miércoles , marzo 27 2024

Periodistas mujeres son las más afectadas por violencia en línea

  • Estudio de la UNESCO y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ)  reveló que las agresiones digitales tienen un profundo impacto en las profesionales de la comunicación
  • Para Lorena Arráiz, comunicadora social y corresponsal de IPYS Venezuela en el estado Táchira, “el apoyo legal y psicológico es muy importante cuando se siente tanta vulnerabilidad ante un agresor”     

Las agresiones digitales contra las mujeres periodistas se están convirtiendo en un problema creciente alrededor del mundo. Un estudio realizado en 2020 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y el Centro Internacional para Periodistas (ICFJ) sobre la violencia en línea contra las profesionales de la comunicación determinó que un 73% de las encuestadas había sufrido ataques online que generaban un impacto profundo en su salud mental y en su desempeño laboral. 

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La investigación, hecha en 113 países y que contó con la participación de 714 mujeres periodistas, también concluyó que los mensajes de acoso, las amenazas de violencia física y sexual, el daño a la reputación personal y profesional, el discurso de odio y el lenguaje agresivo, entre otras prácticas, son algunas de las manifestaciones más comunes de los ataques digitales. Asimismo, según el estudio,  el 48% de las consultadas expresó haber sido acosadas por medio de mensajes privados no deseados, y el 57% afirmó que los abusos y las agresiones provenían con mayor frecuencia de “atacantes anónimos o desconocidos”.

En Venezuela, la violencia contra las comunicadoras sociales, en particular, y contra las trabajadoras de la prensa, en general, ha sido recurrente en los últimos años dentro y fuera de la esfera digital. De acuerdo con los registros de IPYS Venezuela, 113 reporteras fueron víctimas de ataques a sus derechos informativos en 2019. Los datos de esta organización también arrojaron que 127 mujeres fueron atacadas en el marco de sus funciones comunicacionales durante los 12 meses de 2020. De ese total de afectadas, 19 sufrieron agresiones en el escenario web.  

La periodista y corresponsal de IPYSve en el estado Táchira, Lorena Arráiz, desde hace tres años ha sido el blanco de acoso a través de distintas plataformas en línea. En enero de 2020, un sujeto publicó un video en el que agredió discursivamente a la comunicadora social y se refirió con un lenguaje soez al ejercicio profesional de la periodista y a su vida personal. Meses más tarde, los ataques contra la profesional de la comunicación siguieron. En noviembre de 2020, Arráiz denunció una campaña de desprestigio y agravios en su contra a través de redes sociales. La periodista recibió señalamientos de corrupción por medio de un video publicado en la plataforma YouTube, y cuya información fue replicada por perfiles sociales de Twitter e Instagram. Tras estas agresiones, Arráiz aseguró que: “Más que afectar mi labor profesional sí han hecho mella en mi salud mental y eso afecta todo lo demás”. 

Aunado al efecto negativo que pueden generar en la salud, los ataques en línea son enemigos de la libertad de expresión y el derecho a la información. Existen casos registrados de mujeres periodistas que debido a las agresiones se autocensuraron, renunciaron a sus empleos o, en los episodios más drásticos, se retiraron de la profesión. “De alguna manera te sientes vulnerable y expuesta porque, por ejemplo, mis datos personales fueron develados y se generó una campaña con imágenes personales que distorsionaron para manipular a la opinión pública”, manifestó la periodista.    

Para Arráiz, la cuestión del género parece influir para que los periodistas sean el centro de ataques y agresiones en línea. “No solo yo he sido agredida. También otras cinco  mujeres de los medios de comunicación del Táchira han sido expuestas, amenazadas y acosadas por el mismo sujeto que he denunciado, demostrando un carácter misógino en cada una de sus expresiones y acciones”, contó la corresponsal de IPYS Venezuela en la entidad tachirense.    

Ante el acoso cibernético sostenido y recurrente, Arráiz ha actuado. “He denunciado todas las veces posibles. Como ha sido iterativo el ataque, volví a denunciar el año pasado y la investigación está en curso. Cabe destacar que el Ministerio Público de Venezuela y la Fiscalía de Colombia me dieron medidas de protección dado que el sujeto vive entre Colombia y Venezuela porque ambos estamos en zona fronteriza”, detalló la comunicadora social. 

Sin embargo, más allá de las medidas judiciales que se puedan aplicar, la violencia en línea va tomando la forma de un flagelo estructural que supone nuevos retos para los profesionales de la comunicación. Arráiz lo tiene claro al plantear potenciales soluciones y por eso recomienda: “denunciar, contar, explicar, documentar y hacer campañas para que las personas sepan que este tipo de acciones también son delitos”. En esta ecuación, el acompañamiento de colegas, de la sociedad civil y del Estado debe hacerse presente. “El apoyo legal y psicológico es muy importante cuando uno siente tanta vulnerabilidad ante un agresor”, enfatizó la periodista.         

Descarga el estudio de la UNESCO y la ICFJ:

Online violence Against Women Journalists: A Global Snapshot of Incidence and Impacts

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