Tejiendo redes

Constructoras de paz en Venezuela

Venezolanas víctimas de violencia son forzadas a migrar al no contar con políticas de protección

49 mujeres aragüeñas han salido del país huyendo de sus agresores entre 2020 y noviembre de 2022, según cifras de la ONG Gama

Por María Eugenia Hermoso – 21/07/23

Una maleta grande, seis fotos tamaño postal, 1.100 dólares y 3.000 bolívares en efectivo, fue todo lo que se llevó luego de 36 años en Venezuela. No pensaba salir del país, su idea era crecer y desarrollarse aquí pese a la crisis económica. Sin embargo, su vida corría peligro a manos de quien en el pasado juró amarla y protegerla. El dolor más grande que cargaba no era el de los golpes. Su padecimiento estaba centrado en la indiferencia judicial. Esa que ahora la hizo migrante a la fuerza, la solución que encontró para huir de su agresor. 

Carmen Teresa Lujano, es solo una muestra en la estadística de mujeres que han tenido que abandonar el país, luego de ser víctimas de violencia basada en género (VBG) y no conseguir protección física, psicológica y hasta laboral.

Wilmer Rivas, abogado y cofundador de la Gran Alianza de Mujeres de Aragua, Gama, maneja cifras nada alentadoras sobre el tema. “Muchas mujeres se animan a denunciar a sus agresores, 98 % ex parejas. Luego, se generan órdenes judiciales de alejamiento, pero esto no es suficiente. Allí comienza una violencia psicológica, generalmente, creada por terceros allegados a la pareja que hacen más vulnerable a la víctima”, dijo.

Desde el año 2020 hasta noviembre del 2022, la ONG acompañó en Aragua a cerca de 80 mujeres que exigían, a través de las denuncias, la intervención del Ministerio Público (MP). “Algunas de ellas murieron en manos de ese hombre al que solo se le entregó un papel y se le amenazó con la policía”, indicó Rivas.

Las estadísticas de Gama que comparto reflejan que, de estas 80 mujeres, 49 han salido del país, “huyendo de la violencia de su agresor”. 26 de ellas accedieron a retirar la denuncia y otras cinco cayeron en dentro de las estadísticas de femicidio.

Migró al no recibir justicia

 A las 3:00 a.m. Flavia se despertó asustada. Oía golpes en la maletera del carro que estaba estacionado en el porche de su casa. Ella se levantó de la cama y fue a mirar. Se acercó al auto y escuchó gemidos como de una persona amordazada.

Cuando sintió que su pareja, con quien estuvo viviendo durante nueve años, también había salido del cuarto, corrió a la cocina y, desde la ventana, lo vio golpear a un sujeto y encerrarlo de nuevo en la cajuela.

La mujer, atemorizada, se metió en su cama y se hizo la dormida. A los minutos el hombre llegó sin sobresaltos, la besó y se quedó dormido. Esa noche inició el calvario de Flavia. Una historia de violencia que la obligó a salir herida y sin justicia del país.

Contó que la imagen que tenía de su pareja era la de un sujeto amable, trabajador y cabeza de hogar, pues le ayudó a criar a sus dos hijos. “Me sentía tranquila con él, hasta que comencé a observar extrañas actitudes en él. Me decía que tenía sobrecargo de trabajo (era funcionario policial) y cada viernes o jueves llevaba un vehículo distinto a la casa”.

Cuando le preguntaba por qué llevaba esos vehículos, él le respondía: “El jefe me mandó a guardar este carro aquí y por ello me gano un extra”.

Al día siguiente de ver eso desde la ventana, su pareja se levantó como si nada, no quiso desayunar y se fue muy rápido. “No se mostró preocupado ni arrepentido Tenía en mi casa a una persona secuestrada y quizás muerta dentro de la maleta de un carro”, contó Flavia.

Ese jueves, pensó que Zambrano, jefe de su esposo, podía explicarle lo que estaba pasando, pues ella confiaba en él. “Era un hombre respetable y admirado dentro de la policía y, además, me estimaba. Creí que, si había un mal entendido en este procedimiento policial, él me dirá qué hacer”.

Pero no fue así.Es mejor no saber nada y no buscar lo que no se ha perdido y que tu marido no se entere de lo que has visto, porque por ti no podré hacer nada más”, le dijo.

Eso le bastó para entender que no era un procedimiento policial, que su pareja no actuaba sólo, que el dinero en efectivo que a veces le veía “era producto de extorsiones” y que su casa servía como lugar de resguardo o, como se conoce en el mundo criminal, para el “enfriamiento de vehículos”.

Angustiada y con toda esta información decidió ir a su casa, quería ir por sus cosas y abandonar a su marido. Sin embargo, él la esperó y la atacó de una forma salvaje.

La agresión generó graves resultados en su cuerpo, tanto en sus órganos genitales como en su rostro, y cuerpo. A la par, el ataque generó daños emocionales y psicológicos pues el agresor amenazó de muerte a sus hijos.

Flavia, como pudo, se comunicó con un número de emergencia que había escuchado por la radio de la Gran Alianza de Mujeres de Aragua GAMA. La presidenta de esta agrupación, Ruth Rodríguez (quien fue co-redactora de la Ley Orgánica Sobre el Derecho de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia), llegó en poco tiempo y la llevó a un centro de salud.

Su recuperación fue lenta, y, dos años más tarde, su agresor fue puesto tras las rejas al igual que sus cómplices. Lo acusaron de violencia sexual agravada y lo sentenciaron a 15 años de prisión. Fue enviado al recinto penitenciario llamado Alayón, que luego fue desmantelado y lo beneficiaron con casa por cárcel.

En varias oportunidades se apareció, en horas nocturnas, en la casa de la mamá de Flavia y le dejaba avisos en donde le manifestaba que le pagaría por todas las acusaciones.

Para ella, de nada sirvió ir a denunciar. Tampoco advertir lo ocurrido en la Fiscalía. En la entrada de su casa dejaban animales muertos y, en una oportunidad, un grupo de funcionarios policiales entró a su residencia sin orden judicial a buscar supuestamente a un secuestrado. Ese día, la casa fue destruida durante la visita de los uniformados.

Luego, detuvieron a su hijo varón, quien apareció al día siguiente golpeado y con la advertencia de que todos morirían. El joven le aseguró que había visto a su padrastro entre el grupo de atacantes.

Ese episodio fue el detonante para que Flavia, con pocas cosas en una maleta, abandonara el país en febrero del 2019.

La Gran Alianza de Mujeres de Aragua, Gama, no pudo seguir haciendo seguimiento a su caso, pues la organización disminuyó su operatividad tras el fallecimiento por COVID-19 de su líder Ruth Rodríguez. Luego, el caso perdió centimetraje en la prensa, mientras la impunidad de algunos funcionarios policiales se desarrolla sin temor en las calles del estado Aragua.

El caso más reciente, manejado desde la organización, ocurrió en el mes de febrero de 2023 en Maracay, estado Aragua. Érica Mendoza recibió un tiro en la frente de manos de su expareja Oswaldo Alegría. Ellos llevaban un tiempo separados, sobre él había varias denuncias y una orden de alejamiento. Los tres hijos del matrimonio presenciaron la escena, donde el victimario también terminó con su vida.

Para las ONG defensoras de los derechos de las mujeres, muchos son los nombres que están en las páginas de sucesos, es por eso que urge la implementación de políticas públicas que generen protección de la víctima de maltrato.

Especialmente la implementación de refugios para las víctimas y sus hijos, con garantía de seguridad mientras dure el proceso judicial. Gama, por los momentos, apoya con asesorías y con asistencia jurídica gratuita.