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Funcionarios de la Policía atacaron a reporteros

El 19 de febrero de 2014, al menos siete miembros del Cuerpo de Policía del estado Zulia atacaron a los periodistas Jesús Contreras y José Manuel Luego, ambos del diario Panorama, en un intento por evitar la divulgación de imágenes que comprobaban el ataque hacia manifestantes que cerraban las calles en la plaza República y zonas adyacentes de la ciudad.

El hecho ocurrió cerca de las 12.00 del mediodía. Luego y su reportero gráfico llegaron a la plaza República para confirmar los rumores de ataques en lo que resultó víctima José Palmar, párroco de la iglesia Guadalupe. Ya en el sitio, y con las imágenes en la cámara fotográfica del diario, escucharon cuando los manifestantes denunciaban un ataque frente al supermercado Bicentenario, ubicado en el bulevar 5 de Julio.

La censura se extiende al eslabón más bajo. El equipo periodístico, cuando salía al supermercado, persiguió a más de 20 motorizados que, en grupo, se dirigían a la calle 13 con avenida 69, justo diagonal a la residencia Amalfi. Ahí un grupo de manifestantes cerraba las calles con basura y escombros. Los motorizados bajaron al tiempo que los estudiantes corrían a esconderse.

Fue entonces cuando comenzó el ataque. Uno de los oficiales, desde lejos, amenazó a Jesús Contreras con un rolo. El reportero gráfico, al ver que los uniformados iban por él, le dio la cámara fotográfica a Luengo y corrió. Al menos cuatro de ellos lo detuvieron, pegaron contra la pared y luego lo lanzaron al suelo. Uno de los atacantes notó que Luego capturaba imágenes con un teléfono inteligente.

Entonces fueron por él. El reportero corrió varios metros cuando escuchó las detonaciones. No sabe si los disparos que hacían al aire eran para intimidarlo a él o al grupo que manifestaba, pero apretó bien el equipo y siguió la carrera hasta llegar a la puerta trasera del vehículo. Ahí lo capturó uno de los oficiales. Forcejearon, porque Luengo no soltaba la cámara y el policía no soltaba a Luego.

Los uniformados lo arrastraron hasta que el muchacho pudo identificarse como periodista. Mientras daba las explicaciones que los funcionarios le solicitaban, trataba de identificarlos, pero el chaleco fluorescente les cubría el nombre que deben tener plasmado en el uniforme. Los uniformados lo soltaron unos minutos después y no le quitaron la cámara fotográfica.

El ataque fue grabado por una residente de uno de los edificios cercanos. Pese a que le devolvieron sus cosas, Luengo no sabe dónde está su teléfono inteligente. Desconoce si alguno de los oficiales se quedó con él o si lo perdió mientras corría.

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