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Rafaela Lapresta, 82 años y con las energías intactas de seguir sirviendo a la comunidad

Ha pasado por varias enfermedades que la dejaron, en su momento, postrada en una cama, pero siempre se ha levantado con optimismo. Hoy en día es una líder comunitaria que rompe los esquemas, y lejos de sentirse vieja cada despertar para ella es un nuevo comienzo

Deysi Ramos – 15/04/24

“Al abrir los ojos cada mañana lo primero que hago es dar gracias por el regalo de tener un nuevo día, una nueva oportunidad para vivir. Abrir las ventanas para que entre la luz del sol”, así nos responde Rafaela Lapresta Arráiz, mejor conocida como “la señora Rafaela”, cuando le preguntamos sobre el origen de su enérgica vitalidad, esa que irradia a sus 82 años.

Ella está convencida que el “agradecimiento”, el “sentirse feliz” y “optimista” son fuerzas tan poderosas como tomar un multivitamínico. No permite espacio en su mente para los pensamientos derrotistas. “Nunca”, advierte. Sostiene que siempre ha sido una mujer “entusiasta” y ha tenido como mantra de vida el “quererme a mí misma”. 

“Querer vivir y darse a los demás, eso nos ayuda, valga la redundancia, a seguir viviendo. El despertar, el saber que es un nuevo día, para mí es una felicidad. Darle gracias a Dios. Tener ese espíritu de querer seguir viviendo, de querer seguir haciendo cosas, no importa que seamos mayores, que seamos adultos mayores”, dice con palabras que van acompañadas de gestos en sus manos, puede ser que esa forma de hablar le venga de sus ancestros italianos. 

Estos pensamientos los completa con una rutina de una media hora de yoga, práctica que inició hace casi una década y que asegura son fundamentales para enfrentar las subidas y bajadas que vienen con cada día. 

Para la educadora, especialista en naturopatía, Maleia Villarroel, quien en la isla de Margarita lidera un grupo llamado Cardumen, cuyo principal fin es brindar bienestar físico-emocional-espiritual a sus miembros y con más de 27 años en atención a personas con necesidades especiales, explica que las claves para llegar con vitalidad a edades avanzadas, radican “primero en la decisión de vivir, la voluntad de vivir”

Como segunda clave, tener hábitos diarios que favorezcan esa vitalidad “como tener una alimentación lo más natural posible; realizar una actividad física que sea placentera para la persona, porque si se hace a disgusto, esto ya genera otro tipo de emoción en el organismo y altera la química lo que se traduce en enfermedad. También es importante el  contacto con la naturaleza. Es una serie de hábitos diarios, fortalecidos por esa voluntad y determinación de querer vivir bien hasta el último día”. 

Villarroel también considera fundamental la existencia de una motivación personal, “tener algo que hacer, que nos inspira, alienta y nos llena de fuerza. Una motivación a hacer algo positivo por uno mismo y por los demás”.

De acuerdo con una investigación sobre las llamadas Zonas Azules (ZA), estos espacios de la tierra donde la gente no solo vive más, llegando a ser comunidades de personas centenarias o cercanas a los 100 años, sino que además viven con altos niveles de autonomía y funcionamiento, se ha determinado que el prestar un servicio social produce una serie de beneficios en la salud física, mental y emocional de las personas longevas. 

La señora Rafaela, en su día a día, hace un ✅ a esta recomendación. Esta caraqueña, que hizo de la isla de Margarita su hogar hace ya más de 50 años, es la Jefa de Calle -figura que hace parte de los Consejos Comunales- más longeva del estado Nueva Esparta. Su participación dista mucho de ser solo un emblema para las fotografías, todo lo contrario, es parte activa en las actividades que le corresponde realizar de acuerdo a las responsabilidades del cargo. 

Por ejemplo, hay días que debe estar desde las 6:00 de la mañana recibiendo las bombonas de gas de la comunidad cuando hay venta de este servicio. También ir casa por casa a la hora que sea – es decir, a pleno sol o en horas ya bastante entrada la noche- para comunicarle a sus vecinos que habrá una venta de las bolsas de los Comité Locales de Abastecimiento y Producción (Clap) o cualquier otra información que deba darle a las 64 familias. 

Aunque no está apartada de las nuevas tecnologías, ya que hace uso de la mensajería vía Whatsapp; sin embargo, ante las limitaciones en ocasiones de luz/señal/saldo debe ir puerta por puerta a transmitir el mensaje a sus vecinos. “A mí me llena estar para mis vecinos y estar pendiente de que ninguno se quede sin recibir el beneficio”, dice.

Sí puedo

Una artrosis a nivel de su columna, diagnosticada cuando tenía 20 años, hace ver a la señora Rafaela como una persona mucho más baja de estatura, esta situación física la obliga a caminar algo encorvada y hasta se pudiera pensar que es frágil, pero a los pocos minutos de conversación surge la sensación de que su fuerza va más allá de lo físico. Ella lo atribuye a su fe en Dios, fortalecida durante los 18 años en los que hizo parte como monja en el Convento de las Dominicas. 

Asegura que ese convencimiento del “sí puedo” fue vital para su recuperación, luego de que a finales de 2023 sufriera una embolia cerebral que la dejó en cama por unos meses sin nisiquiera poder pasarse el peine por el cabello o asir la cuchara para llevársela a la boca. Vio su salud bastante comprometida, esto sumado a la preocupación de que de ella dependen 9 perros, 7 callejeros y dos de su casa, que alimenta a diario. Así como la atención a otros familiares que requieren cuidados especiales.

“Ya estoy otra vez de nuevo haciendo los ejercicios. Yo no me valía por mí misma. No podía ni mover un dedito. Así que fue una emoción muy grande cuando pude volver a hacerlo. El poder tender mi cama y comenzar a hacer todas las cosas, atender a mis perritos. Eso me llenó de tanta alegría, porque dije: sí puedo. Dios lo ha permitido”, habla con la convicción marcada en cada frase. 

Lejos de pensar en “colgar los guantes” luego de este campanazo que le dio la vida. Allí está nuevamente en el ruedo. Afirma que no se ve haciendo solamente las cosas de la casa, ella siente que su vocación es servir a su comunidad.

“Una de las metas que me tracé, ya que Dios me ha dado la oportunidad de seguir viviendo, es ayudar a los demás. Pasar por esta situación me ha hecho pensar cómo se pueden sentir las personas que están enfermas, en una cama, y eso me motiva a seguir ayudando. Porque hoy puedo entender mejor qué es lo que necesitan”, comenta con la ilusión de quien se siente feliz al servir.

“El sentirse agradecido, el sentirse privilegiado por seguir viviendo, es parte del secreto de todo. Si la gente enumerara como ejercicio diario, aunque sea un motivo de agradecimiento, la vida le cambia. Los dolores tenemos todos,  dramas, tragedias, pero tenemos la determinación de querer vivir bien y aun con esos dolores, dramas y tragedias debemos buscar ser felices”, enfatiza, por su parte, Maleia Villarroel.

La revolución de la longevidad 

Gracias a los avances científicos, tecnológicos, nuevos enfoques en los cuidados de la salud y hábitos de vida, hoy la humanidad ha ganado 30 años más de esperanza de vida en comparación con las primeras décadas del siglo pasado. 

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMG) para el año 2050 se estima que el número de personas de 80 años o más se ubique en 426 millones. Actualmente, este grupo etario es de unos 143 millones en 2020 en el mundo. 

Estamos ante lo que algunos expertos llaman la “revolución de la longevidad”, es decir, ganamos más tiempo de vida, pero surge la gran pregunta ¿qué tipo de vida queremos tener?

Ante esta inquietud, la psicóloga española Anna Freixas Farré, y autora del libro Yo, vieja (2021), recomienda ir desde ya pensando en construir una vida con significado. “El primer paso del proyecto es preguntarse qué vieja voy a ser, cómo voy a emplear mi tiempo”.

Para Freixas al llegar a la vejez, es la primera vez que “tienes la posibilidad de decidir por ti misma. Hasta este momento estás siempre con el deber ser, ahora desaparece ese imperativo impuesto por el patriarcado que ha socializado a las mujeres como seres para los otros, esto nos ha alejado de nuestros deseos. Ahora te encuentras en ese punto de sentirte libre, de tomar las riendas de tu vida”.

La psicóloga, también autora del libro Sin reglas: erótica y libertad femenina en la madurez (2018), dice que es fundamental la aceptación. “Necesitamos aceptar la edad, aceptar que nuestro cuerpo envejece”. Explica que el término vieja o viejo, solo es uno más del ciclo de vida, como lo son: bebé, niño, adolescente, adulto. Solo que la construcción social le ha dado una connotación negativa al término relacionada con vergüenza, incapacidad y/o el fin de todo. 

Ser vieja significa que has vivido, que no te has quedado en el camino. No tiene nada negativo. Es negativo porque hay un rechazo social a la palabra viejo. Todas las acepciones que da el diccionario son negativas.”, destacó Freixas en una conferencia titulada “Soñándonos viejas”, dictada en febrero de 2022, en Navarra, España.

Añadió que: “Aceptar la edad nos permite incorporarnos a un club de viejas, que somos muchas, que estamos dispuestas a vivir desde nuestras maneras, cada una diferente a otra, pero que nos permite hacer el mundo grande para las mujeres. Nosotras tenemos que hacer grande nuestro propio mundo porque la sociedad pretende difuminarnos, que no existamos. Las viejas sufrimos por edadismo y por ser mujeres”.

Como muy bien lo resumió la escritora estadounidense Susan Sontag en 1979, “mientras los hombres maduran, las mujeres envejecen”, al hacer referencia al tratamiento diferencial y discriminatorio que existe culturalmente con respecto al envejecimiento de hombres y mujeres. 

En este sentido, la Fundación HelpAge International en su publicación Mujeres mayores: el impacto del machismo y el edadismo en su vida y sus derechos humanos (2021) señala que “las desigualdades de género tienen un impacto en el bienestar y la salud de las mujeres a lo largo de toda la vida, algo que puede agravarse durante la vejez y que tiene unas consecuencias directas en su salud, en la aparición de algún tipo de discapacidad o en enfermedad crónica”.

El término edadismo se refiere, de acuerdo a la OMS, a “los estereotipos (lo que pensamos), los prejuicios (cómo nos sentimos) y la discriminación (cómo actuamos) hacia las personas debido a su edad”. El infantilizar a las personas en edades avanzadas, hacerlas sentir menos, restringirles sus facultades, ponerle límites por temor a sus capacidades, son algunas manifestaciones de edadismo que pueden llegar a tener un fuerte impacto en su salud y bienestar, de acuerdo a la investigación de la Fundación HelpAge International. 

Esto lo complementa la señora Rafaela al decir: “no queremos que nos hagan sentir como que ya no podemos, ni que nos hagan sentir que no servimos o estamos caducadas”.