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Emilia Díaz-Struck: “Cuando el periodismo resulta incómodo, la reacción histórica ha sido deslegitimarlo”

El colaborador del portal web El Estímulo, Alexis Correia, entrevistó a la periodista Emilia Díaz-Struck, quien hace unos años lideró el equipo de investigación del Instituto Prensa y Sociedad de Venezuela

Emilia Díaz-Struck. Foto cortesía El Estímulo
Fuente original: El Estímulo. Publicado el 19/02/2017. Por Alexis Correia 

Los que la conocen dicen que es lo más parecido en Venezuela a una criatura de Spotlight, la película premiada con el Oscar acerca de los periodistas que destaparon el escándalo de los curas pederastas en Boston: una investigadora superdotada y extrañamente discreta en medio de una profesión de egos muy bocones y espueleados, que puede pasar horas ante una hoja de cálculo de Excel detectando gloriosas sinfonías invisibles entre el ruido de datos inconexos.

Emilia Díaz-Struck (Caracas, 1985) ha sido una pieza clave en investigaciones internacionales tan relevantes como los escándalos de los Panamá Papers y las correrías de Luis Velázquez Alvaray, ex magistrado del TSJ. Su segundo apellido, que suena como a un hachazo contra la opacidad, es de origen alemán: deja saber, siempre con su legendaria contención, que un diciembre en su familia es una mezcla de culturas con comida típica venezolana, española y germánica.

La joven políglota actualmente trabaja en Washington como integrante del Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación, una red de más de 190 comunicadores resteados contra las marramucias en 65 países.

—La unidad de investigación de Últimas Noticias fue desmantelada justo después de un reportaje sobre el asesinato de Bassil Da Costa y hoy sigue siendo un diario muy leído. ¿Un caso emblemático para el pesimismo?

—Los medios públicos o privados necesitan dar espacio al periodismo independiente y manejar una agenda propia, que se guíe por el interés público. El caso de Últimas Noticias no es aislado. En 2015, después de un año de trabajo, un grupo de más de 30 periodistas venezolanos bajo la coordinación de Ipys Venezuela, en alianza con Armando.info y Poderopedia, logró documentar el cambio de propiedad de al menos 25 medios de comunicación en un período de 5 años en 9 estados del país y mostró cómo esta situación derivó en situaciones de censura y autocensura en muchos de estos espacios y produjo silencio. Las transformaciones en los medios de comunicación pusieron en evidencia la valía de muchos periodistas que dentro y fuera de esos medios siguieron peleando por hacer un periodismo independiente en Venezuela. Una cosa son los medios y otra los periodistas. También vemos que cuando los periodistas perdieron espacios, abrieron nuevos y apostaron por los emprendimientos. Ahora encontramos una generación importante que está haciendo un trabajo muy valioso en el mundo digital. Ni los periodistas ni los medios son formuladores de políticas públicas y fiscales. Una vez salen a la luz las historias, corresponde a los generadores de políticas públicas, a las autoridades y a las instituciones jugar su rol. Cuando esto no sucede, las historias periodísticas quedan como un registro histórico valioso para el futuro y como un recurso para la toma de decisiones del ciudadano.

—Hay medios impresos que están pagando a sus periodistas quincenas que alcanzan para tres paquetes de arroz. El periodismo de investigación es costoso. ¿Se puede investigar con hambre?

—El contexto actual venezolano resalta nuevamente la necesidad del periodismo independiente. En este momento hay muchas historias que documentar y contar, al tiempo que la audiencia venezolana demanda información. El flujo de rumores es alto y eso genera más incertidumbre. Eso abre muchas posibilidades para los emprendimientos periodísticos y medios que decidan apostar por la credibilidad y la agenda propia. El buen periodismo tiene que pagarse bien. Si un periodista no percibe ingresos suficientes para subsistir con un trabajo, buscará más fuentes de ingresos. En ese proceso, reduce el tiempo que puede dedicar a buscar más fuentes para profundizar la información, verificar los datos, y aumentan los riesgos de tener historias a medias, historias fragmentadas. Sin embargo, la crisis en las remuneraciones a los profesionales venezolanos afecta a muchos sectores y no únicamente a los periodistas. En el panorama de nuevos medios también adquiere valor la innovación y las alianzas entre periodistas para explorar a fondo un tema. Este tipo de colaboraciones han venido cobrando fuerza en Venezuela y han permitido superar la censura y la autocensura.

—¿Qué reportaje queda por hacer en Venezuela?

—La evolución de PDVSA puede ser uno de los tantos hilos conductores para entender la historia de Venezuela. La industria petrolera tiene muchas caras y a través de ella se puede ver por un lado cómo opera la empresa y cómo fue su evolución interna en términos de estructura y manera de hacer negocios. También el desarrollo y financiamiento de programas sociales que abarcan la alimentación y la vivienda, el manejo del dinero, en qué resultó cada inversión y qué impacto tuvo en el venezolano. No será una historia contada en los medios la que sintetice el proceso político venezolano, sino una serie de historias y ya hay varios trabajos emblemáticos. Entre ellos destacan la investigación sobre la triangulación de leche importada a Venezuela de Lisseth Boon, el trabajo sobre los negocios eléctricos de César Batiz, la serie Cáncer en los equipos que hizo la Unidad de Investigación de El Nacional entre 2012 y 2013, el reportaje de investigación de Últimas Noticias sobre lo sucedido durante las protestas de 2014 y la serie de trabajos periodísticos que desarrolló un equipo de 11 periodistas venezolanos desde emprendimientos digitales independientes para explorar las historias venezolanas vinculadas con los Panamá Papers.

Foto cortesía El Estímulo

Continúa leyendo la entrevista aquí.

 

 

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