través de un sistema machista, se manifiesta en diversas formas de discriminación y limitaciones impuestas a las mujeres, y se sostiene sobre violencias. La violencia estética es un tipo de violencia basada en género que se centra en imponer estándares de belleza irreales y restrictivos a las mujeres. Está generando presiones para cumplir con ciertos cánones que refuerzan la objetivación y cosificación de sus cuerpos. 

La psicóloga venezolana y activista de diversidad corporal, Carla Michelle Aponte, señaló que la violencia estética existe porque hay un estereotipo de cuerpo y de apariencia específica que es la reconocida, validada y aceptada. “Y esa imagen tiene ciertas características y, si hay una persona que no cumpla con esas características, entonces viene la discriminación, el maltrato, la burla”, dice.

Pero no siempre que hablamos de bullying hablamos de violencia estética. El bullying, es un acoso que se repite para causar daño, miedo y angustia en otra persona. “Obviamente que daña, pero la violencia estética está más internalizada”, agrega Aponte. “Sistemáticamente tenemos internalizado esta estructura de estereotipos, de gordofobia, de la cultura de la delgadez y de la dieta, pero no siempre somos conscientes de que eso forma parte de la violencia estética y puede dañar a los otros”.

Aponte aclaró que puede haber violencia estética sin bullying, así como también bullying que no tiene nada que ver con la violencia estética. En ese sentido, los colegios deben prepararse para afrontar cada caso de manera diferenciada y personalizada.

La socióloga feminista venezolana Esther Pineda G., hace más de una década, definió la violencia estética como una modalidad de agresión sexista que presiona a las mujeres para ajustar su apariencia a un ideal inalcanzable de belleza, y la mayoría de las niñas y mujeres la han experimentado en algún momento.

Esta doctora en Ciencias Sociales y autora de más de una docena de libros entre los que se destaca «Bellas para morir. Estereotipos de género y violencia estética contra la mujer”, en una entrevista concedida al medio de comunicación argentino Télam, aseguró que lo característico de esta época es un mayor bombardeo del ideal de belleza en función del cual se ejerce la violencia estética, una mayor exposición a la evaluación constante según ese canon y una mayor accesibilidad a la modificación de la propia apariencia para adecuarla a esa exigencia.

Un círculo vicioso

Esto nos indica que el caso de Malena no es el único. Andreina Montes, una de las psicólogas del colegio donde estudia, aseguró que entre cinco a ocho casos similares se viven en cada aula de clases. Incluso, en el mismo salón de Malena, una de las niñas que la agrede por el tamaño y forma de su nariz, llegó a esa escuela este año escolar de otra institución en la que era víctima de gordofobia. “Su mamá nos comentó que tuvo que cambiarla porque estaba tan deprimida que una vez dijo que no quería seguir viviendo porque estaba cansada de que le dijeran ballena y le hacían dibujos exagerando con su peso”.

Se trata de lo que la especialista definió como el síndrome de la herida abierta que desencadena una mezcla entre resentimiento e ira. “Cada caso es particular pero, si no se trata, el resultado siempre será comportamientos desadaptativos como el de esta niña que, además, quiso dar un paso al frente y ser la agresora en un nuevo colegio, aplicando todo lo aprendido cuando fue víctima”, explicó Montes.

También lo calificó como “ceguera emocional” que no produce otra cosa que un círculo vicioso ya que, según sus datos, el 25 % de las víctimas se convierten en agresores.

Con 15 años de experiencia como psicóloga infantil, Montes aseguró que estos casos se han incrementado. Hace una década detectaban uno o ninguno en cada salón de clases, pero es una cifra que puede estar influenciada por la insistencia del equipo de orientación de que los alumnos expresen sus emociones y las campañas contra el acoso.

Así como en el resto de los espacios de interacción social, en los colegios se presenta algún tipo de agresión producto de la internalización de estándares que promueven la violencia estética. “Vemos que en las escuelas los niños demuestran esa sistematización, amparados en que no hay padres, familiares ni conocidos alrededor y algunas niñas, por el temor de que les digan chismosas o que los ataques sean mayores, no dicen a los docentes”.

Culto a la “belleza”

Como Malena y una de sus agresoras que sufrió de gordofobia, María Antonieta vive cada día sonriendo tímidamente ante todos los comentarios que le hacen en el colegio por ser de piel oscura, cabello rulo, usar lentes correctivos y ser la de más baja estatura de su salón.

Ella tiene 11 años, está en quinto grado y, durante la elección de la reina de carnaval, la maestra insistió en la belleza integral y una serie de atributos que debe tener la elegida porque se trata de, más allá de lo físico, de un modelo a seguir por sus compañeros.

Una de sus compañeras de la escuela, en el municipio Naguanagua de Carabobo, dijo que María Antonieta era la ideal porque es responsable, empática, colaboradora, buena alumna y muy amable. A lo que la mayoría se río y comenzaron a escucharse expresiones como “esa negra no puede ser reina”, “¿quién ha visto a una modelo enana?”, “tiene los ojos torcidos”, “se tiene que poner kilos de laca para peinarse”.

“Tuve que intervenir y hasta trabajar en conjunto con el equipo de orientación. Detectamos que eso tenía tiempo ocurriendo en contra de María Antonieta, incluso, en contra de la otra niña que la propuso como reina por ser morena y tener vitíligo”.

La mamá de María Antonieta confesó que su hija llora con frecuencia y que le pide que la lleve a un médico que la haga crecer para ser “alta y bonita” como el resto.

Influencia desde casa

En el municipio San Diego, al otro lado de la Gran Valencia, Sofía vive a domicilio la violencia estética. Ella tiene 14 años y muchas privaciones alimenticias y exigencias cosméticas de su madre para cumplir con los “estándares de belleza” establecidos.

Victoria es su mejor amiga y con preocupación siempre le dice que debe relajar esas medidas impuestas desde que era pequeña. “Su mamá la regaña si a una uña le falta un poco de pintura en una esquina, le dice que sin rubor y rímel no puede salir ni al liceo, la manda al gimnasio todos los días y no le permite comer harinas, grasas, frituras ni dulces para que no engorde”.

En el colegio no se burlan de ella, pero se siente atacada desde antes de la adolescencia por su madre, quien le ha sugerido realizarse un aumento mamario apenas se gradúe de bachiller.

“Las expectativas en torno a la apariencia física, a menudo, se transmiten a través de normas familiares y culturales. Las niñas pueden recibir mensajes directos o indirectos sobre la importancia de cumplir con ciertos estándares de belleza”, alertó la psicóloga infantil, Betania Mujica.

Para ella es fundamental reconocer que la autoimagen de un niño se está formando y moldeando desde una edad temprana. Cuando los estándares de belleza poco realistas se imponen o se promueven, puede llevar a que los niños desarrollen inseguridades y una baja autoestima, y esto puede afectar su bienestar emocional y social.

El estándar femenino

No hay duda de que la violencia estética ataca más a las niñas que a los niños. “Existe una disparidad que se debe a una combinación de factores socioculturales y de género que contribuyen a la construcción de normas y expectativas específicas”, dijo la especialista. 

Una de las razones que explican por qué las niñas son más propensas a padecer violencia estética es que las sociedades, a menudo, promueven estándares de belleza idealizados que son más exigentes y restrictivos para las mujeres. Esto puede incluir características físicas específicas, como la delgadez, el tono de piel y otros atributos considerados «ideales».

Además, las niñas enfrentan expectativas más estrictas en cuanto a su apariencia en comparación con los niños. La feminidad se asocia estrechamente con la belleza externa, creando una mayor presión para cumplir con ciertos estándares.

A esto se suma que en medios de comunicación y redes sociales se retratan a las mujeres de manera superficial y enfocada en la apariencia física. “Las niñas pueden sentir que deben cumplir con estas representaciones idealizadas para ser aceptadas y valoradas”.

Esto quedó en evidencia con la viralización de niñas, menores de 12 años, que acuden a Sephora, una de las cadenas de distribución de productos de belleza más grandes del mundo, en busca de cremas, cosméticos y maquillaje para lo que no está preparada la piel de niñas de esa edad.

Incluso, hay videos en redes como TikTok en las que dan consejos de skincare cuando, según especialistas en dermatología, hasta la pubertad solo se necesita protector solar y crema hidratante que no contenga ingredientes como colágeno o retinol.

Ser sexualizadas desde una edad temprana también puede contribuir a una mayor atención y escrutinio en relación con su apariencia, así como la competencia y la comparación entre compañeras, que puede intensificar la presión para cumplir con ciertos estándares estéticos. Las niñas pueden sentir la necesidad de ajustarse a las normas para encajar y ser aceptadas socialmente.

Abordar la violencia estética hacia las niñas implica cambiar estas normas culturales y de género. Esto puede lograrse promoviendo la diversidad, fomentando la autoaceptación y educando sobre la importancia de valorar a las personas por sus habilidades, personalidad y contribuciones más allá de la apariencia física, de lo contrario, el futuro en unos años para niñas como Malena, María Antonieta, Sofía y el resto de quienes enfrentan violencia estética, puede tener matices muy negativos.

Recomendaciones para prevenir y enfrentar la violencia estética en niñas

  •  Fomentar la educación sobre la diversidad en apariencia física y características individuales, además de la inclusión y el respeto mutuo entre los estudiantes.
  • Enseñar a las niñas que la belleza viene en diversas formas, tamaños y colores.
  • Proporcionar ejemplos de modelos positivos que destaquen la diversidad en los medios de comunicación y redes sociales.
  •  Establecer un ambiente donde las niñas se sientan cómodas expresando sus sentimientos sobre su apariencia.
  • Cuidar las palabras que se usan, lo que se dice y cómo se expresa.
  • Enseñar el respeto por las elecciones personales de moda y estilo de cada niña.
  • Fomentar a apreciar y celebrar sus cuerpos tal como son, promoviendo una imagen positiva de sí mismas.
  •  Instruir habilidades para afrontar situaciones de discriminación o comentarios negativos.
  • Promover la empatía y el respeto hacia las diferencias.
  • Animar a la crítica consciente de la publicidad y las imágenes mediáticas cargadas de estereotipos.
  • Escuchar sus preocupaciones y brindar apoyo emocional.
  • Impulsar el desarrollo de intereses y habilidades que no estén centrados en la apariencia física.